Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Firmas y Blogs
Raúl Galache
Raúl Galache
Crítica teatral de Género imposible, Sílvia Pérez Cruz. Matadero, Naves del Español

Asiste uno a Género imposible, el espectáculo de Sílvia Pérez Cruz que ella misma ha ideado y dirige en las Naves del Español de Matadero. La honestidad obliga a reconocer que, salvo algunas canciones y, en particular, su disco Farsa (género imposible), que la artista toma como referencia para el montaje que comentamos, poco conocía quien esto escribe de la obra y el recorrido de la cantante.

Prefiero seguir viviendo todas mis vidas paralelas juntas, mientras la ciencia no demuestre lo contrario

La idea del multiverso, enormemente simplificada, proponeque la configuración de nuestro universo no tiene por qué ser la única existente. Puede que para nuestros descendientes la existencia de mundos paralelos esté tan asumida como la evolución de las especies o la teoría del big bang para nuestro tiempo.

Piedras rajadas por el sol

Crea una corriente que se lleva por delante al lector y, de paso, la infancia de la protagonista. Lo hace con esa naturalidad que tienen los grandes narradores en primera persona. La buena artesanía literaria es como la de las buenas sillas, como la dirección de John Ford: no se piensa en ella, pero funciona.

El sufrimiento ejemplar de los héroes purifica las pasiones; nos hace mejores

Cuando los espectadores griegos veían una de sus tragedias, sentían tal compasión por el héroe que resultaban purificados por los extremos a los que el personaje se enfrentaba. Asistir al sufrimiento del protagonista y admirar la dignidad con que afrontaba su destino conmovía hondamente al espectador, que anidaba en su alma sentimientos de compasión y entereza. A este baño trágico lo llamaban los griegos catarsis. 

Se reconoce muy fácilmente que una grabación de vídeo tiene ciertos años. Aunque las imágenes sean en color, los vídeos caseros de los años 80, por ejemplo, están cubiertos de una especie de polvo que desvive los colores, difumina los contornos, robotiza los movimientos. Puede que lo mismo ocurra con los recuerdos, en realidad. 

No es lo mismo estar solo que sentirse solo. El verbo sentirse es de los llamados pronominales, lo que significa que necesita un pronombre para conjugarse (yo me siento…, tú te sientes…). Muchos de estos verbos pronominales expresan una acción o un estado que ocurre en el sujeto sin que este participe conscientemente de ella, como cuando decimos ella se cayó o él se avergonzó

No me gusta nada la expresión, tan de moda en los últimos años entre políticos y analistas de la actualidad, de “ganar el relato”. No me gusta porque me parece fea, pero reconozco que es acertada. El “relato”, la narración, el modo en que se nos cuenta un hecho configura una realidad u otra, y, claro, la herramienta es poderosa en manos de los poderosos. Cosa distinta es cuando ese relato surge de la gente, aunque luego sea recogido por periodistas o publicistas.

A veces uno quisiera ser insignificante, como lo es para nosotros, ególatras mortales, una mosca o un ladrillo. No se trata de ser despreciable, sino de ser poca cosa. No es que uno se crea imprescindible para el mundo; claro que no. Pero lo cierto es que en ocasiones parece que el entramado de la vida le ha colocado a uno en una red en la que no sabe si es araña, presa o tela.

Sale uno de San, el libro de los milagros,como recién parido del vientre de una vaca, expulsado de las raíces de la tierra, allá donde el instinto habla con la luna, arrancado de ese mundo que, a pesar de todo, aún merodea en nuestras tripas, cuyo pálpito todavía podemos sentir en el alma del bosque, que nos olisquea entre extrañado y tal vez algo nostálgico cuando nos reclama con su olor de tierra húmeda y vísceras abiertas; expulsados en fin a este tiempo nuestro de acero y cristal.

En esta obra Juan Diego Botto es Federico García Lorca, pero, a un tiempo, y en determinados momentos, Federico es Juan, lo que le permite al autor moverse de una época a otra con ingeniosa facilidad. El texto se vale de la excusa de la tendencia a la dispersión del personaje para engarzar anécdotas, reflexiones, discursos y confesiones en una pieza que, hecha a retales, da un resultado monolítico, indisoluble, redondo como piedra de molino, porque quien está ahí es alguien tan real, tan palpable como quien lo escucha.

Entonces el espejo sufre porque es inútil, una puerta tapiada, un aullido enjaulado, un vivo enterrado, esperando la mano de quien puede desenterrarlo.En la canción, Nico acaba repitiendo una y otra vez “seré tu espejo, seré tu espejo”, hasta que su voz se diluye en el silencio.

Miró alrededor. Estaba sentado en un sofá que no veía. Frente a él, ninguna pared visible separaba su salón del de la casa contigua; su vecina planchaba moviendo las caderas al ritmo de un rock antiguo. A su espalda, la fachada dejaba paso a la avenida arbolada con su hilera de coches en el semáforo.

© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto
 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris