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MADRID, 7 (OTR/PRESS) Salir a jugar para ganar fortalece el ánimo, pero salir a jugar como si ya se hubiera ganado, anticipa la derrota. Seguramente en el Partido Popular no lo creen así, y por eso se presenta en la campaña electoral (ya es campaña, siempre es campaña) anunciando los pormenores de su revolución, sus derogaciones de leyes y sus bailes ministeriales como si el asalto a La Moncloa fuera ya cosa hecha.
Se ve que el PP confía más en los sondeos que en la calidad de sus propuestas, cosa natural si se piensa que éstas consisten exclusivamente en destruir toda la obra legislativa edificada en los últimos años. Moderación o espíritu conciliador muestro poco, ninguno, toda vez que esas leyes a las que quiere meter un petardazo son fruto de la voluntad de una mayoría de españoles, expresada en el Legislativo por la mayoría parlamentaria correspondiente. Pero, en fin, Feijóo, como Atila, no tiene intención de que quede una brizna de hierba al paso de su caballo, y esa intención, expuesta sin ambages, pudiera adquirir tintes dramáticos si llegara a materializarse con el caballo herrado por Vox.
"Derogar el sanchismo", tal es la idea-fuerza programática de la derecha, aunque de idea tiene poco, a menos que se considere producto de la inteligencia semejante memez. O el PP y Vox creen a pies juntillas que la gente es boba, incapaz de calibrar la acción del actual Gobierno en sus justos términos, así en lo tocante a la pacificación de Cataluña como en la superación de epidemias, guerras, sequías y crisis financieras, o, efectivamente, suponen que el resultado de los sondeos es el resultado de las urnas.
Derogar el sanchismo. Casi nada. Y para ello, dos buenos pepinazos: uno, a la Ley de Memoria Democrática, a la memoria, y el otro, a la igualdad, que, ciertamente, no ha sido ni representada ni defendida sensatamente por el ministerio de ese nombre, el de Irene Montero y sus amigas, pero que es la piedra angular de la democracia, la justicia y el progreso. La igualdad, Pues bien; Feijóo no es que quiera suprimir Igualdad, sino algo peor, meterlo en Sanidad, como si fuera una patología. Sin cortarse un pelo. Es lo que tiene salir a jugar como si ya se hubiera ganado.
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