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Con la caída del bloque de naipes de los últimos estados de la URRS, observamos como el imperante capitalista ha desarrollado su dimensión más universalista, integradora y globalizadora. Empezamos a mover nuestra existencia alrededor de la hegemonía del capital total, nuestra cultura general se mueve alrededor del negocio, la cultura literaria, musical, los nacimientos, la muerte, etc.
Según Alexis Racionero, “desde el punto de vista de la filosofía oriental, la raíz de todo miedo es la dependencia. Es esencial podernos liberar del miedo y por esto tenemos que desprendernos de toda clase de dependencia. Tenemos miedo porque tememos perder alguna cosa. Si relativizamos la importancia, los temores se reducen.
En estos momentos de continuos trances, con un oleaje fuerte de pandemias y catástrofes naturales, a lo que hay que sumar un aluvión de contiendas absurdas, deberíamos ejercitarnos en saber vivir y en tender puentes. Ciertamente, hemos pasado uno por uno los límites. Urge, por consiguiente, aprender a reprendernos.
La muerte de un sacristán y heridas a un sacerdote y otros files católicos, plantea si ha sido un ataque de terrorismo islámico por parte del marroquí que vivía de modo ilegal en España. Rápidamente, la federación de organizaciones islámicas, tanto de España como de Andalucía, han escrito comunicados lamentando profundamente ese hecho. No quiero referirme aquí a juzgar este hecho que se está investigando, sino al contexto religioso que se invoca en ese acto terrorista.
Los parloteos han llegado hasta extremos inauditos, nos acribillan a verdades desde las perspectivas acomodaticias de cada pronunciamiento. Ni teorías son, ni afirmaciones llegan a ser, apenas se presentan como unos dichos insolentes, pero se cuelan. Cargadas con el estigma de la subjetividad más intempestiva e intolerante, apenas logran adaptarse a su propio protagonista.
George Simmel, critico alemán, puntualiza, que las personas no son extranjeras en sí mismas sino para la otra que así los conceptualiza. En este proceso se refuerzan en muchos casos la identidad nacional, se trata de un proceso de confrontación o lucha personal en el que se refuerzan lazos de pertenencia del lugar de origen o se rechazan, y se construye una nueva identidad.
La realidad es la que es, está ahí para bien o para mal, instándonos a reflexionar. Por incontables que sean los análisis que se hagan, y nuestros propios sueños queramos convertirlos en savia, las luces como las sombras no dejan de acompañarnos.
Aquello que un día se llamó el Estado del bienestar da la impresión de que está camino de pasar a la historia, por encontrarse en proceso de desguace. Probablemente el motivo fundamental sea que al capitalismo que lo apadrinó en su momento ya no le interesa, al menos en su dimensión real.
Si bien es un hecho que, de forma general, ha subido la longevidad esto no significa que esté bien éticamente subir la edad de jubilación, por razones que se pueden fundamentar muy bien. En primer lugar, son promedios estadísticos que, como es lógico, no tienen en cuenta los millones de personas que mueren antes de llegar a jubilarse o que fallecen a los pocos meses o años de haber llegado a ser pensionistas.
Multitud de comportamientos son etiquetados como «machismo» en la opulenta sociedad actual, e incluso se han creado de la nada categorías hasta ahora inexistentes, como los ya familiares «micromachismos». Y no parece descabellado pensar que a no mucho tardar seremos bombardeados por supuestos «inframachismos», «supramachismos», «paramachismos», y todos los equismachismos que se le ocurra a la clase dominante.
En el año 1876 las personas no se hubiesen imaginado y creído todo el progreso que ha tenido la tecnología en nuestras vidas hasta el momento actual. Esto lo podemos ver claramente con la idea del “teléfono”, que apareció por primera vez en el siglo XVIII, a partir del juego de las dos latas de metal y un hilo que las conecta.
Qué gran verdad es que la religión más extendida en el mundo es el “papanatismo”. Basta con que un analfabeto funcional indocumentado tenga una “ocurrencia” y esta salga de su boca, para que los medios de comunicación la aireen, la propaguen, se imponga y acepte como un dogma social profano contra el que no se puede ir ni rechazar.
¿Nos quedamos satisfechos observando los hechos? ¿Interpretamos con acierto su auténtica realidad? ¿Hasta qué punto les prestamos atención? Como es lógico, las respuestas se multiplican en la manera de ver las cosas, como también surgen muchas y variadas interrogantes.
Toda la creación es una recreación armoniosa, de singularidades manifiestas entre humanos, pero que forman una sola familia, en la que las relaciones no pueden estar distantes, puesto que hemos de ser guardianes los unos de los otros. Esto nos exige ser responsables, desterrar todos los frentes y también las fronteras que nos separan.
Según Aristóteles, el hombre es un animal político. Esta definición se ha interpretado equivocadamente, sobre todo por quienes se dedican a la política y hacen de ella una profesión, no un servicio a la sociedad, como debería de ser, para justificar su oficio diciendo que, según este sabio, el hombre tiene que ejercer la política.
Tal como se observa desde aquí, la maquinaria del gran negocio, aunque se hable de los males que acechan a la economía, funciona a pleno rendimiento. Con la inflación desbordada, el culto al ocio comercial y demasiado despilfarro, lo que se refiere a la dimensión del mercado sigue generando cuantiosos dividendos para los mercaderes.
Hoy está de moda buscar el bienestar emocional que “tiene que ver con aquellas situaciones en que se encuentran satisfechas nuestras principales necesidades y nos sentimos bien, tranquilos, controlamos las emociones, utilizamos adecuadamente los recursos propios para enfrentarnos a las exigencias de la vida”, (Jaume Triginé).
Cada día encontramos más itinerarios sombríos, sin orden ni concierto entre sus moradores; muchos de ellos dominados por la pereza, para hacer frente a un panorama mundial verdaderamente desolador, que sufre contiendas absurdas y trances horrorosos. Por eso, creo que urge la acción ciudadana, con esa aportación ética y diligente en la actividad, la laboriosidad en las instituciones, cuya tarea ha de ser ejemplarizante siempre.
Esta novela que ahora cumple 25 años ha sido muy leída y llevada con éxito al cine (con Steven Spielberg como productor y Rob Marshall como director, 2006), y muestra los recuerdos de una mujer de vida cortesana en la ciudad de Kioto de entreguerras (me hace pensar en una hetera de la Antigua Grecia, Aspasia de Mileto, que llegó a ser esposa de Pericles y confidente de Sócrates).
A este paso, la perplejidad se convertirá en la actitud habitual de las personas. La supuestas cualidades y recursos no remedian la serie de barbaridades experimentadas. Nadie parece tener la capacidad de responder a la reiteración de despropósitos provocados por los humanos. El desconcierto alcanza hasta los próceres de cada profesión, apenas se ciñen a sus saberes sectoriales.
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