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Frente a las amenazas del poder, siempre funcionaron los contrapesos. Hacen posible la libertad individual, que es la única real, aunque veces no seamos conscientes de la misma, pues se trata de una condición, como la salud, que solo se valora cuando se pierde. Los tiranos, o aspirantes a serlo, persiguen siempre el objetivo de concentrar todos los poderes. Para evitar que lo logren, están los contrapesos.
Es curioso cuánto se habla de la dignidad personal sin estar plenamente identificados con dicha entidad. En la referencia exclusiva al hecho de haber nacido, como portadores de condiciones esenciales en concreto, aún no habremos intervenido en su configuración. Tiene su miga hablar de esa dignidad, si prescindimos de la valoración de las características básicas de la persona.
La presidenta peruana ha resuelto un aumento salarial del 125%. Si esto se diera, para los que perciben la remuneración mínima vital mensual de S/1,130, implicaría subirla a S/2,542.50. Ciertamente, aún sigue siendo insuficiente, pero mejoraría la calidad de vida de la población y haría que crezca la demanda, el mercado interno y la producción agropecuaria e industrial para el consumo interno. Sin embargo, dicho aumento solo se aplica a la mismísima presidenta.
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