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Aclaremos el panorama. Si el presidente de la única superpotencia realmente existente lanza su ofensiva mundial de aranceles clamando -como si fuera un muy debilitado llorica- “nos han engañado durante más de 50 años, (…) América empezará a ser rica de nuevo”, desvela dos realidades. Una, que la hegemonía estadounidense realmente camina hacia su ocaso mundial. Y dos, que su burguesía monopolista apuesta por golpear a los países y pueblos del mundo.
La histórica declaración de guerra comercial y arancelaria promulgada por Estados Unidos está ya pasando factura a las medianas empresas de nuestro país, según refleja la última edición del International Business Report (IBR), el estudio global que elabora Grant Thornton para medir las expectativas y preocupaciones del middle-market a nivel mundial.
UNESID, la Unión de Empresas Siderúrgicas, ha participado en la reunión convocada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa, junto a otros representantes de sectores industriales, para abordar las consecuencias de la entrada en vigor de los nuevos aranceles estadounidenses al acero.
Los nuevos mandatarios surgidos de los procesos electorales son débiles por principio, de ahí la propensión de derivar la base de su poder hacia el autoritarismo, pero dado el estado actual en la vía de progreso no es tarea fácil. Promover el desorden para restablecer el orden es una estrategia seguida desde los primeros tiempos para reafirmar el protagonismo de los dirigentes.
El dos de abril. Esa es la fecha que el nuevo colonialista americano ha decidido llamar como el «Día de la liberación». Con ello, el actual presidente americano Donald Trump pretende simbolizar el cambio drástico en la política económica americana. Su estandarte, la implementación de aranceles a la mayoría de los países que pretendan vender sus productos en el interior de las fronteras americanas.
La imposición de aranceles por Trump podría desembocar en una guerra comercial que tendría como efectos colaterales una desbocada inflación, una contracción del consumo interno, un peligroso coqueteo con la recesión de las economías tractoras mundiales para el 2026 y el riesgo evidente de un nuevo 'crash' bursátil.
Donald Trump ha encendido la mecha de una guerra comercial global, al imponer aranceles desmesurados a las importaciones de prácticamente todos los países. Con un aumento de la tasa arancelaria con promedio hasta el 22%, la más alta en más de un siglo, el presidente apuesta por una política proteccionista que, lejos de beneficiar a Estados Unidos, podría provocar efectos devastadores en su propia economía.
La imposición por parte de EE.UU. de aranceles al acero y aluminio procedente de la Unión Europea y las contramedidas anunciadas desde Bruselas han marcado el inicio de la guerra comercial transatlántica. Se prevé como escenario de referencia que en 2025 Estados Unidos aplique aranceles entre el 10% y el 25% sobre diversos productos europeos que serán contestados de forma rápida y contundente por los líderes europeos con la esperanza de obligar a EE.UU. a negociar.
El anuncio de Donald Trump de imponer aranceles al sector agroalimentario europeo a partir del próximo 2 de abril ha puesto en alerta a toda la industria. Sin embargo, y a diferencia de su primera legislatura, la robustez del sector, especialmente en España, y la creciente interdependencia de la industria norteamericana, sitúan a Estados Unidos en una posición de partida menos confortable para una guerra comercial.
Trump ha anunciado una serie de aranceles que prometen remodelar las dinámicas comerciales internacionales. Los aranceles pueden llegar a tener un impacto significativo en las compras diarias de los consumidores. Por ejemplo, si se imponen sobre productos importados, como electrónica, ropa o alimentos, entre otros, el coste de estos productos en las tiendas aumentará y el consumidor tendrá que pagar más por los mismos artículos que antes compraba a un precio menor.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha encendido las alarmas en el comercio internacional. Su política proteccionista, basada en la doctrina “América primero”, está generando una fuerte tensión con países clave y amenaza con desatar una guerra comercial a nivel global. Ante esta situación, España tiene una oportunidad única para potenciar su autosuficiencia y reducir su dependencia del comercio exterior.
Los nuevos aranceles tienen implicaciones potencialmente compensatorias para la política monetaria. Un aumento de la inflación a corto plazo tendería a retrasar nuevos recortes de las tasas de interés, mientras que el posible lastre para la actividad y los mercados laborales sugeriría recortes más rápidos y posiblemente un destino final más bajo para la tasa de política monetaria.
Estamos muy centrados últimamente en las guerras comerciales. No son baladíes, sino sustancia esencial y constitutiva de la realidad geopolítica. La supremacía tecnológica es la antesala de cualquier otra supremacía, resumido ello en lo que se denomina, o al menos se denominaba, hegemonía.
Apenas medio mes ha transcurrido desde de su regreso a la Casa Blanca y la administración Trump ya ha empezado a mover ficha, y los mercados han tomado buena nota. La rapidez en la aplicación de algunas de sus promesas, como la imposición de nuevos aranceles, confirma la urgencia con la que el presidente quiere marcar su impronta antes de las elecciones de mitad de mandato en 2026.
Ayer y hoy he estado muy pendiente de los noticieros para conocer el rumbo que tomarán los acontecimientos relacionados con los aranceles impuestos por Estados Unidos a México. Navego de un medio a otro, leyendo sobre las repercusiones de esta medida.
Una de las políticas económicas más destacadas que se prevé que implemente Trump son los aranceles a la importación. Como ocurre con casi todo en economía, los efectos de esta medida a medio y largo plazo son difíciles de prever con exactitud.
La Unión Europea proyecta imponer nuevos aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en China a partir de octubre. Si los Estados miembros aprueban la medida, los gravámenes se sumarían a los derechos de importación del 10% que ya se aplican para proteger mediante aranceles la producción local frente a las importaciones chinas injustamente subvencionadas.
Veinticuatro Procuradoras y Procuradores, han presentado a título personal, escrito ante el Tribunal Supremo, anunciando la interposición de Recurso ante la Sala de lo Contencioso-Administrativo contra el RD 307/22 de 3 de mayo por el que se modifica el RD 1373/2003 de 7 de noviembre por el que se aprueba el Arancel de Derechos de los Procuradores de los Tribunales.
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