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Esta semana me he sentido orgulloso del mundo que nos rodea. En especial de aquellos que han entendido el mensaje cristiano

Tres ejemplos

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El primer ejemplo al que me refiero nos llega de la rubia Albión. Un joven matrimonio inglés ha estado luchando por mantener la vida de su bebé, condenado a morir a plazo fijo mediante el sistema de desenchufarlo de la maquina que le mantenía en este mundo por “real decreto”. Pese a los esfuerzos, en primer lugar de sus padres, del Papa Francisco y el hospital del Niño Jesús romano en segundo y finalmente de las autoridades italianas que también se han volcado hasta el punto de concederle la nacionalidad italiana. Desgraciadamente el niño ha fallecido. Con el amor de sus padres y de todos cuantos nos hemos sensibilizado con la noticia.


El segundo lo propicia la valiente postura de las Carmelitas Descalzas de Hondarribia con referencia al tema “manada”. Tengo la suerte de contar con la amistad de Carmelitas de dos conventos distintos. Pese a vivir en clausura están al tanto de cuanto pasa en el mundo, rezan por todos nosotros y son bastante más solidarias que aquellos medios de difusión, abogados, juristas, y “opinadores” en particular que cada día discuten el tema. Temo que al final, dando el bombo que le están dando, acabaran poniéndole el nombre de “la manada” a una glorieta de cualquier pueblo, o por el contrario serán linchados por alguna de las manifestaciones que se realizan cada día. El caso es que llenan las televisiones de “contenido”.


El tercero me lo ha proporcionado un futbolista del Real Madrid (quién me lo diría, a mí que soy del Barça). Ese portero llamado Keylor Navas, costarricense y extraordinario deportista, antes de dar comienzo a cada encuentro se arrodilla y tiene unos momentos de oración. Después, cuando se le pregunta, contesta que sus éxitos se los agradece a Dios que le da salud y talento para desempeñar su oficio. Anoche escuché a su madre que inmediatamente declaró su relación total con Dios.


En estos tiempos en los que muchos cristianos se arrepienten o se recatan de manifestarse como tales, me admira la intervención de estos tres grupos de personas, de distintos estamentos, que no se recatan en manifestar su fe y ser responsables de la misma.

Tres ejemplos

Esta semana me he sentido orgulloso del mundo que nos rodea. En especial de aquellos que han entendido el mensaje cristiano
Manuel Montes Cleries
viernes, 4 de mayo de 2018, 06:47 h (CET)

El primer ejemplo al que me refiero nos llega de la rubia Albión. Un joven matrimonio inglés ha estado luchando por mantener la vida de su bebé, condenado a morir a plazo fijo mediante el sistema de desenchufarlo de la maquina que le mantenía en este mundo por “real decreto”. Pese a los esfuerzos, en primer lugar de sus padres, del Papa Francisco y el hospital del Niño Jesús romano en segundo y finalmente de las autoridades italianas que también se han volcado hasta el punto de concederle la nacionalidad italiana. Desgraciadamente el niño ha fallecido. Con el amor de sus padres y de todos cuantos nos hemos sensibilizado con la noticia.


El segundo lo propicia la valiente postura de las Carmelitas Descalzas de Hondarribia con referencia al tema “manada”. Tengo la suerte de contar con la amistad de Carmelitas de dos conventos distintos. Pese a vivir en clausura están al tanto de cuanto pasa en el mundo, rezan por todos nosotros y son bastante más solidarias que aquellos medios de difusión, abogados, juristas, y “opinadores” en particular que cada día discuten el tema. Temo que al final, dando el bombo que le están dando, acabaran poniéndole el nombre de “la manada” a una glorieta de cualquier pueblo, o por el contrario serán linchados por alguna de las manifestaciones que se realizan cada día. El caso es que llenan las televisiones de “contenido”.


El tercero me lo ha proporcionado un futbolista del Real Madrid (quién me lo diría, a mí que soy del Barça). Ese portero llamado Keylor Navas, costarricense y extraordinario deportista, antes de dar comienzo a cada encuentro se arrodilla y tiene unos momentos de oración. Después, cuando se le pregunta, contesta que sus éxitos se los agradece a Dios que le da salud y talento para desempeñar su oficio. Anoche escuché a su madre que inmediatamente declaró su relación total con Dios.


En estos tiempos en los que muchos cristianos se arrepienten o se recatan de manifestarse como tales, me admira la intervención de estos tres grupos de personas, de distintos estamentos, que no se recatan en manifestar su fe y ser responsables de la misma.

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