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Durante la última semana de septiembre se desarroló en Nueva York la asamblea general de las Naciones Unidas, a la que este año asistieron más jefes de Estado y de Gobierno que nunca, aunque se hayan producido ausencias tan llamativas como las de los presidentes ruso y chino. Dada la magnitud de esta cumbre, cabría esperar grandes consensos sobre la solución de los conflictos que mantienen en vilo a la comunidad internacional. De Siria a Yemen, pasando por los choques comerciales de Estados Unidos con sus principales rivales, la dramática degradación del clima o las crisis migratorias, no obstante nada parece que vaya a concitar acuerdos sólidos que alivien las tensiones actuales.
Sin embargo no puede negarse la vigencia del gran acuerdo que alumbró, que dio lugar, a la Organización de las Naciones Unidas al término de la II Guerra Mundial, a la vista del auge de los nacionalismos y populismos en Europa.
En una cultura ética repleta de principios atávicos no superados pareciera que la reprobación moral de la familia no venciese la idea de otredad al entender la primera como un espacio colonizado y externo a cualquier realidad por escatológica que resultase. El tacticismo político usa de forma sombría este tipo de herencias sociales para definir las fronteras entre lo posible y no posible.
El sistema dominante o establishment estadounidense utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y conformar una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas.
Nosotros, hombres sencillos, de difícil discurso, sólo tenemos claro varios términos muy simples: TIMO, ENGAÑO, MENTIRA, REALIDAD y VERDAD. Académicamente hay conceptos que se definen de tal forma que parecen lo que no son o son lo que no parecen... SÓLO UNA BUENA EDUCACIÓN ACLARA CADA SIGNIFICADO.
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