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Según el estudio, los mayores de 65 años son los que más colaboran en causas sociales con un 52%, mientras que los que tienen entre 30-44 años, tan solo llegan al 37%. Respecto a las formas de “ayudar” más comunes, el 48% de los encuestados opta por la donación de dinero, alimentos o ropa, el 45% prefiere hacerse socio de alguna organización u ONG´s, y el 27% se decanta por la compra de productos solidarios.
La desolación en la tierra es grande. Cada día son más las personas que necesitan asistencia y protección humanitaria. Sin embargo, sólo hay que adentrarse por cualquier rincón del planeta y observar, que se acrecienta el desamparo entre análogos, unas veces porque la capacidad de las autoridades locales no es suficiente para hacer frente a la situación, y en otras ocasiones por dejadez de las propias instituciones de ámbito social o nefasta gobernanza.
No es un secreto para nadie que en el mundo existen zonas que se encuentran en permanente estado de conflicto, ya sea político, ideológico, económico o con el objetivo de acaparar poder. Territorios que acaban castigando a aquellos que jamás intervinieron.
Una docena de galas y una decena de festivales bien merecen una celebración estelar, bajo la atenta mirada de dos anfitriones de excepción como son Sandra García-Sanjuán y Antonio Banderas. El acontecimiento más solidario del año, el de Starlite Gala, se celebró anoche por todo lo alto y en el enclave único de La Cantera de Nagüeles para recordar la importancia de ayudar a quienes más lo necesitan en una edición que este año suma ya la número 12.
No podemos ser esclavos de la época ni del tiempo, necesitamos un periodo de reflexión permanente para fortalecer el alma y el cuerpo, sometidos cada día a un continuo estrés, ante el frenético ritmo de la vida presente. Nunca es tarde para unirse y reunirse, para fomentar los vínculos entre familias y entre sí, para concebirse cercanos unos de otros, y así poder intercambiar vivencias.
No podemos continuar con esta fuerte crisis de humanidad que nos separa unos de otros. Las amarguras se debilitan con la conjunción de latidos. Sabemos que la realidad tampoco es fácil para nadie, lo que nos exige otras orientaciones de alma y cuerpo, también distintos andares de vida y luz, así como diferentes cultivos esperanzadores, para ponernos al abrigo de la tormenta del tiempo.
Necesitamos trascender, sentirnos en movimiento, confluir sendas, reencontrar espacios, peregrinar por este mundo que es de todos y de nadie en particular, sentirnos libres, renovarnos de aires, hallarnos reunidos en ese andar espiritual y físico. Nunca es tarde para el retorno al verso, para peregrinar por la vida de otra manera más auténtica.
La falta de acogida para sentirse integrados en una comunidad, es otro de los grandes males del mundo actual. No pasamos del sueño de la política inclusiva. Hagamos realidad la inclusión de una vez y para siempre. Por desgracia, cada día se concentra el poder en manos de unos pocos que lo único que defienden son sus intereses privados, distorsionando las políticas sociales, cuando nuestro principal deber es el de ayudarnos recíprocamente.
Sin duda, el mejor rescate es comenzar por entendernos y no enfrentarnos en batallas inútiles; sin obviar el poder de lo pequeño y de la unión, que es la base de las sociedades resistentes y pacíficas. Tampoco podemos continuar con situaciones ociosas o indecentes, si en verdad queremos forjar una economía más justa.
Son muchas, cada día más, las necesidades de los hombres y de los poblados. Para empezar, debe de preocuparnos todo lo que puede comprometer, que no es poco, la dignidad y la libertad de la persona humana. Frente a las deportaciones de pueblos atemorizados, a las numerosas vejaciones y a los mil enfrentamientos, que a diario se producen en todos los continentes, reivindico el camino del encuentro, a través del diálogo sincero.
Está visto que la unidad y la unión es el gran recurso para construir la concordia, de la que estamos tan necesitados. El auténtico diálogo entre culturas diversas, no siempre fermentado en la verdad, consta de la mejor táctica de certeza hacia el camino de la paz. No lo olvidemos y hagámoslo presencia cada amanecer.
En la presente coyuntura, con tantas crisis a nuestras espaldas, se requieren gestos tangibles que reconsideren el movimiento cooperativo y de colaboración, como instrumento fundamental de mejora social. Se me ocurre pensar en el modelo de afiliación abierta de las cooperativas, centrado en las personas, no en el capital, que distribuyen la riqueza de una manera equitativa.
En una sociedad que busca a toda costa el beneficio personal, el éxito continuo, la riqueza sobre todo lo demás o el goce desenfrenado; los individuos acostumbran a encerrarse en su egoísmo y no ver más allá del interés que les mueve. Suelen, además, perder la familiaridad en sí mismos y acaban no respetándose. Esto es grave, porque podemos tener consideración por alguien, pero si nos transmiten sus huellas intranquilidad, el propio afecto también se hunde.
El amanecer próximo pasa por asistirnos unos a otros. La última enseñanza la podemos sustraer de la pandemia, que nos ha mostrado que solo unidos podremos cruzar horizontes y aclarar noches tenebrosas. Por tanto, es fundamental no arruinarnos el futuro, desperdiciando el presente, con contiendas inútiles que nos disgregan.
Nosotros, los humanos, tenemos que aprender a complementar nuestras diferencias en un “nosotros” cada vez más cohesionado. Quitemos, luego, los muros que nos separan. Trabajemos el corazón. Pongamos espíritu conciliador en todas las tareas diarias. Reencontrémonos humanamente. Sintamos ese vínculo de caminantes al unísono. Apoyémonos recíprocamente.
Vivimos en la apariencia del cuerpo, mientras el escenario del alma camina en la tristeza muchas veces. Necesitamos modificar rastros dejados y, por sí mismo, el rostro de una gran sonrisa modificará nuestros comportamientos. Lo importante es dejarse sorprender por el hechizo de la ternura en el corazón y, tras de sí, llegará el añorado cambio.
Hace unos cuantos años que la comunidad internacional se vuelca con el quehacer de los progenitores. Personalmente, lo considero muy justo, para poder cambiar de aires y humanizarnos, comenzando por reconocer la labor de los ascendientes alrededor del mundo. La realidad nos indica que los niños han de crecer en una atmósfera mucho más familiar, comprensiva, generosa y de donación total.
Puede que sean las coordenadas del norte y del sur. ¿Por qué el sur de cada pueblo, ciudad, país o territorio siempre es más pobre, más humilde, más olvidado? ¿Por qué el norte de cada ciudad, país o territorio es más fértil, más cuidado, más distinguido y lujoso?
En las calles de Colombia son miles de voces las que se están manifestando en contra de las medidas adoptadas por su gobierno, y contra su gobierno en sí. A pesar de la diversidad se han asumido como una sola voz. Esa, en su conjunto es una voz fuerte, enérgica, vital.
Estamos obligados a cuidar la red de la vida, a fomentar espíritus autónomos en un ecosistema diverso, poblado de gentes singulares, globalmente vitales y necesarias. Tanto es así, que ese manto natural de recursos biológicos, forma parte de nuestra propia existencia; dándonos aliento, ofreciéndonos refugio y energía en suma.
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