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¿Por qué se ponen en la puerta de la Iglesia?

Paseo por la ciudad, el buen tiempo en la extremada meseta anima a salir y disfrutar de parques y jardines
Pedro de Hoyos
viernes, 18 de mayo de 2012, 07:01 h (CET)
Las calles están llenas, las terrazas en esta crisis también. Allí enfrente la sede del PSOE tiene las ventanas abiertas, deben estar trabajando duro por el futuro del país; más allá está la de Comisiones Obreras y un poco más allá, en una zona antigua la de UGT. En la esquina del otro lado, oculta por otros edificios está la del PP. Fachadas diáfanas, puertas abiertas, grandes mentes detrás para proteger a los obreros o a los parias de la Tierra. También para ayudar a las clases medias.

Dos calles más allá, la iglesia del santo patrón de la localidad. Salen de misa señoras enseñoreadas, señores de postín, personas de aire respetable que quizá luego no lo sean tanto. Grandes puertas de madera, arcos y arquivoltas, sillares románicos y góticos. Dos ancianos renegridos, sucios de pura suciedad, envueltos en abrigos tan viejos como ellos pero impropios de este tiempo.

Miran con ojos pedigüeños y aire ascético a los piadosos que abandonan la iglesia, tienden la mano, reclaman una limosna por el amor de Dios. Algunos la entregan, otros pasan rápidamente para encaminarse al bar, a casa o a las obligaciones. Lo he visto más tardes, más mañanas. Lo he visto los días de diario y también los domingos y fiestas de guardar: Los pobres nunca se instalan junto a las sedes de los partidos ni junto a las de los sindicatos, siempre se colocan junto a la iglesia. ¿Por qué?

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