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La reciente exigencia de Donald Trump de que los países de la OTAN eleven su gasto militar hasta el 5% del PIB no es solo una propuesta desproporcionada, es un intento de imponer un modelo unilateral que ignora las realidades sociales, económicas y políticas de sus aliados. Entre ellos, España, que con firmeza democrática ha respondido que no está dispuesta a sacrificar su Estado del bienestar para complacer caprichos ajenos a su soberanía.
En un momento mundial en el que nos inundan la conciencia con que un Estados Unidos presidido por Trump impone, con la mayor arbitrariedad e impunidad, su dominio por doquier, un hecho, que parece pequeño, ‘el no de Sánchez al 5% de Trump’, es una brizna en la Unión Europea, una brizna de defensa de la soberanía nacional frente a los dictados de la superpotencia estadounidense, una brizna de defensa de nuestro país, una brizna de defensa de nuestros intereses.
La Unión Europea es vasalla de EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial. Y quiere seguir siéndolo. La OTAN nació como instrumento militar de Washington contra la URSS y para erradicar cualquier conato izquierdista en los países occidentales y en las colonias periféricas sumisas a la hegemonía del sistema-mundo capitalista.
Decía Confucio que cuando el sabio señala a la Luna, el necio mira al dedo. Quizás este sea uno de los problemas de la modernidad. Parece que en Sevilla hay conmoción porque a la Macarena le han alterado las pestañas. Quizás más triste hubiera sido descubrir que no se cumplen (sobre todo por lo de las guerras) las enseñanzas del Evangelio.
No estoy seguro de que alguna vez en la historia los ejércitos hayan sido lo que se dice, defensores de sus respectivas patrias o pueblos. En España, por ejemplo, caben muchas dudas. Cuando las tropas napoleónicas nos invadieron, el ejército español se dividió y sólo una parte de él defendió nuestra integridad territorial.
Sánchez se ha atrevido a decir no a la orden de Trump para que España aumente el gasto militar hasta el 5% del Producto Interior Bruto (PIB). En la prepotente incontinencia verbal de Trump aparece claramente la arbitrariedad del 5%: “Creo que deberían pagar el 5% en defensa. No creo que nosotros debamos hacerlo, pero creo que ellos sí. (…) creo que los países de la OTAN deberían hacerlo, sin duda alguna”.
El rearme que ahora está en marcha es un rearme de la OTAN. Es una imposición estadounidense y está al servicio de los intereses de la superpotencia. Lo que necesitamos es una España y una Europa libres del yugo de Estados Unidos (EEUU) y de las amenazas de Rusia.
Se está creando la psicosis entre la población de que es inminente una guerra en Europa y que debe abastecerse con el kit de supervivencia. ¿Qué se esconde tras esta masiva campaña de intoxicación? ¿Se prepara una Ley Marcial que militarizará los vida pública y anulará los derechos civiles y una economía de guerra en el que serán recortados drásticamente los gastos sociales?
“Europa afronta una era de rearme, en la que tiene que estar preparada para aumentar masivamente su gasto en Defensa la próxima década”, ha manifestado Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, presentando el rearme como un hecho consumado. El “Plan de Rearme para Europa” ha quedado fijado, y sus líneas generales aprobadas por los principales países de la Unión Europea (UE).
El lenguaje puede ser un instrumento distorsionador. Ocurre cuando las palabras pierden su sentido original y por vía de la propaganda y de la manipulación se convierten en su antítesis. Recordemos la frase de Tocqueville: “… que los ciudadanos disfruten con tal de que no piensen sino en disfrutar...”. Ocurre mucho en la esfera de los principios políticos.
Zelenski es consciente de que el final de la Ley Marcial obligaría a la celebración de elecciones en Ucrania y la pérdida de su poder omnímodo, por lo que el posible Acuerdo de Paz entre Trump y Putin estaría siendo torpedeado por la trama liderada por Zelensky, Polonia y la inteligencia británica con el objetivo confeso de implicar a la OTAN en un conflicto total contra Rusia.
Quizás sea la falta de esperanza la que haya encerrado a muchos ciudadanos en el círculo vicioso Biden–Trump, provocando que el segundo sirva para blanquear al primero. Quizás la perspectiva de estos ciudadanos, o de la prensa que leen, es la de que cuando Trump acabe su ciclo –si lo acaba-- le sustituya un nuevo Biden o un nuevo Blinken.
Partimos de la idea, junto a muchos otros, de que la UE no va bien ni en lo político ni en lo económico ni en lo social; ni siquiera en lo cultural. No digamos en lo bélico. Seguramente la Comisión Europea —especialmente la Sra. Von der Layen y el Sr. Borrell, ambos elementos incomprensiblemente pugnaces-- está encantada de su labor, lo cual es más preocupante.
Zelensky sigue empecinado en involucrar a la OTAN en una guerra abierta contra Rusia, por lo que los globalistas de Biden y Soros habrían decidido desencadenar una guerra abierta contra Rusia para dejarlo como herencia a Trump.
Macron pertenece a una generación de políticos que intenta tapar con acciones en el exterior sus fracasos en el interior. Ahora (es un decir) nos ha tocado a nosotros soportar ese tipo de políticas parasitarias. Más a los saharauis que a nosotros. Es decir, que a pesar de que se ondea la bandera de los derechos humanos en abstracto no hay inconveniente en recolonizar (en beneficio de Marruecos y de Francia) lo que está mandatado descolonizar (en perjuicio de España).
La humanidad ha ingresado en una suerte de dramática cuenta regresiva. Ratificando aquella valoración geopolítica categórica de Henry Kissinger, el epicentro de lo que puede ser el más devastador conflicto armado entre los hombres puede precipitarse en Eurasia por su importancia infinita. Quien domine a Eurasia dominará al mundo, solía decirse.
Nos dirigimos hacia un nuevo orden mundial, y han saltado en pedazos todos los organismos que suponían un foro de debate internacional. Unión Europea, OTAN, ONU... son títeres manejados por las nuevas élites “progres” del mundo. Las explicaciones sobre este nuevo orden van mutando, con el objetivo del despiste, pero esas grandes organizaciones de siempre se han ido quedando sin argumentos.
Al inclinarme a besar la mano de la camarada que me recibía en el Kremlin, al estilo de Catalina la Grande que exigía que los representantes extranjeros le besaran la mano y le hablaran en francés – parecería más apropiado que el léxico diplomático hubiera adoptado el término legado.
Se ha celebrado el 80 aniversario del Día D, el 6 de junio de 1944, cuando comenzó el desembarco de las tropas aliadas en Normandía y puede que el titular de este artículo parezca exagerado. Yo creo, sin embargo, que es un hecho. Los países que forman parte de la OTAN y algún otro más, encabezados y liderados por Estados Unidos, están ya en guerra con Rusia.
Como todo el mundo sabe y reconoce, la alianza de la OTAN se creó tras el final de la Segunda Guerra Mundial para prevenir de un ataque de la Unión Soviética (que no se materializó). Como respuesta a la alianza de la OTAN, en 1955 se creó el Pacto de Varsovia como contrapeso.
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