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Lo cierto es que siempre el sur parece que está más cercano al sufrimiento que el norte

Turistas ricos y migrantes pobres

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Puede que sean las coordenadas del norte y del sur. ¿Por qué el sur de cada pueblo, ciudad, país o territorio siempre es más pobre, más humilde, más olvidado? ¿Por qué el norte de cada ciudad, país o territorio es más fértil, más cuidado, más distinguido y lujoso?


Debe ser una característica de la ubicación de los seres humanos en el planeta tierra, o del sol que exige también que se le reconozca su valía o se le valore su precio o diezmo a golpe de caprichoso bronceado. Lo cierto es que siempre el sur parece que está más cercano al sufrimiento que el norte.


Lo tenemos en las apreciaciones de los políticos a la hora de gestionar los impuestos, ¡qué son tantos! Ya sean para las comunidades del norte o del sur. Además, hay facilidades para los turistas, que no siempre son viajeros ingleses. De tal forma, se presentan las incoherencias sociales cercanas al COVID que un turista inglés podrá pasar a nuestro país sin exigencias sanitarias, mientras que un viajero español que haya viajado en el mismo avión necesitará una PCR al pisar el aeropuerto. Quizá sea por exigencias de norte y del sur o por un lugar caprichoso de nacimiento.


El turista rico inglés, francés o alemán vendrá a su segunda residencia aunque utilizará los servicios médicos españoles necesarios para su bienestar. El migrante, tal vez menor, sufrirá en espacios de contención donde le harán pruebas a veces irrespetuosas porque puede que no haya otra forma de averiguar su edad o tener más detalles sobre su minoría o mayoría de edad.


Unos se verán señalados por aporofobia, otros por ser sinónimos de caja registradora que surte de ingresos a un país convertido en una gran barra de bar, con terraza. Unos creerán que nuestro país es mejor si comparan bienes y maneras de vivir, incluso estarán convencidos de que como en España no hay otro lugar para vivir.


Recuerdo hace años, cuando estuve en Cuba, y al ver esas grandiosas casas coloniales de color pastel, alguien dijo que eran restos de los americanos, cuando tomaban Cuba como lugar idílico costero para descansar y disfrutar de la isla como si de un paraíso se tratara. Ahora, son los turistas los que tratan a España como dice la escritora Ana Iris Simón, como una “marina d’or”, en eso nos hemos convertido con todos los honores para la Unión Europea. 


Aragón nos sorprende pagando una ayuda a inmigrantes de más de 500 euros solo con empadronarse en la comunidad, aunque no tenga su situación en regla, bastará pedir empadronamiento y pasaporte.


Hay gentes que ayudan, hay pueblos del sur o del norte que colaboran, hay otros que entienden que todos fuimos una vez migrantes, emigrantes, o emigrados de unos metros o cientos de kilómetros, aunque ahora nos sintamos ubicados en mejores coordenadas. ¡Qué problema con dividir a los seres humanos por puntos cardinales!

Turistas ricos y migrantes pobres

Lo cierto es que siempre el sur parece que está más cercano al sufrimiento que el norte
Nieves Fernández
jueves, 27 de mayo de 2021, 11:24 h (CET)

Puede que sean las coordenadas del norte y del sur. ¿Por qué el sur de cada pueblo, ciudad, país o territorio siempre es más pobre, más humilde, más olvidado? ¿Por qué el norte de cada ciudad, país o territorio es más fértil, más cuidado, más distinguido y lujoso?


Debe ser una característica de la ubicación de los seres humanos en el planeta tierra, o del sol que exige también que se le reconozca su valía o se le valore su precio o diezmo a golpe de caprichoso bronceado. Lo cierto es que siempre el sur parece que está más cercano al sufrimiento que el norte.


Lo tenemos en las apreciaciones de los políticos a la hora de gestionar los impuestos, ¡qué son tantos! Ya sean para las comunidades del norte o del sur. Además, hay facilidades para los turistas, que no siempre son viajeros ingleses. De tal forma, se presentan las incoherencias sociales cercanas al COVID que un turista inglés podrá pasar a nuestro país sin exigencias sanitarias, mientras que un viajero español que haya viajado en el mismo avión necesitará una PCR al pisar el aeropuerto. Quizá sea por exigencias de norte y del sur o por un lugar caprichoso de nacimiento.


El turista rico inglés, francés o alemán vendrá a su segunda residencia aunque utilizará los servicios médicos españoles necesarios para su bienestar. El migrante, tal vez menor, sufrirá en espacios de contención donde le harán pruebas a veces irrespetuosas porque puede que no haya otra forma de averiguar su edad o tener más detalles sobre su minoría o mayoría de edad.


Unos se verán señalados por aporofobia, otros por ser sinónimos de caja registradora que surte de ingresos a un país convertido en una gran barra de bar, con terraza. Unos creerán que nuestro país es mejor si comparan bienes y maneras de vivir, incluso estarán convencidos de que como en España no hay otro lugar para vivir.


Recuerdo hace años, cuando estuve en Cuba, y al ver esas grandiosas casas coloniales de color pastel, alguien dijo que eran restos de los americanos, cuando tomaban Cuba como lugar idílico costero para descansar y disfrutar de la isla como si de un paraíso se tratara. Ahora, son los turistas los que tratan a España como dice la escritora Ana Iris Simón, como una “marina d’or”, en eso nos hemos convertido con todos los honores para la Unión Europea. 


Aragón nos sorprende pagando una ayuda a inmigrantes de más de 500 euros solo con empadronarse en la comunidad, aunque no tenga su situación en regla, bastará pedir empadronamiento y pasaporte.


Hay gentes que ayudan, hay pueblos del sur o del norte que colaboran, hay otros que entienden que todos fuimos una vez migrantes, emigrantes, o emigrados de unos metros o cientos de kilómetros, aunque ahora nos sintamos ubicados en mejores coordenadas. ¡Qué problema con dividir a los seres humanos por puntos cardinales!

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