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¿Es Rick Santorum el próximo no-Romney que destacará del elenco de candidatos favoritos? ¿Es concebible que gane en Iowa?

El caos Republicano en Iowa

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OTTUMWA, Iowa -- Que sean dudas plausibles dice todo lo que hace falta saber de la naturaleza incierta de los comicios presidenciales Republicanos -- sobre todo aquí, en el estado cuyos comités el 3 de enero se han convertido en la pesadilla de los despachos de apuestas. Por el momento, cualquiera de los seis candidatos principales tiene posibilidades razonables de acabar primero o segundo, y los comicios se vuelven cada vez más inciertos a medida que se acerca el breve interludio navideño de la campaña.

Por ejemplo: si el libertario Ron Paul tiene posibilidades de triunfar en cualquier parte, es en Iowa donde toda su competencia reconoce la energía de su organización. La elección de la institución para rival de Mitt Romney está dividida de forma tan ajustada que podría acabar primero y empezar a asegurarse la candidatura -- o podría salir profundamente herido acabando entre los últimos. La frontera que separa el éxito del fracaso es así de delgada.

Newt Gingrich parece estar rindiendo la ventaja que ostentó brevemente, objetivo de millones de dólares en publicidad negativa. Todavía espera usar su duende para dar un vuelco a todos esos anuncios negativos a su favor, y en una planta industrial aquí el martes, denunciaba a Romney por ser "puramente deshonesto" al negarse a obligar a su comité de acción política Super PAC -- teóricamente independiente de la campaña pero estrechamente vinculado a los partidarios de Romney -- a detener la emisión de los anuncios anti-Gingrich.

Gingrich ridiculizaba los anuncios que están emitiendo sus rivales, logrando despertar risas cuando afirmaba: "Me parece que estos tipos contratan consultores para emborracharse, vagabundear y escribir anuncios bobos". Pero la publicidad, por estúpida que sea, le está pasando factura. Se dirigió aquí a la plantilla de la empresa Al-jon, que fabrica equipo de desguace y reciclado, y compareció delante de un gigantesco cacharro de color naranja butano. Un empleado de la Al-jon explicaba que la máquina podía coger un camión "y en cuestión de dos minutos, convertir ese camión en un cubo del tamaño de una nevera". A nivel figurativo, eso es lo que los rivales de Gingrich amenazan con hacer a su candidatura.

Esto explica la oportunidad de Santorum. Si las posibilidades de Gingrich dependen de aunar contra Romney a los electorados solapados del movimiento de protesta fiscal tea party y el movimiento evangélico, sus rivales por el corazón conservador -- Santorum, el Gobernador de Texas Rick Perry y la congresista Michele Bachmann -- se niegan a dejarle.

Santorum ha invertido tanto tiempo aquí que, como dijo el antiguo senador de Pennsylvania en un acto en el Royal Amsterdam Hotel de Pella, podría desafiar a un residente de Iowa de toda la vida en los concursos. Bachmann amenaza con hacer pedazos hasta el récord de Iowa de mayor número de actos electorales por jornada. Perry, desesperado por salvar su campaña tras muchos errores verbales, está gastando generosamente en anuncios de televisión y radio que pueden situarle orgullosamente a la derecha de la derecha.

Santorum tiene a favor lo que hasta ahora tenía en contra: habiendo emergido directamente como destacado candidato, ha evitado los ataques de sus rivales y es el único conservador indemne que queda. Ha mantenido el acento en los mismos votantes muy religiosos que han jugado un papel capital en los comités Republicanos de Iowa desde la campaña presidencial del Reverendo Pat Robertson en 1988.

Interviniendo delante de un estandarte que anuncia su gira "Fe, Familia y Libertad", Santorum combinaba propuestas detalladas -- incluyendo políticas fiscales encaminadas a reanimar la actividad industrial estadounidense -- con duros ataques vertidos contra el Presidente Obama. Pero intenta rematar con reflexiones francamente teológicas. "Enfoco cada problema de mi vida a través de la fe y la razón", decía. "Si el razonamiento es correcto y la fe es sincera, se acaba donde se empieza".

La mala noticia y la buena noticia para Santorum se presentaban juntas el martes cuando Family Leader, un colectivo cristiano conservador, anunciaba su neutralidad oficial en los comicios (siendo la mala noticia la división de la derecha religiosa), al tiempo incluso que el responsable del colectivo, Robert Vander Plaats, y otro destacado cristiano conservador de Iowa, Chuck Hurley, daban a Santorum su apoyo personal. El efecto neto consistió en destacar la impresión de que Santorum está avanzando, al tiempo que se deja abierto el interrogante de si está avanzando a la velocidad suficiente o no.

De ahí la conclusión de Iowa: un Partido Republicano movilizado dominado por una derecha incapaz de cerrar filas; Paul trata de construir un núcleo sólido; Gingrich anda desesperado por la unidad de la derecha pero es objeto de incesantes ataques; Santorum espera ser el último que queda en pie; y Romney sólo aspira a sobrevivir en Iowa en una posición lo bastante fuerte para rentabilizar más adelante la disidencia entre sus enemigos. Para los Republicanos, es una campaña en la que la fe puede no bastar, ni siquiera en los comités de Iowa, y en la que la razón conduce a más confusión que claridad, incluso al caos.

