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Prohibir el porno

La que quiera prostituirse que se prostituya, oiga usté, para eso está la libertad de mercado
Pedro de Hoyos
martes, 31 de enero de 2012, 07:47 h (CET)
A veces hay noticias poco importantes que nos sorprenden. Por su trascendencia entre nosotros pasarían desapercibidas pero si nos detenemos a examinarlas y a pensar en sus contenidos… empezaríamos a ser políticamente incorrectos.

A usted no le importa  lo que ocurra en Sudáfrica. Nadie sabe nada de Sudáfrica, más allá del futbolístico campeonato del mundo de hace dos veranos. Sudáfrica es un país intrascendente para nosotros, no tiene la más mínima influencia sobre nuestras maneras de pensar o de actuar, no modifica nuestras costumbres ni nuestras actitudes.

A mí sí me ha hecho pensar una noticia que casi pasa desapercibida en un rincón de n diario digital. En Sudáfrica han prohibido el porno, vaya putada. ¿Para qué queremos canal plus si no hay porno? ¿Qué es de la vida sin un par de tetas que llevarse a los ojos? Ah, no, no se me olvidaba, ¿y qué es de la libertad de prensa, de la libertad de creación, de la libertad artística si no hay porno? Pues vaya una democracia de chichinabo la sudafricana si no hay porno. ¿Puede un país ser demócrata de verdad si se prohíbe el porno? ¿Sin porno hay democracia?

Pues ya ve usted por dónde en Sudáfrica han prohibido el porno por defender la dignidad del a mujer. ¡Qué chorrada, la dignidad de una mujer! ¿Acaso la dignidad de una mujer se pierde porque salga en cueros a vender un coche de última generación? ¿Puede ser un menosprecio a la mujer hacer que una actriz se desnude delante de varios millones de espectadores y simule un orgasmo porque alguien le regale una colonia de marca señaladísima y de precio elevadísimo? ¿Se rebaja una cantante porque para vender su música salga con una ajustadísimo tanga a los escenarios? ¡Con lo buenorra que está!

¿El coche, la colonia, la canción serían las mismas si las vendiese una señora vestida? ¿Lo compraríamos los hombres igualmente? ¿No deberían las feministas que tanto exageran, y frecuentemente con razón, por las ofensas de los hombres a la mujer salir en manifestación a demandar que coches, colonias y música se vendieran por lo que realmente son y no por que quien las publicite enseñe más o menos teta?

Pero, ustedes perdonen, no crean que yo pienso de esa manera; pensar así sería ser un sudafricano atrasado, troglodita y tercermundista. Pedir a las feministas de la escuela de Bibiana Aido o Leyre Pajín que protesten contra las pelis porno o contra una actriz de poderosos pechos e insinuantes caderas sería ponerme en una senda conservadora, peligrosamente clerical y torpemente facha, y no, ah, no, facha yo no, oiga, ni mucho menos, faltaría más.

Además, pretender frenar la libertad de creación, la libertad artística y la libertad de expresión en nombre de la dignidad femenina sería oponerme a la Libertad. La que quiera prostituirse que se prostituya, oiga usté, para eso está la libertad de mercado, lo que me lleva a gritar ¡Viva el capitalismo! ¿Acaso existe la prostitución en Cuba? ¡Que le pregunten a Fidel! ¿Y en Corea del Norte acaso creen ustedes que hay prostitución en los paraísos comunistas? ¡Que les pregunten a los progres españoles!

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