MADRID, 13 (OTR/PRESS) Vaya por delante que, si yo hubiese tenido conocimiento de los wasaps cruzados entre Pedro Sánchez y Abalos, que son hoy la comidilla en todos los cenáculos y mentideros, los hubiese publicado exactamente igual que han hecho mis compañeros de El Mundo en esta ocasión, y de otros periódicos en otras. Los periodistas, en estos casos, entiendo -al menos son las reglas por las que he procurado regirme durante toda mi vida profesional- solo tenemos que atenernos a dos requisitos: asegurarnos de que sea verdad lo que publicamos y que tenga un interés público, no solo privado. Es decir, en el debate que algunos, sobre todo desde Gobierno y PSOE, quieren abrir acerca de la improcedencia de publicar conversaciones privadas, me parece que la razón corresponde a mis colegas: lo que está trascendiendo de los famosos wasaps de Abalos tiene interés político, aunque no tenga trascendencia judicial. Muestran el talante del gobernante Sánchez y su rechazo a cualquier posición crítica en su partido y en su entorno. Entiendo que son muy pocos los que podrían resistir una transcripción de sus conversaciones y mensajes privados, pero entiendo también que el presidente del Gobierno está obligado a mantener actitudes muy diferentes a las que muestra en sus charlas con su 'hombre de confianza' Abalos, y a guardar una discreción verbal y una elegancia en su proceder que, desde luego, no guarda. Una vez dicho esto, y repitiendo que creo que mis compañeros de investigación de tantos periódicos hacen una labor muy estimable para la sociedad, precisamente porque a los poderes no les gusta que publiquen, y solo lo que alguien no quiere que se publique es noticia, tengo que admitir que aquí pasan cosas raras. Las filtraciones, a uno y otro lado, de lo que investiga la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y/o de ciertos sumarios judiciales es algo demasiado frecuente como para creer que sea una mera casualidad. El cerco alrededor del cuello de Sánchez se estrecha, y ni el Gobierno, con las salidas de tono enfurecidas de algunos ministros, ni el PSOE, con su silencio pertinaz mientras le salpica el barro, están sabiendo contrarrestar el peligro. Debo decir que no por mucho más cayeron estrepitosamente los partidos socialistas francés e italiano, por ejemplo. Y, a este paso, me resulta difícil creer que el Partido Socialista, el más histórico y combativo durante tantos años, sobreviva con bien a la 'era Sánchez', que es la era Santos Cerdán y de Abalos. Y hasta de Koldo. Así, no.
|