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Este próximo domingo entra en vigor el Decreto Ley de protección social que busca poner fin a la precariedad laboral, y que incluye la obligación por parte de las empresas de que sus empleados realicen el registro de las horas de su jornada laboral.
Es más, el avance de la reducción del desempleo a nivel planetario no se ve reflejado en una mejora de la calidad del trabajo.En consecuencia, quizás sea el momento de ponernos manos a la obra, como si todo dependiera de nuestros brazos, cuando menos para abrazarnos y hacernos valer ante las persistentes discriminaciones entre semejantes, para ponernos a disposición de otros horizontes más humanos, pues el trabajo no sólo es necesario para la economía (¡ya está bien de dejarnos mercadear por poderes que nos aplastan!), sino también para la realización de la persona y su dignificación como ser que ha de propiciar en todo momento la caricia acogedora, la inclusión social en definitiva, ante los diversos déficits de trabajo decente, sumado a otro aspecto preocupante, y es que más de una de cada cinco personas jóvenes (menores de 25 años) no trabaja, ni estudia, ni recibe formación, por lo que sus probabilidades de trabajo se ven comprometidas, a tenor de los nacientes datos de la Organización Internacional del Trabajo.
Los accidentes en el trabajo continúan siendo una importante lacra para el mercado laboral español. Según un informe de CCOO, durante 2018 se registraron en España un total de 602.316 accidentes de trabajo con baja, lo que representa un aumento del 3,2% respecto al año anterior. La siniestralidad laboral mortal también mostró un incremento importante durante el año pasado, con 652 fallecimientos, lo que supone un 5,5% más.
En la actualidad, una de las prioridades para muchas compañías es mejorar la productividad laboral, ya que si lo consiguen tendrán más probabilidades de alcanzar el éxito empresarial. Por este motivo, cada vez más empresas intentan lograr que haya una relación directa entre las horas de trabajo realizadas y la cantidad de trabajo realizado.
Desde hace unos años hasta la fecha, hemos visto cómo las compañías van comprendiendo poco a poco el valor de tener empleados satisfechos con su trabajo y en condiciones óptimas para desarrollar sus funciones. De ahí que el vínculo entre empresa y empleado sea cada vez más “saludable”.
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