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Etiquetas | Elecciones Andaluzas
Los andaluces han elegido soberanamente seguir como están: enhorabuena… y pelillos a la mar. Felicitaciones también para los asturianos, que quieren más de lo mismo: mordiscos e ingobernabilidad. Esto marcha

Sarna con gusto

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El pueblo soberano habló en las urnas, y eligió a su dictador por un nuevo periodo. Algunos, perplejos, no terminan de comprender por qué los ciudadanos han elegido en ambos casos –Andalucía y Asturias- exactamente más de lo mismo, acaso desestimando que hay poderosas razones para ello: les va la marcha. Ya se sabe, al fin y al cabo, que sarna con gusto no pica, sino que quién sabe si da placer.

Lo que ni asturianos ni andaluces podrán hacer, a tenor de la última palabra dimanada de las urnas por el soberano electorado, es quejarse, claro, porque ellos no es que puedan equivocarse o no al elegir a los dictadores que han elegido, ya que de nuevos en el redondel no tienen nada y ya se sabe de qué van. De modo, que, enhorabuena nomás, y a apechugar con todas las consecuencias con lo que hagan los elegidos, aunque, eso sí, con un ruego añadido de quienes no somos de ésas sus tierras: no pidan, por favor, y que cada palo aguante su vela. Pudieron elegir otra cosa, obviamente, pero prefirieron a los que ya sabemos que han hecho lo que han hecho, convirtiendo el sufragio en una coreada anuencia y respaldo su proceder. Y, bien, si lo que querían era esto, se van a hartar.

Personalmente tanto me dan tirios que troyanos en esta realidad en que los partidos mayoritarios son los brazos de la misma bestia; pero es que en mi caso no soy sino un agnóstico de este falso dios de la democracia, y eso me exime de responsabilidades. Quienes son beatos devotos de esta religión, que son los que votan, no dejan de sorprenderme, y me empujan a razonar que si eligen de segundas a exactamente los mismos que los han puesto en candelero de todos los medios por causa de sus… atípicos, digamos, procederes, es porque les va lo masoco, cosa que está muy bien, siempre que lo hagan con lo suyo y no con lo de los demás, que no estamos ya para fiestas.

El caso de Asturias, en fin, me parece un caso de obcecación política de quienes quieren toda la tarta… y de quienes sostienen a quienes quieren toda la tarta: tan es así que no se han movido ni un milímetro, y sería irracional que ahora funcionara una alianza imposible con los mismos personajes un par de meses atrás, motivo por el cual se ha incurrido en el oneroso gasto y desgaste de unas elecciones para llegar exactamente al punto en el que estaban. Vamos, que ha sido como la cosa ésa de don Pelayo, o la de don Fabila y el oso, que no sabe ya nadie quién era cada quién.

Lo de Andalucía, sin embargo, tiene miga. No sé cómo lo verán desde dentro los andaluces, pero desde fuera no han quedado muy allá, porque la imagen que han dado es la de los reos que han elegido verdugo… y lo han hecho seleccionando al mismo que ya saben qué perrerías les estaba haciendo. Vamos, que será por el acento o por el deje, pero los de fuera de Andalucía no lo entendemos ni tanto así, ya digo, a no ser que lo procesemos como un acto de puro masoquismo. Perplejos, quizás, no sea la palabra exacta que defina nuestro estado, sino anonadados, estupefactos, asombrados o patidifusos. Resumiéndolo en un titular: han premiado a los que les han quitado hasta los palos del sombrajo y les han encargado con mucho entusiasmo que sigan en lo mismo. ¡Ver para creer!

No vaya a pensar nadie, adempero, por causa de estas palabras, que abogo por el PP, porque nada más lejos de mi intención, ¡lagarto, lagarto!; sin embargo, esto de votar en masa a los que te han quitado hasta el suspiro… ¡durante 30 años! es como para mear y no echar gota. Lo lógico hubiera sido votar…, qué sé yo, al emir que Kapurtala, cuando menos; pero en fin, es lo que quiere el santo pueblo, de modo que enhorabuena a todos y allá muevan feroces guerras ciegos reyes, que en lo demás recomiendo que cada cual se lave las manos y los deje con sus califas componiéndoselas como puedan… con lo suyo. De lo nuestro, entre fondos de reptiles y otras menudencias, ya se han llevado unos cuantos cientos o miles de millones, que como dádiva ya está bien como para engordar bolsillos ajenos, rayitas de coca y putas. El resto de su fiesta que lo paguen de sus bolsillos.

Difícil lo tiene este país para salir de crisis alguna o mudar para mejor, si es que proyectamos estos hechos al futuro. Como dice el aserto popular, tonto es aquél que sigue la senda pase lo que pase, y, si la senda se acaba, el tonto sigue. Pues eso, que la mayoría manda. ¡Dios mío, qué miedo! Un mono con una pistola cargada en la mano tiene menos peligro.

