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Fernando Jáuregui
La semana política
Fernando Jáuregui

El mundo cambia; Pedro Sánchez no cambia ni una cara

MADRID, 7 (OTR/PRESS) La verdad es que, oyendo a Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso en su bucólico relato sobre el día del apagón, uno casi tenía la impresión de que había sido un día de fiesta más. Escuchando, en la misma sesión parlamentaria, a Alberto Núñez Feijoo o a Santiago Abascal, la sensación era la de que nos hallamos en un país en quiebra, casi en peligro de no supervivencia tras las jornadas de oscuridad y de caos ferroviario.

Las dos Españas ciertamente no han limado sus fronteras, sino que parecen estar elevando las barreras entre ellas. En un mundo que cambia acelerada y preocupantemente, no cabe otro remedio que pensar que en nuestro país nada se mueve en lo sustancial. Es la hora de las grandes reformas y de los grandes acuerdos y la estamos dejando pasar.

"¿Qué se ha creído que es?", interpeló el presidente del Partido Popular a Pedro Sánchez en la sesión en la que el jefe del Gobierno compareció para explicar el apagón y para hablar de los gastos en defensa y seguridad. Para Feijoo, el presidente del Gobierno ni acertó a explicar las causas últimas del corte de la luz el pasado día 28 ni pudo tampoco aclarar a los españoles cómo se van a pagar los diez mil cuatrocientos millones que exige la OTAN a nuestro país en aumento de gastos de defensa. Para Feijoo, Sánchez no tiene nada: ni cohesión en su Gobierno, ni una mayoría en el Parlamento, ni siquiera Presupuestos. Asegurar una mayoría parlamentaria o ir a elecciones es la receta que ofreció el líder de la oposición para salir de este trance, en un tono crecientemente airado hacia Sánchez que hace alejarse cualquier esperanza de acuerdo, incluso frente a los aranceles norteamericanos, entre las dos fuerzas políticas mayoritarias en el país.

La sesión parlamentaria se convirtió casi en un debate sobre el estado de la nación, con algunas referencias a los temas internacionales, pero sin especiales alusiones específicas al inquilino de la Casa Blanca, que se sigue beneficiando de las elipsis gubernamentales (y de la oposición) a la hora de referirse e a su política de destrucción de casi todo lo que había estado vigente hasta ahora. Y es precisamente esta constatación, la de que se está destruyendo todo un 'statu quo' vigente en el mundo hasta la llegada de la Administración republicana al gobierno norteamericano, lo que echamos de menos en el debate parlamentario, muy importante sin duda, de este miércoles. "Este debería estar siendo un debate de Estado y no lo está siendo", declaró, pienso que con razón, el republicano catalán Gabriel Rufián en su intervención.

Precisamente en el mismo día en el que una Institución tan clave para la estabilidad mundial como la Iglesia católica comenzaba a elegir a su nuevo máximo responsable en la que será una indudable nueva era, a pocas horas de que dos potencias nucleares, India y Pakistán, se enzarzasen en una nueva acometida, un debate parlamentario en la cuarta potencia del euro hubiese reclamado seguramente tonos y contenidos diferentes, más allá del continuismo en el duelo a garrotazos entre el Gobierno y la oposición y mucho más allá, desde luego, de dogmas ideológicos o de acusaciones sin pruebas. Como por ejemplo, sugerir, como sugirió Sánchez, que quien defiende el aplazamiento en el cierre de centrales nucleares lo hace impulsado por intereses de 'lobbies'; Rufián fue más lejos sugiriendo pagos 'bajo cuerda' "para que algunos se forren". Así estuvieron las cosas en el Legislativo de España.

Feijoo comenzó su intervención diciendo enfáticamente que un apagón en la cuarta potencia de la UE no puede tolerarse sin dimisiones. O sin ceses, es de suponer. La verdad es que Sánchez pasó por el difícil trance de abordar la explicación sobre la 'jornada negra' del día 28 tratando de minimizar su alcance y sin culpar a ninguno de los estamentos a los que desde los medios o desde la oposición se han pedido explicaciones más completas: claro que ni el Gobierno ni Red Eléctrica tienen la culpa (no toda al menos) del corte de luz, pero el episodio no puede sustanciarse sin más. Seguramente, aunque no fuese más que cosméticamente, este episodio no podría subsanarse sin algún cambio de caras. Pero ni eso parece querer cambiar Sánchez por mucho que el resto del mundo se empeñe en instalarse en un Cambio que, al fin, puede que no sea del todo beneficioso, por lo que vamos viendo. Y precisamente por eso mismo es urgente afrontarlo para aprovecharnos de él. O defendernos de él.

