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La Navidad tradicional es una parodia de la Natividad en Belén

Navidad fraudulenta

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La Navidad que hemos creado con la Tradición es una mentira y lo más grave es que desde la cuna acostumbramos a los niños a vivir en la farsa. Hemos envuelto a los infantes con algodón en el intento de mantenerlos en una inocencia de la que carecen. Por fecundación son concebidos pecadores por lo que necesitan conocer la verdad para conseguir deshacerse de la Navidad tradicional que no les aporta la felicidad que los padres desean para sus hijos.


La Navidad mentira ilusiona a los niños con una alegría perecedera que les proporcionan los regalos que reciben. Estos excitan sus sentidos que es la consecuencia de que la glándula de la felicidad segregue la hormona que produce la sensación de placer.


La Navidad tradicional es una media verdad que se transforma en una gran mentira, por esto necesita la fanfarria que le acompaña. La verdadera Navidad no necesita embellecedores externos. La Verdad posee luz propia y no necesita el glamur externo con que se cubre la gran mentira de desviar del propósito central de anunciar la encarnación del Hijo de Dios en la persona de Jesús con el propósito de morir en la cruz para el perdón de los pecados. La Navidad tradicional es una festividad pagana recubierta de un barniz cristiano que se convierte en una celebración religiosa vacía de contenido, siendo una exaltación a la sensualidad, invitando a niños y adultos al consumismo compulsivo. Esta Navidad sensual y consumista es una invitación a agravar la situación de los ancianos que se lo pasan mal debido a la soledad en que se encuentran y por las dificultades económicas por las que atraviesan que les impide participar del torbellino del despilfarro. La Navidad que celebran las masas es contraria al espíritu evangélico de dar sin esperar nada a cambio. Los regalos navideños tienen contraprestación, Yo regalo, tú me regalas. Doy porque espero algo a cambio. También alienta el espíritu narcisista porque despierta una carrera para ver quien hace el regalo más ostentoso


La Navidad que se celebra envuelta de lucecitas chispeantes, de muchedumbres que dan la bienvenida a los reyes Magos de Oriente cargados de regalos para repartir, no es cristiana. Satanás que se disfraza de ángel de luz para engañar a los incautos se preocupa de que el Hijo de Dios que en Belén se encarna en la persona de Jesús no sea conocido integralmente. Se pronuncia el nombre Jesús, sí, pero se ignora su significado. Una verdad a medias es peor que una mentira al descubierto.


La Natividad de hace 2000 años, excepto la apariencia, no tiene nada en común con la Navidad actual. Alguien es el responsable de su deterioro. La documentación histórica se encarga de demostrar que la Navidad actual es una cristianización de las Saturnales paganas que empezó en el momento en que el cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio romano. La mejor manera de atraer a las masas paganas hacia la iglesia fue aceptar sus divinidades y bautizándolas con nombres cristianos. Esta mentira cobra un fuerte peaje al convertir al Jesús histórico en un Jesús mitológico, un ser mágico en el panteón de los mitos paganos.


La iglesia cristiana en general pierde influencia en la sociedad pagana actual porque se ha despojado de la Verdad que debería transmitir. Los mitos, las fábulas, no satisfacen porque son mentira. La iglesia con su tolerancia, sin enunciar en voz alta el paganismo que se ha infiltrado en su interior, devalúa su testimonio. El mensaje que predica no es el adecuado para despertar a las personas del sueño mortal en que se encuentran.


Pienso que <b>David Arosa</b> hace diana cuando refiriéndose a la degradación a que ha llegado la Iglesia católica en concreto, pero que es aplicable a las iglesias en general, a pesar de que puede ser que no sea consciente de ello, cuando dice: “Hoy se desconfía, se siente rechazo de cualquiera que hable en nombre de una autoridad externa. Incluyendo a quien habla de Dios. Por esto a la Iglesia le cuesta hablar el mensaje en la sociedad. El testimonio da más credibilidad que la doctrina. Es importante, por esto, el giro en las formas que ha hecho Francisco, aun cuando la doctrina básica no cambie, ni puede hacerlo”. de la Cierva opina que la gente no se fija en la belleza de la doctrina salvadora, sino que comprueba si quien la propone merece ser escuchado”.


Indiscutiblemente el portador del Evangelio debe ser persona de buena reputación entre los incrédulos. A la vez debe ser portador de la sana doctrina sin la cual no se puede conseguir la conversión a Cristo. La confusión que la iglesia crea en la sociedad actual se debe a que la doctrina que enseña no es genuinamente cristiana. Esconde la verdad bíblica que únicamente en Jesús se encuentra la salvación y la vida eterna.


<b>David Arosa</b> ve con buenos ojos que las formas papales cambien en la persona de Francisco, “aun cuando la doctrina básica no cambie, ni pueda hacerlo”. Aquí se encuentra la causa de que la iglesia pierda credibilidad en el mundo. La doctrina que proclama es una mezcla de Evangelio y humanismo. El resultado es un mensaje que no salva. Si algún poder tiene es que convierte a las personas a una religión, pero no a Jesús que salva.