El caos Republicano en Iowa

¿Es Rick Santorum el próximo no-Romney que destacará del elenco de candidatos favoritos? ¿Es concebible que gane en Iowa?
E. J. Dionne
martes, 27 de diciembre de 2011, 08:07 h (CET)

OTTUMWA, Iowa -- Que sean dudas plausibles dice todo lo que hace falta saber de la naturaleza incierta de los comicios presidenciales Republicanos -- sobre todo aquí, en el estado cuyos comités el 3 de enero se han convertido en la pesadilla de los despachos de apuestas. Por el momento, cualquiera de los seis candidatos principales tiene posibilidades razonables de acabar primero o segundo, y los comicios se vuelven cada vez más inciertos a medida que se acerca el breve interludio navideño de la campaña.

Por ejemplo: si el libertario Ron Paul tiene posibilidades de triunfar en cualquier parte, es en Iowa donde toda su competencia reconoce la energía de su organización. La elección de la institución para rival de Mitt Romney está dividida de forma tan ajustada que podría acabar primero y empezar a asegurarse la candidatura -- o podría salir profundamente herido acabando entre los últimos. La frontera que separa el éxito del fracaso es así de delgada.

Newt Gingrich parece estar rindiendo la ventaja que ostentó brevemente, objetivo de millones de dólares en publicidad negativa. Todavía espera usar su duende para dar un vuelco a todos esos anuncios negativos a su favor, y en una planta industrial aquí el martes, denunciaba a Romney por ser "puramente deshonesto" al negarse a obligar a su comité de acción política Super PAC -- teóricamente independiente de la campaña pero estrechamente vinculado a los partidarios de Romney -- a detener la emisión de los anuncios anti-Gingrich.

Gingrich ridiculizaba los anuncios que están emitiendo sus rivales, logrando despertar risas cuando afirmaba: "Me parece que estos tipos contratan consultores para emborracharse, vagabundear y escribir anuncios bobos". Pero la publicidad, por estúpida que sea, le está pasando factura. Se dirigió aquí a la plantilla de la empresa Al-jon, que fabrica equipo de desguace y reciclado, y compareció delante de un gigantesco cacharro de color naranja butano. Un empleado de la Al-jon explicaba que la máquina podía coger un camión "y en cuestión de dos minutos, convertir ese camión en un cubo del tamaño de una nevera". A nivel figurativo, eso es lo que los rivales de Gingrich amenazan con hacer a su candidatura.

Esto explica la oportunidad de Santorum. Si las posibilidades de Gingrich dependen de aunar contra Romney a los electorados solapados del movimiento de protesta fiscal tea party y el movimiento evangélico, sus rivales por el corazón conservador -- Santorum, el Gobernador de Texas Rick Perry y la congresista Michele Bachmann -- se niegan a dejarle.

Santorum ha invertido tanto tiempo aquí que, como dijo el antiguo senador de Pennsylvania en un acto en el Royal Amsterdam Hotel de Pella, podría desafiar a un residente de Iowa de toda la vida en los concursos. Bachmann amenaza con hacer pedazos hasta el récord de Iowa de mayor número de actos electorales por jornada. Perry, desesperado por salvar su campaña tras muchos errores verbales, está gastando generosamente en anuncios de televisión y radio que pueden situarle orgullosamente a la derecha de la derecha.

Santorum tiene a favor lo que hasta ahora tenía en contra: habiendo emergido directamente como destacado candidato, ha evitado los ataques de sus rivales y es el único conservador indemne que queda. Ha mantenido el acento en los mismos votantes muy religiosos que han jugado un papel capital en los comités Republicanos de Iowa desde la campaña presidencial del Reverendo Pat Robertson en 1988.

Interviniendo delante de un estandarte que anuncia su gira "Fe, Familia y Libertad", Santorum combinaba propuestas detalladas -- incluyendo políticas fiscales encaminadas a reanimar la actividad industrial estadounidense -- con duros ataques vertidos contra el Presidente Obama. Pero intenta rematar con reflexiones francamente teológicas. "Enfoco cada problema de mi vida a través de la fe y la razón", decía. "Si el razonamiento es correcto y la fe es sincera, se acaba donde se empieza".

La mala noticia y la buena noticia para Santorum se presentaban juntas el martes cuando Family Leader, un colectivo cristiano conservador, anunciaba su neutralidad oficial en los comicios (siendo la mala noticia la división de la derecha religiosa), al tiempo incluso que el responsable del colectivo, Robert Vander Plaats, y otro destacado cristiano conservador de Iowa, Chuck Hurley, daban a Santorum su apoyo personal. El efecto neto consistió en destacar la impresión de que Santorum está avanzando, al tiempo que se deja abierto el interrogante de si está avanzando a la velocidad suficiente o no.

De ahí la conclusión de Iowa: un Partido Republicano movilizado dominado por una derecha incapaz de cerrar filas; Paul trata de construir un núcleo sólido; Gingrich anda desesperado por la unidad de la derecha pero es objeto de incesantes ataques; Santorum espera ser el último que queda en pie; y Romney sólo aspira a sobrevivir en Iowa en una posición lo bastante fuerte para rentabilizar más adelante la disidencia entre sus enemigos. Para los Republicanos, es una campaña en la que la fe puede no bastar, ni siquiera en los comités de Iowa, y en la que la razón conduce a más confusión que claridad, incluso al caos.

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