MADRID, 6 (OTR/PRESS) "España y Cataluña, somos sociedades, somos países extraordinarios". Lo dijo Pedro Sánchez en Barcelona en el transcurso de un acto organizado por el Círculo de Economía. Dado que nos tiene acostumbrados a cambiar mucho de ideas pero no a dar puntadas sin hilo -de hecho todas sus contorsiones apuntan a mantenerse en el poder a costa de lo que sea-, sus palabras han desatado no pocas suspicacias. Sabido de lo urgido que está de complacer a Junts, el grupúsculo separatista que le exige nuevas concesiones a cambio de sus votos, hay quien ha relacionado lo dicho en Barcelona como un guiño a quienes le están presionando para que el Gobierno español reconozca la "singularidad nacional" de Cataluña. Quimera política a favor de la que lleva tiempo predicando el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Si no se trata de un lapsus -interpretación que recorre como disculpa algunos de los relatos de los medios afines al sanchismo- podríamos estar ante un paso más de los muchos que viene dando Sánchez -los indultos, la amnistía, la rebaja de la malversación, etc.- en la dirección de avanzar y consolidar la agenda de los partidos separatistas ERC y Junts que vienen siendo sus interesados socios parlamentarios. La precariedad del PSOE en el Congreso ha llevado al Gobierno a renunciar a presentar un proyecto de Presupuestos, incumpliendo el mandato de la Constitución y a no presentar proyectos de ley ante el fundado temor de perder las votaciones. Un hecho que tratan de compensar recurriendo a la vía del decreto ley. Una anomalía que tiene explicación en el desprecio al Parlamento que ya en su día anunció Sánchez cuando dijo estar dispuesto a gobernar "con o sin el respaldo del poder legislativo". Con arreglo a los usos democráticos en la actual situación de bloqueo lo normal, incluso lo decente, sería reconocer la situación y convocar elecciones. Pero no son esos sus planes. Sabido que pretende llegar como sea a 2027, Sánchez parece dispuesto a conceder lo que le exijan los separatistas. Así las cosas, lo que dijo en Barcelona quizá no se tratara de un lapsus. Cosa diferente es avizorar qué piensa hacer para contentar a sus acreedores separatistas convirtiendo en realidad su quimera .
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