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Un interrogante persiste entre la confusión económica de Europa

¿Rescatará alguien a Europa?

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WASHINGTON -- ¿Dónde está el Fondo Monetario Internacional? Creado en el año 1945 -- y reflejo de la depresión de la cooperación global durante la Gran Depresión -- el Fondo Monetario Internacional se concibió para impedir que los problemas de unos cuantos países arrastraran a la economía mundial entera. Las economías que atravesaran dificultades se endeudarían temporalmente con el Fondo Monetario. Bajo la supervisión del Fondo, ajustarían de forma gradual sus economías para no desestabilizar al sistema entero. Bueno, ése es justamente el peligro planteado ahora por Europa.
    
Es tentador creer que los nuevos gobiernos de Roma y Atenas van a resolver la crisis económica cada vez más profunda de Europa. A lo mejor la resuelven, pero las probabilidades en contra vienen de lejos: algo más parecido a 20 a 1 que a 2 a 1. Ahora mismo, los elevados tipos de interés han impedido a Grecia, Portugal e Irlanda endeudarse en los mercados privados. En el año 2012, Europa tiene que refinanciar 360.000 millones de euros (casi medio billón de dólares) en deuda pública próxima al plazo de vencimiento. Si no puede, declarará el impago o exigirá un enorme rescate que, por el momento, parece más allá de cualquier entidad, europea o global.
    
La repercusión podría ser agitada. Un descubierto provocaría probablemente impagos masivos entre las entidades bancarias italianas, titulares de 164.000 millones de euros (220.000 millones de dólares) en deuda pública italiana. Los titulares de las cuentas podrían retirar sus ahorros en masa presas del pánico. Las entidades bancarias francesas, con 53.000 millones de euros (72.000 millones de dólares) en deuda pública italiana, también correrían peligro. Si Italia declara el impago, los compradores de deuda pública abandonarían a Francia y España. Ahora mismo, los mercados financieros han elevado los tipos de interés a la deuda pública italiana, la española y la gala.
    
Frente a estas posibilidades pesimistas, el Fondo Monetario Internacional ha estado perdido en combate casi todo el tiempo. Ha proporcionado algunos fondos a Grecia, Portugal e Irlanda. Pero hace falta más, como el economista del Peterson Institute Arvind Subramanian deja claro en una carta abierta remitida a la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde. Lo que debería de hacer el Fondo Monetario Internacional es organizar un enorme fondo de rescate -- de entre 1 billón y 2 billones de dólares por lo menos, según Subramanian -- que detenga la cadena de acontecimientos en Europa en caso de que más países pierdan el acceso al mercado privado de crédito.
    
Los países podrían acceder al fondo a cambio de acceder a implantar las condiciones de reforma de sus economías fijadas por el Fondo Monetario Internacional. De esta manera, el Fondo Monetario Internacional cumpliría su misión básica. Esto no podría evitar una recesión europea, que podría haber comenzado ya. Pero podría prevenir la caótica implosión del crédito, de la confianza y del gasto que amenaza a la economía mundial en general.
    
Tres realidades definen la situación de Europa
    
En primer lugar, la crisis es tan política y social como económica. El "modelo europeo" de generosas prestaciones sociales y puestos de trabajo garantizados está asediado. Los estados del bienestar se han encarecido demasiado para ser financiados por las economías de muchos países. Las pensiones tienen que bajarse. La austeridad que ahora se está imponiendo o recomendando causa dificultades directas y ataca las creencias y las expectativas asentadas que llevan alimentándose décadas.
    
En segundo lugar, Europa ha dejado de poder rescatarse sola. Hay demasiados morosos potencialmente necesitados y muy poco agente solvente de crédito. El principal mecanismo de rescate -- el Fondo Europeo de Estabilidad Económica (EFSF) -- ya ha destinado alrededor de 250.000 millones de euros de sus 440.000 millones a Grecia, Irlanda y Portugal, según informa el Instituto de Economía Internacional, una patronal empresarial (y fuente de la mayoría de los datos citados aquí). Ni siquiera el Fondo de Estabilidad Europea podría encargarse probablemente de Italia, y desde luego de Francia y España no. El Banco Central Europeo -- la Reserva Federal de Europa -- podría adquirir cantidades ilimitadas de títulos de deuda pública. Pero hasta la fecha ha menospreciado este papel, temiendo la repercusión inflacionista.
    