Sarna con gusto

Los andaluces han elegido soberanamente seguir como están: enhorabuena… y pelillos a la mar. Felicitaciones también para los asturianos, que quieren más de lo mismo: mordiscos e ingobernabilidad. Esto marcha
Ángel Ruiz Cediel
martes, 27 de marzo de 2012, 07:07 h (CET)
El pueblo soberano habló en las urnas, y eligió a su dictador por un nuevo periodo. Algunos, perplejos, no terminan de comprender por qué los ciudadanos han elegido en ambos casos –Andalucía y Asturias- exactamente más de lo mismo, acaso desestimando que hay poderosas razones para ello: les va la marcha. Ya se sabe, al fin y al cabo, que sarna con gusto no pica, sino que quién sabe si da placer.

Lo que ni asturianos ni andaluces podrán hacer, a tenor de la última palabra dimanada de las urnas por el soberano electorado, es quejarse, claro, porque ellos no es que puedan equivocarse o no al elegir a los dictadores que han elegido, ya que de nuevos en el redondel no tienen nada y ya se sabe de qué van. De modo, que, enhorabuena nomás, y a apechugar con todas las consecuencias con lo que hagan los elegidos, aunque, eso sí, con un ruego añadido de quienes no somos de ésas sus tierras: no pidan, por favor, y que cada palo aguante su vela. Pudieron elegir otra cosa, obviamente, pero prefirieron a los que ya sabemos que han hecho lo que han hecho, convirtiendo el sufragio en una coreada anuencia y respaldo su proceder. Y, bien, si lo que querían era esto, se van a hartar.

Personalmente tanto me dan tirios que troyanos en esta realidad en que los partidos mayoritarios son los brazos de la misma bestia; pero es que en mi caso no soy sino un agnóstico de este falso dios de la democracia, y eso me exime de responsabilidades. Quienes son beatos devotos de esta religión, que son los que votan, no dejan de sorprenderme, y me empujan a razonar que si eligen de segundas a exactamente los mismos que los han puesto en candelero de todos los medios por causa de sus… atípicos, digamos, procederes, es porque les va lo masoco, cosa que está muy bien, siempre que lo hagan con lo suyo y no con lo de los demás, que no estamos ya para fiestas.

El caso de Asturias, en fin, me parece un caso de obcecación política de quienes quieren toda la tarta… y de quienes sostienen a quienes quieren toda la tarta: tan es así que no se han movido ni un milímetro, y sería irracional que ahora funcionara una alianza imposible con los mismos personajes un par de meses atrás, motivo por el cual se ha incurrido en el oneroso gasto y desgaste de unas elecciones para llegar exactamente al punto en el que estaban. Vamos, que ha sido como la cosa ésa de don Pelayo, o la de don Fabila y el oso, que no sabe ya nadie quién era cada quién.

Lo de Andalucía, sin embargo, tiene miga. No sé cómo lo verán desde dentro los andaluces, pero desde fuera no han quedado muy allá, porque la imagen que han dado es la de los reos que han elegido verdugo… y lo han hecho seleccionando al mismo que ya saben qué perrerías les estaba haciendo. Vamos, que será por el acento o por el deje, pero los de fuera de Andalucía no lo entendemos ni tanto así, ya digo, a no ser que lo procesemos como un acto de puro masoquismo. Perplejos, quizás, no sea la palabra exacta que defina nuestro estado, sino anonadados, estupefactos, asombrados o patidifusos. Resumiéndolo en un titular: han premiado a los que les han quitado hasta los palos del sombrajo y les han encargado con mucho entusiasmo que sigan en lo mismo. ¡Ver para creer!

No vaya a pensar nadie, adempero, por causa de estas palabras, que abogo por el PP, porque nada más lejos de mi intención, ¡lagarto, lagarto!; sin embargo, esto de votar en masa a los que te han quitado hasta el suspiro… ¡durante 30 años! es como para mear y no echar gota. Lo lógico hubiera sido votar…, qué sé yo, al emir que Kapurtala, cuando menos; pero en fin, es lo que quiere el santo pueblo, de modo que enhorabuena a todos y allá muevan feroces guerras ciegos reyes, que en lo demás recomiendo que cada cual se lave las manos y los deje con sus califas componiéndoselas como puedan… con lo suyo. De lo nuestro, entre fondos de reptiles y otras menudencias, ya se han llevado unos cuantos cientos o miles de millones, que como dádiva ya está bien como para engordar bolsillos ajenos, rayitas de coca y putas. El resto de su fiesta que lo paguen de sus bolsillos.

Difícil lo tiene este país para salir de crisis alguna o mudar para mejor, si es que proyectamos estos hechos al futuro. Como dice el aserto popular, tonto es aquél que sigue la senda pase lo que pase, y, si la senda se acaba, el tonto sigue. Pues eso, que la mayoría manda. ¡Dios mío, qué miedo! Un mono con una pistola cargada en la mano tiene menos peligro.

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