Tras cinco semanas de agitación política y ausencia de los actos parlamentarios, Pedro Sánchez comparece por fin este miércoles en la Cámara Baja para someterse a la sesión de control parlamentario y también para hablar, a petición propia y de otros grupos parlamentarios, de las tres cuestiones que esencialmente animan hoy el panorama político: la política de seguridad europea y las inversiones en Defensa y la polémica energética tras el 'apagón' casi sin precedentes de la semana pasada. Y se supone que también de cómo afrontar los hoy imprevisibles aranceles que imponga la Administración republicana de los Estados Unidos.

6 de mayo de 2025.

Conste que no soy yo quien llama 'el tipo ese' a ese tipo. Ha sido su predecesor en el despacho más poderoso del mundo quien lo ha calificado así, porque ni nombrarle quiere. El tipo ese bate cada día sus propios récords de desfachatez, mala educación y despropósitos. A mí, que estoy lejos de ser un fanático, y menos apóstol, de religión alguna, me ha causado profunda irritación que ese tipo haya lanzado en su propia red social, llena de provocaciones y mentiras, como no podía ser de otro modo, una fotografía de él mismo, vestido por la Inteligencia Artificial -que misiones más altas debería tener-- de Papa de Roma. Ahora que va a comenzar el cónclave de la nueva era, para la Iglesia católica y para el mundo, se ha permitido decir que le gustaría "ser Papa; creo que sería un gran Papa, nadie lo haría mejor que yo". Y ya, de paso...

5 de mayo de 2025.

Lo peor de los puentes festivos es que se acaban. Y retornamos a las viejas rutinas. Nosotros y, claro, quienes nos representan o aspiran a ello. Los dinosaurios siguen ahí, y son cada día más. El tan citado dinosaurio de Monterroso siempre está aguardando, en forma de comparecencias judiciales de Aldama, Koldo, quizá Abalos, el 'caso fiscal general', Begoña Gómez. Y claro, mirando hacia otro aspecto del renacido Jurásico, el dinosaurio que habita en el despacho oval se mantiene en la contumacia, ajeno a los 'puentes', que él ya se toma los que quiere para jugar al golf en Mar-a-Lago mientras mantiene acogotado al planeta. Así que ahora los simples mortales nos reintegramos a las viejas pesadillas y nos encontramos con Dinosauriolandia. A saber:

4 de mayo de 2025.

Hay quien se escandaliza ante el hecho de que nadie del Gobierno pueda o quiera asistir a los actos madrileños del 2 de mayo (y no, esto no es solamente culpa del Gobierno, claro). La verdad, ni entiendo el escándalo ni, menos, la necesaria presencia ministerial en los fastos de la Puerta del Sol. Antes, en estos días de luminosidad recuperada, nos hemos escandalizado ante la baja presencia de miembros del Ejecutivo, comenzando porque el presidente tardó seis horas en comparecer a tratar de explicar algo, cuando, de pronto, la oscuridad se hizo. ¿Dónde, dónde están nuestros representantes gubernamentales, los que llevan el timón de la patria?

3 de mayo de 2025.

Hay fiestas tradicionales que ya no se sostienen tal y como están. El huracán del Cambio las vuelve del revés, las vacía de sentido. ¿Qué tiene que ver hoy la celebración del 1 de mayo con aquella fiesta reivindicativa en la que los obreros -palabra el desuso-salían a la calle, a veces jugándose el tipo, para reivindicar un trato más justo por parte de los patronos? Pertenezco a aquella generación para la que salir en una manifestación era un riesgo, acrecentado en una fecha odiada por el franquismo, como el 1 de mayo.

2 de mayo de 2025.

"¿Podemos irnos de puente, ahora que ha pasado el Apocalipsis?". Esta pregunta, lanzada en una radio por uno de mis más respetados comunicadores, resume perfectamente el estado de las cosas. Nos empeñamos en que ha vuelto la normalidad porque ha regresado la luz y se han despejado de viajeros tumbados en el suelo las estaciones ferroviarias. Yo diría más bien que hemos recuperado la (a)normalidad que nos preside desde hace años y que el día menos pensado viene y nos da otro susto, a saber qué susto; porque, de momento, la situación es tan anómala que ni siquiera hay explicaciones definitivas de por qué de pronto se nos fue la luz.

1 de mayo de 2025.
 
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