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Yo les prestaré el dinero

A un interés razonable, igual que ellos
Tomás Salinas
viernes, 17 de febrero de 2012, 08:17 h (CET)
Parece que todo apunta a que el Estado aportará, por el momento, unos 6.000 millones de euros más de deuda pública para inyectarlos en los bancos que no puedan cumplir con los requisitos impuestos para los procesos de fusión. Todo muy limpio, utilizando lo que se llama fantasía contable. En cristiano común, el Gobierno, en teoría, no pone un euro de los españoles para sanear la banca, pero en la práctica cada uno de nosotros aportará unos 155 euros para rescatar a los incumplidores. O, más claro todavía, que tenemos que prestarles sí o sí más dinero que sumar al que ya les hemos dejado, unos seis mil euros por cabeza, para que estos señores salven su empresa, su trasero, su jubilación y sus obscenos sueldos, y sigan jugando con lo que no les pertenece.

Veréis. Los que saben de esto aseguran que no hay otro remedio si queremos sobrevivir a la catástrofe, pero no deja de tocarme las narices ir por ahí dando a fondo perdido lo que no tengo y algo más. Entonces, yo, un primo del montón, he llegado a la conclusión de que sí, que voy a continuar permitiendo que me roben y voy a prestarles lo que necesitan. Pero que no lo voy a hacer a cualquier precio.

Exijo, porque tengo ese derecho, que se me comunique cuánto les he dejado ya a las entidades financieras y cuáles son las que se han beneficiado del ataque corsario. Y lo exijo porque, una vez lo sepa, quiero sentarme a negociar con la entidad en cuestión. Ese dinero que ellos ya han manejado y pretenden manejar me pertenece, y, de igual forma que los bancos y en idénticas condiciones, quiero que me sea devuelto, con los intereses correspondientes y dentro de un plazo por determinar.

Es muy fácil de entender. Cuando yo, contribuyente, necesité ayuda para comprarme el piso, los bancos me la dieron y, desde entonces, me la están cobrando a precio de usura. Ahora, las tornas cambian, y los que necesitan el socorro son ellos. Seamos solidarios, pues, y dejémosles el dinero, pero pongamos las condiciones. A mí me deben 6.000 euros y los quiero recuperar. ¿Cómo? Hay muchas opciones. Por ejemplo, en cómodos plazos mensuales que se reflejen en la disminución de lo que les pago de hipoteca. Yo les devuelvo lo prestado y ellos me lo devuelven a mí. ¿Qué no les convence? Pues otro ejemplo. En tres años me lo reintegran de golpe, con los intereses que toquen y las penalizaciones por retrasarse en el pago. ¿Qué esto tampoco les convence? Que se reduzcan el sueldo, anulen sus planes de pensiones, vendan sus propiedades y no repartan beneficios, que seguro que así podrán pagarme lo que me deben en tiempo y forma. Y si no cumplen, pues nada, les embargamos y subastamos hasta la jaula del canario.

Si las entidades bancarias aspiran a seguir sangrándome, que primero me lo pidan, que yo estudiaré los riesgos, y si éstos me parecen asumibles, estableceré las condiciones del préstamo. Esto es lo máximo a lo que yo estoy dispuesto a llegar. A partir de ahí, si el Gobierno me lo roba para que estos inútiles continúen con el latrocinio, no te digo yo que no acabemos en un juzgado. Quién sabe, depende de cuántos seamos los que les plantemos cara.

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