Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Libertad de expresión | Derechos | Democracia | libertad | Opiniones

Escribir y opinar desde el respeto

En democracia, escribir lo que se piensa no es un atrevimiento, es un derecho
Conchi Basilio
miércoles, 7 de mayo de 2025, 09:19 h (CET)

En una sociedad libre, el mayor patrimonio que posee un ciudadano no es material, sino simbólico, su voz. Su capacidad para pensar, expresarse, disentir, señalar lo que duele o lo que falta. Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a decirle a otro qué puede o no puede escribir, qué temas abordar, o a qué causa entregarle su palabra. La libertad de expresión no es un privilegio, es un derecho. Y cuando alguien alza la voz para hablar de lo que le preocupa, no solo ejerce ese derecho, cumple con una responsabilidad cívica.


Vivimos tiempos donde parece que hay personas molestas, por el simple hecho de que alguien opine. Como si cada artículo tuviera que pasar por el filtro de lo que otros consideran “aceptable”, “normal” o “necesario”. Como si no hablar de ciertos temas, fuera más cómodo para todos. Pero precisamente por eso es necesario escribir. Porque si no se denuncia lo que oprime, lo que margina, lo que silencia o lo que hiere a los más vulnerables, entonces el silencio se convierte en cómplice.


Cuando se alza la voz sobre los abusos del sistema bancario, sobre el cierre de oficinas, sobre la deshumanización de un servicio esencial que margina a los mayores y a quienes no tienen acceso digital, no se hace por capricho ni por rebeldía estéril.


Se hace porque detrás de cada oficina cerrada, hay un pueblo que se queda sin servicios, un jubilado que no sabe cómo manejar una aplicación, un trabajador despedido, una madre que no puede hacer un trámite sin viajar 30 kilómetros.


Escribir sobre ello no solo es legítimo, sino necesario. Quienes lo hacen están dando forma a una realidad que muchos padecen, pero pocos visibilizan. Porque las injusticias también se corrigen cuando se nombran.


Hay quien dice, “si no te gusta, haz otra cosa”, como si la única opción ante una realidad injusta fuera rendirse o huir. Pero no, en democracia, la opción es señalar lo que no funciona, proponer alternativas, exigir cambios, aunque incomode. Porque callar no es una solución, es un riesgo.


Quien opina desde el respeto, la documentación y la experiencia tiene todo el derecho a ser escuchado. Y quien no comparte esa opinión, también tiene el suyo a discrepar, siempre que lo haga con argumentos, no con descalificaciones personales ni con intentos de invalidar al otro.


La libertad de expresión no está sujeta al gusto de terceros, no necesita autorización, no depende de quien la lea, ni de cuán de acuerdo esté. Porque si solo se pudiera escribir lo que agrada a todos, la opinión desaparecería, solo quedarían los ecos.


Vivimos en un país democrático, y la democracia no se construye solo con urnas cada cuatro años, sino con palabras cada día. Con columnas, con cartas, con ideas, con voces que se escuchan, que se cruzan y que a veces chocan. Así crece una sociedad madura, no silenciando lo que incomoda, sino dándole espacio.


Así que sí, cada persona tiene derecho a escribir de lo que quiera. Y nadie debería decirle qué temas son “aptos” o “inapropiados”. Porque la verdadera anormalidad sería tener miedo a hablar.


Quien escribe desde el respeto, ejerce su libertad, quien intenta silenciarlo, la niega. No hay progreso posible sin palabras que molesten a alguien. En democracia, escribir lo que se piensa no es un atrevimiento, es un derecho.

Noticias relacionadas

Vergonzosas y antidemocráticas son las formas que el PP en el Ayuntamiento de San Fulgencio nos da día tras día junto al Partido Independiente por las Nacionalidades (PIPN), pese a que ambos partidos ya tendrían que estar hace tiempo desalojados del Ayuntamiento tras la moción de censura presentada legítimamente por el PSOE junto a un concejal no adscrito que salió del partido "independiente" y que en más de una ocasión ha lamentado las formas autoritarias del alcalde popular.

La palabra “pedante” es habitualmente utilizada de forma negativa para señalar a “aquella persona engreída que hace un excesivo alarde de erudición y/o sabiduría (la tenga o no)”. Pero no siempre tuvo la connotación negativa que hoy día tiene, sino que “pedante” era como se le llamaba antiguamente a los maestros que enseñaban a domicilio, yendo a los hogares de los propios niños a enseñarles, entre otras cosas, la gramática.

El mundo asistió en estos días a una reunión entre los líderes de las potencias militarmente más poderosas del mundo en Alaska, comprobando lo difícil que resulta apagar el fuego de una guerra por más insensata y estúpida que fuere. Aunque de proporciones liliputienses en relación a la guerra hoy librada en Ucrania, entre Rusia y la Europa Occidental, la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia también constituyó un conflicto difícil de finiquitar.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto