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No vuelva a equivocarse, señor Rajoy

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Usted, señor Presidente, se equivocó en su entrevista televisada al referirse a la manifestación catalana del dia siguiente. Los hechos posteriores  han venido a corraborar esta modesta opinión de observador.

Se equivocó usted en lo que dijo, como lo dijo y en el momento que lo dijo. El sentido de la   masiva manifestación que iba a celebrarse, no podía ser  calificada como un simple "lio" o "algarabía", ni se podia tratar en tono despectivo,  y fue inoportuno el momento. Estaba cantado que sería algo importante, por mucho que pueda ser valorada de distinta manera, en sí misma y en su oportunidad.

Todo esto molestó a muchos ciudadanos de Catalunya y les alentó a su participación. Se comprende que usted esté en otra onda de preocupaciones globales cuando la crisis nos sacude a todos duramente y debe tomar decisiones muy serias. Pero hay cosas que pueden parecer de segundo orden desde su enorme responsabilidad de presidente del gobierno de España en estas difíciles circunstancia, pero que deben ser atendidas, o al menos, tratadas con sumo cuidado. Y no lo hizo; mejor dicho, lo hizo mal. Y así, han empeorado.
 
Ahora, señor Rajoy, se ve en la coyuntura de tener que tratar el tema de la financiación catalana con el president de la Generalitat. Asunto difícil y delicado. Se le presenta como propuesta de "pacto fiscal" aprobada mayoritariamente  por el Parlament de Catalunya y con el apoyo de una gran manifestación popular -que no representa necesariamente la voluntad de todos los catalanes, pero sí de una parte muy significativa- cuyo clamor iba mucho más allá: la independencia. No es una broma.

No se vuelva a equivocar. El sentimiento nacionalista está en expansión, y en muy buena parte a causa de la mala política y, a veces, incluso el  desdén con que se tratan los asuntos de "la cuestión catalana" desde el tradicional centralismo español. Téngalo muy presente. No se escude en los excesos y desconsideraciones que también desde Catalunya se cometen con demasiada frecuencia. Sería de mal político.

Alguien ha dicho que usted es el presidente español adecuado –por flexible, moderado y saber escuchar- para tratar o encauzar de alguna forma esta cuestión o al menos algunas de sus facetas calientes. La financiación lo es. Si la economía catalana ha tirado tradicionalmente del carro de la economía  española, evitemos que una redistribución mal hecha acabe matando la gallina de los huevos de oro.
 
Llámese "pacto fiscal" u otra cosa, desde Madrid hay que ser sensible a la realidad, tanto o más que a las reivindicaciones literales. Alguna forma habrá para evitar que el perjuicio de una parte del país no comporte un daño global. Sin gallina no hay huevos. Y precisamente el trato inadecuado a la gallina catalana, que perjudica a todos, es ahora  uno de los factores más decisivos del incremento del malestar expresado en la manifestación de Barcelona y de la extensión del sentimiento nacionalista, cada vez más radicalizado; es decir, separatista.

No se equivoque otra vez, señor Rajoy. Usted tiene una desventaja respecto a su antecesor señor Zapatero, que mentía prometiéndolo todo  descaradamente sin ruborizarse. Usted trata de ser más sincero, y la sinceridad no siempre ayuda a hacer política. Pero debe ser sensible y realista. Hay cosa que deben tratarse con prudencia, pero también con ganas de encauzarlas. Como en los juicios, siempre es mejor un mal acuerdo que un buen pleito. Los ruidos de ruptura, aunque puedan tener mucho de ficción, dañan la convivencia, ahuyentan los capitales y ahondan la crisis.

No debe pedírsele a usted que se baje los pantalones, pero busque buenos sastres -para trajes a medida- para todos.

No vuelva a equivocarse, señor Rajoy

Wifredo Espina
jueves, 13 de septiembre de 2012, 06:53 h (CET)
Usted, señor Presidente, se equivocó en su entrevista televisada al referirse a la manifestación catalana del dia siguiente. Los hechos posteriores  han venido a corraborar esta modesta opinión de observador.

Se equivocó usted en lo que dijo, como lo dijo y en el momento que lo dijo. El sentido de la   masiva manifestación que iba a celebrarse, no podía ser  calificada como un simple "lio" o "algarabía", ni se podia tratar en tono despectivo,  y fue inoportuno el momento. Estaba cantado que sería algo importante, por mucho que pueda ser valorada de distinta manera, en sí misma y en su oportunidad.

Todo esto molestó a muchos ciudadanos de Catalunya y les alentó a su participación. Se comprende que usted esté en otra onda de preocupaciones globales cuando la crisis nos sacude a todos duramente y debe tomar decisiones muy serias. Pero hay cosas que pueden parecer de segundo orden desde su enorme responsabilidad de presidente del gobierno de España en estas difíciles circunstancia, pero que deben ser atendidas, o al menos, tratadas con sumo cuidado. Y no lo hizo; mejor dicho, lo hizo mal. Y así, han empeorado.
 
Ahora, señor Rajoy, se ve en la coyuntura de tener que tratar el tema de la financiación catalana con el president de la Generalitat. Asunto difícil y delicado. Se le presenta como propuesta de "pacto fiscal" aprobada mayoritariamente  por el Parlament de Catalunya y con el apoyo de una gran manifestación popular -que no representa necesariamente la voluntad de todos los catalanes, pero sí de una parte muy significativa- cuyo clamor iba mucho más allá: la independencia. No es una broma.

No se vuelva a equivocar. El sentimiento nacionalista está en expansión, y en muy buena parte a causa de la mala política y, a veces, incluso el  desdén con que se tratan los asuntos de "la cuestión catalana" desde el tradicional centralismo español. Téngalo muy presente. No se escude en los excesos y desconsideraciones que también desde Catalunya se cometen con demasiada frecuencia. Sería de mal político.

Alguien ha dicho que usted es el presidente español adecuado –por flexible, moderado y saber escuchar- para tratar o encauzar de alguna forma esta cuestión o al menos algunas de sus facetas calientes. La financiación lo es. Si la economía catalana ha tirado tradicionalmente del carro de la economía  española, evitemos que una redistribución mal hecha acabe matando la gallina de los huevos de oro.
 
Llámese "pacto fiscal" u otra cosa, desde Madrid hay que ser sensible a la realidad, tanto o más que a las reivindicaciones literales. Alguna forma habrá para evitar que el perjuicio de una parte del país no comporte un daño global. Sin gallina no hay huevos. Y precisamente el trato inadecuado a la gallina catalana, que perjudica a todos, es ahora  uno de los factores más decisivos del incremento del malestar expresado en la manifestación de Barcelona y de la extensión del sentimiento nacionalista, cada vez más radicalizado; es decir, separatista.

No se equivoque otra vez, señor Rajoy. Usted tiene una desventaja respecto a su antecesor señor Zapatero, que mentía prometiéndolo todo  descaradamente sin ruborizarse. Usted trata de ser más sincero, y la sinceridad no siempre ayuda a hacer política. Pero debe ser sensible y realista. Hay cosa que deben tratarse con prudencia, pero también con ganas de encauzarlas. Como en los juicios, siempre es mejor un mal acuerdo que un buen pleito. Los ruidos de ruptura, aunque puedan tener mucho de ficción, dañan la convivencia, ahuyentan los capitales y ahondan la crisis.

No debe pedírsele a usted que se baje los pantalones, pero busque buenos sastres -para trajes a medida- para todos.

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