Por último, el Fondo Monetario Internacional no está hoy en posición de rescatar a Europa en absoluto. Según el último recuento, disponía de unos 400.000 millones de dólares en reservas inmediatas. Esto no financiaría las necesidades italianas de refinanciación de un año. Así que el Fondo Monetario Internacional necesita más dinero.
    
Obtenerlo será una faena, destaca Subramanian. Los europeos no quieren admitir que necesitan ayuda. Estados Unidos, dice, se opone porque su deuda elevada propia le impediría contribuir, reduciendo así su influencia. China teme ser engañada metiendo dinero sin parar; pero sin China, las aportaciones de los demás países (Brasil, la India, Arabia Saudí) serán insignificantes.  Contra estos obstáculos, dice, Lagarde podría aducir que en ausencia de ayuda del Fondo Monetario Internacional, una debacle económica podría provocar una nueva recesión global.
    
Cuando fue creado, el Fondo Monetario Internacional era una institución política dedicada a estabilizar la economía mundial. ¿Sigue funcionando? "Se ha producido un cambio sísmico en la economía global", escribe Subramanian. Los agentes de crédito tradicionales (los países ricos) y los prestatarios tradicionales (las economías pobres) se han intercambiado los papeles. Mientras tanto, los contratos sociales redactados por los países más avanzados, Estados Unidos incluido, volverán a ser redactados por voluntad o por los acontecimientos. La estabilidad económica depende de administrar el cambio político.
    
¿Sabrán desplegar su influencia económica en aras del bien colectivo -- riqueza de sus mercados exportadores incluída -- China, Brasil, la India y algunos importantes exportadores de petróleo? ¿Sabrá Europa modificar sus estados del bienestar sin verse paralizada por la agitación pública o las rivalidades entre los socios? ¿O nos encontramos en un rumbo de colisión con alguna crisis futura cuyas primeras líneas maestras podemos intuir de forma vaga pero que estamos impotentes para detener?

¿Rescatará alguien a Europa?

Un interrogante persiste entre la confusión económica de Europa
Robert J. Samuelson
miércoles, 16 de noviembre de 2011, 08:19 h (CET)

WASHINGTON -- ¿Dónde está el Fondo Monetario Internacional? Creado en el año 1945 -- y reflejo de la depresión de la cooperación global durante la Gran Depresión -- el Fondo Monetario Internacional se concibió para impedir que los problemas de unos cuantos países arrastraran a la economía mundial entera. Las economías que atravesaran dificultades se endeudarían temporalmente con el Fondo Monetario. Bajo la supervisión del Fondo, ajustarían de forma gradual sus economías para no desestabilizar al sistema entero. Bueno, ése es justamente el peligro planteado ahora por Europa.
    
Es tentador creer que los nuevos gobiernos de Roma y Atenas van a resolver la crisis económica cada vez más profunda de Europa. A lo mejor la resuelven, pero las probabilidades en contra vienen de lejos: algo más parecido a 20 a 1 que a 2 a 1. Ahora mismo, los elevados tipos de interés han impedido a Grecia, Portugal e Irlanda endeudarse en los mercados privados. En el año 2012, Europa tiene que refinanciar 360.000 millones de euros (casi medio billón de dólares) en deuda pública próxima al plazo de vencimiento. Si no puede, declarará el impago o exigirá un enorme rescate que, por el momento, parece más allá de cualquier entidad, europea o global.
    
La repercusión podría ser agitada. Un descubierto provocaría probablemente impagos masivos entre las entidades bancarias italianas, titulares de 164.000 millones de euros (220.000 millones de dólares) en deuda pública italiana. Los titulares de las cuentas podrían retirar sus ahorros en masa presas del pánico. Las entidades bancarias francesas, con 53.000 millones de euros (72.000 millones de dólares) en deuda pública italiana, también correrían peligro. Si Italia declara el impago, los compradores de deuda pública abandonarían a Francia y España. Ahora mismo, los mercados financieros han elevado los tipos de interés a la deuda pública italiana, la española y la gala.
    