He dicho que la Navidad actual s una gran mentira. Lo digo porque la Verdad del Evangelio no se encuentra en ella. La renovación de la iglesia no Se consigue mientras en su seno no se encuentren personas convertidas en imagen y semejanza de Jesús por su conversión a Él. Solamente con personas de esta clase se podrá restablecer la credibilidad que la iglesia ha perdido por su transitar por el camino ancho del sincretismo religioso. “Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, dice el Señor

Navidad fraudulenta

La Navidad tradicional es una parodia de la Natividad en Belén
Octavi Pereña
viernes, 29 de diciembre de 2017, 06:44 h (CET)

La Navidad que hemos creado con la Tradición es una mentira y lo más grave es que desde la cuna acostumbramos a los niños a vivir en la farsa. Hemos envuelto a los infantes con algodón en el intento de mantenerlos en una inocencia de la que carecen. Por fecundación son concebidos pecadores por lo que necesitan conocer la verdad para conseguir deshacerse de la Navidad tradicional que no les aporta la felicidad que los padres desean para sus hijos.


La Navidad mentira ilusiona a los niños con una alegría perecedera que les proporcionan los regalos que reciben. Estos excitan sus sentidos que es la consecuencia de que la glándula de la felicidad segregue la hormona que produce la sensación de placer.


La Navidad tradicional es una media verdad que se transforma en una gran mentira, por esto necesita la fanfarria que le acompaña. La verdadera Navidad no necesita embellecedores externos. La Verdad posee luz propia y no necesita el glamur externo con que se cubre la gran mentira de desviar del propósito central de anunciar la encarnación del Hijo de Dios en la persona de Jesús con el propósito de morir en la cruz para el perdón de los pecados. La Navidad tradicional es una festividad pagana recubierta de un barniz cristiano que se convierte en una celebración religiosa vacía de contenido, siendo una exaltación a la sensualidad, invitando a niños y adultos al consumismo compulsivo. Esta Navidad sensual y consumista es una invitación a agravar la situación de los ancianos que se lo pasan mal debido a la soledad en que se encuentran y por las dificultades económicas por las que atraviesan que les impide participar del torbellino del despilfarro. La Navidad que celebran las masas es contraria al espíritu evangélico de dar sin esperar nada a cambio. Los regalos navideños tienen contraprestación, Yo regalo, tú me regalas. Doy porque espero algo a cambio. También alienta el espíritu narcisista porque despierta una carrera para ver quien hace el regalo más ostentoso


La Navidad que se celebra envuelta de lucecitas chispeantes, de muchedumbres que dan la bienvenida a los reyes Magos de Oriente cargados de regalos para repartir, no es cristiana. Satanás que se disfraza de ángel de luz para engañar a los incautos se preocupa de que el Hijo de Dios que en Belén se encarna en la persona de Jesús no sea conocido integralmente. Se pronuncia el nombre Jesús, sí, pero se ignora su significado. Una verdad a medias es peor que una mentira al descubierto.


La Natividad de hace 2000 años, excepto la apariencia, no tiene nada en común con la Navidad actual. Alguien es el responsable de su deterioro. La documentación histórica se encarga de demostrar que la Navidad actual es una cristianización de las Saturnales paganas que empezó en el momento en que el cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio romano. La mejor manera de atraer a las masas paganas hacia la iglesia fue aceptar sus divinidades y bautizándolas con nombres cristianos. Esta mentira cobra un fuerte peaje al convertir al Jesús histórico en un Jesús mitológico, un ser mágico en el panteón de los mitos paganos.


La iglesia cristiana en general pierde influencia en la sociedad pagana actual porque se ha despojado de la Verdad que debería transmitir. Los mitos, las fábulas, no satisfacen porque son mentira. La iglesia con su tolerancia, sin enunciar en voz alta el paganismo que se ha infiltrado en su interior, devalúa su testimonio. El mensaje que predica no es el adecuado para despertar a las personas del sueño mortal en que se encuentran.


Pienso que <b>David Arosa</b> hace diana cuando refiriéndose a la degradación a que ha llegado la Iglesia católica en concreto, pero que es aplicable a las iglesias en general, a pesar de que puede ser que no sea consciente de ello, cuando dice: “Hoy se desconfía, se siente rechazo de cualquiera que hable en nombre de una autoridad externa. Incluyendo a quien habla de Dios. Por esto a la Iglesia le cuesta hablar el mensaje en la sociedad. El testimonio da más credibilidad que la doctrina. Es importante, por esto, el giro en las formas que ha hecho Francisco, aun cuando la doctrina básica no cambie, ni puede hacerlo”. de la Cierva opina que la gente no se fija en la belleza de la doctrina salvadora, sino que comprueba si quien la propone merece ser escuchado”.


Indiscutiblemente el portador del Evangelio debe ser persona de buena reputación entre los incrédulos. A la vez debe ser portador de la sana doctrina sin la cual no se puede conseguir la conversión a Cristo. La confusión que la iglesia crea en la sociedad actual se debe a que la doctrina que enseña no es genuinamente cristiana. Esconde la verdad bíblica que únicamente en Jesús se encuentra la salvación y la vida eterna.


<b>David Arosa</b> ve con buenos ojos que las formas papales cambien en la persona de Francisco, “aun cuando la doctrina básica no cambie, ni pueda hacerlo”. Aquí se encuentra la causa de que la iglesia pierda credibilidad en el mundo. La doctrina que proclama es una mezcla de Evangelio y humanismo. El resultado es un mensaje que no salva. Si algún poder tiene es que convierte a las personas a una religión, pero no a Jesús que salva.


He dicho que la Navidad actual s una gran mentira. Lo digo porque la Verdad del Evangelio no se encuentra en ella. La renovación de la iglesia no Se consigue mientras en su seno no se encuentren personas convertidas en imagen y semejanza de Jesús por su conversión a Él. Solamente con personas de esta clase se podrá restablecer la credibilidad que la iglesia ha perdido por su transitar por el camino ancho del sincretismo religioso. “Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, dice el Señor

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