Frente a estas posibilidades pesimistas, el Fondo Monetario Internacional ha estado perdido en combate casi todo el tiempo. Ha proporcionado algunos fondos a Grecia, Portugal e Irlanda. Pero hace falta más, como el economista del Peterson Institute Arvind Subramanian deja claro en una carta abierta remitida a la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde. Lo que debería de hacer el Fondo Monetario Internacional es organizar un enorme fondo de rescate -- de entre 1 billón y 2 billones de dólares por lo menos, según Subramanian -- que detenga la cadena de acontecimientos en Europa en caso de que más países pierdan el acceso al mercado privado de crédito.
    
Los países podrían acceder al fondo a cambio de acceder a implantar las condiciones de reforma de sus economías fijadas por el Fondo Monetario Internacional. De esta manera, el Fondo Monetario Internacional cumpliría su misión básica. Esto no podría evitar una recesión europea, que podría haber comenzado ya. Pero podría prevenir la caótica implosión del crédito, de la confianza y del gasto que amenaza a la economía mundial en general.
    
Tres realidades definen la situación de Europa
    
En primer lugar, la crisis es tan política y social como económica. El "modelo europeo" de generosas prestaciones sociales y puestos de trabajo garantizados está asediado. Los estados del bienestar se han encarecido demasiado para ser financiados por las economías de muchos países. Las pensiones tienen que bajarse. La austeridad que ahora se está imponiendo o recomendando causa dificultades directas y ataca las creencias y las expectativas asentadas que llevan alimentándose décadas.
    
En segundo lugar, Europa ha dejado de poder rescatarse sola. Hay demasiados morosos potencialmente necesitados y muy poco agente solvente de crédito. El principal mecanismo de rescate -- el Fondo Europeo de Estabilidad Económica (EFSF) -- ya ha destinado alrededor de 250.000 millones de euros de sus 440.000 millones a Grecia, Irlanda y Portugal, según informa el Instituto de Economía Internacional, una patronal empresarial (y fuente de la mayoría de los datos citados aquí). Ni siquiera el Fondo de Estabilidad Europea podría encargarse probablemente de Italia, y desde luego de Francia y España no. El Banco Central Europeo -- la Reserva Federal de Europa -- podría adquirir cantidades ilimitadas de títulos de deuda pública. Pero hasta la fecha ha menospreciado este papel, temiendo la repercusión inflacionista.
    
Por último, el Fondo Monetario Internacional no está hoy en posición de rescatar a Europa en absoluto. Según el último recuento, disponía de unos 400.000 millones de dólares en reservas inmediatas. Esto no financiaría las necesidades italianas de refinanciación de un año. Así que el Fondo Monetario Internacional necesita más dinero.
    
Obtenerlo será una faena, destaca Subramanian. Los europeos no quieren admitir que necesitan ayuda. Estados Unidos, dice, se opone porque su deuda elevada propia le impediría contribuir, reduciendo así su influencia. China teme ser engañada metiendo dinero sin parar; pero sin China, las aportaciones de los demás países (Brasil, la India, Arabia Saudí) serán insignificantes.  Contra estos obstáculos, dice, Lagarde podría aducir que en ausencia de ayuda del Fondo Monetario Internacional, una debacle económica podría provocar una nueva recesión global.
    
Cuando fue creado, el Fondo Monetario Internacional era una institución política dedicada a estabilizar la economía mundial. ¿Sigue funcionando? "Se ha producido un cambio sísmico en la economía global", escribe Subramanian. Los agentes de crédito tradicionales (los países ricos) y los prestatarios tradicionales (las economías pobres) se han intercambiado los papeles. Mientras tanto, los contratos sociales redactados por los países más avanzados, Estados Unidos incluido, volverán a ser redactados por voluntad o por los acontecimientos. La estabilidad económica depende de administrar el cambio político.
    
¿Sabrán desplegar su influencia económica en aras del bien colectivo -- riqueza de sus mercados exportadores incluída -- China, Brasil, la India y algunos importantes exportadores de petróleo? ¿Sabrá Europa modificar sus estados del bienestar sin verse paralizada por la agitación pública o las rivalidades entre los socios? ¿O nos encontramos en un rumbo de colisión con alguna crisis futura cuyas primeras líneas maestras podemos intuir de forma vaga pero que estamos impotentes para detener?

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