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La crítica destructiva y huérfana de alternativa ha sido la imagen de un producto compuesto por los mimbres frágiles del humo

La marca Rajoy

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A Mariano le ha venido como anillo al dedo, los casi cinco millones de parados. Gracias a ellos, ha conseguido disimular y esconder, bajo la alfombra de la abstracción, los verdaderos rasgos distintivos de su marca.

El discurso de la crisis ha servido al “líder” de la derecha, para exprimir el limón amargo de la desesperación y conseguir así, el jugo dulce del ansiado poder.

La “marca Rajoy” ha suavizado las formas para limar el contenido imborrable de su pasado. La crítica destructiva y huérfana de alternativa ha sido la imagen de un producto compuesto por los mimbres frágiles del humo. Desde la butaca, el señor Mariano ha sabido absorber como una esponja el “malestar social” ante las turbulencias los mercados. Desde el hemiciclo democrático, la “apuesta fallida de Aznar” ha sabido hablar sin decir nada, o dicho de otro modo, adherirse a la comodidad de los genéricos para no “pillarse las manos” y ser descubierto, por aquellos incrédulos engañados por el discurso izquierdista de la derecha.

A lo largo de dos legislaturas sentado en el banquillo de la oposición. El “ex-registrador de Santa Pola” ha ido creciendo en el uso magistral de la retórica. Desde la ambigüedad hemos visto engrosar el maquillaje de la mentira. Mariano ha sido el “líder” empático de las desgracias ajenas. Ha sabido crispar la coyuntura económica de España. Ha sido sutil en compararnos con Grecia, Irlanda y Portugal con tal de conseguir su sueño frustrado. La Moncloa.

La “marca Rajoy” se distingue por la inconcreción, la contradicción y, sobre todo, la falta de carisma. El producto de Aznar no ilusiona a la mayoría, como así lo atestigua el 80% de los encuestados en el último barómetro del CIS.
El producto de Mariano se ha caracterizado por su innovación en la forma de hacer periodismo en este país. Gracias a Rajoy, cientos de “buscadores de información” se han visto resignados al servicio del titular enlatado de Mariano. Las “ruedas de prensa sin preguntas” han servido al candidato popular para pasar de puntillas y esquivar las incómodas cuestiones sobre corrupción.
A pocos meses de la cita con las urnas. La “marca Rajoy” aumenta conforme crecen los parados, o dicho de otro modo, a más paro más Rajoy, pero, ojo, no por su carisma sino por la indignación izquierdista contra las turbulencias de los mercados.

Pero, cabe preguntarse. ¿Qué existe detrás del envoltorio popular? Nada. Detrás del envoltorio existe un presidente en potencia llamado Mariano Rajoy. Ahí veremos, el auténtico color del regalo. La alfombra roja se levantará para ser sustituida por la azul. Debajo veremos la concreción. Los recortes sociales al estilo catalán. El copago al estilo de las intenciones de Valcárcel, las privatizaciones al estilo Cospedal… y, sobre todo, veremos durante cuatro años un episodio similar a Castilla la Mancha, sí; sacar los trapos sucios del antecesor, para justificar la incapacidad para inflar el salvavidas prometido. La nueva expresión del ideario popular, aquella que figura en sus argumentarios de partido será, sin duda alguna: ¡mirar españoles cómo nos han dejado el país! y con esta frase lapidaria conseguirán consolar a aquellos miles de votantes que soñaron con el final de la crisis y se chocaron con el principio de los “verdaderos recortes populares”.

Mientras Rubalcaba se equivoca a diario y es criticado por los medios conservadores por sus propuestas electorales; MIR para profesores, impuesto a la banca, escaño 351, destino del beneficio de la obra social a la creación de empleo, moderación salarial, y, otras más. Rajoy, la marca de Mariano sigue callada, sin decir nada, para mantener quieta a la izquierda. Claro, es mejor así, no sea que hable y, a la tercera, no sea la vencida.

La marca Rajoy

La crítica destructiva y huérfana de alternativa ha sido la imagen de un producto compuesto por los mimbres frágiles del humo
Abel Ros
viernes, 19 de agosto de 2011, 07:03 h (CET)
A Mariano le ha venido como anillo al dedo, los casi cinco millones de parados. Gracias a ellos, ha conseguido disimular y esconder, bajo la alfombra de la abstracción, los verdaderos rasgos distintivos de su marca.

El discurso de la crisis ha servido al “líder” de la derecha, para exprimir el limón amargo de la desesperación y conseguir así, el jugo dulce del ansiado poder.

La “marca Rajoy” ha suavizado las formas para limar el contenido imborrable de su pasado. La crítica destructiva y huérfana de alternativa ha sido la imagen de un producto compuesto por los mimbres frágiles del humo. Desde la butaca, el señor Mariano ha sabido absorber como una esponja el “malestar social” ante las turbulencias los mercados. Desde el hemiciclo democrático, la “apuesta fallida de Aznar” ha sabido hablar sin decir nada, o dicho de otro modo, adherirse a la comodidad de los genéricos para no “pillarse las manos” y ser descubierto, por aquellos incrédulos engañados por el discurso izquierdista de la derecha.

A lo largo de dos legislaturas sentado en el banquillo de la oposición. El “ex-registrador de Santa Pola” ha ido creciendo en el uso magistral de la retórica. Desde la ambigüedad hemos visto engrosar el maquillaje de la mentira. Mariano ha sido el “líder” empático de las desgracias ajenas. Ha sabido crispar la coyuntura económica de España. Ha sido sutil en compararnos con Grecia, Irlanda y Portugal con tal de conseguir su sueño frustrado. La Moncloa.

La “marca Rajoy” se distingue por la inconcreción, la contradicción y, sobre todo, la falta de carisma. El producto de Aznar no ilusiona a la mayoría, como así lo atestigua el 80% de los encuestados en el último barómetro del CIS.
El producto de Mariano se ha caracterizado por su innovación en la forma de hacer periodismo en este país. Gracias a Rajoy, cientos de “buscadores de información” se han visto resignados al servicio del titular enlatado de Mariano. Las “ruedas de prensa sin preguntas” han servido al candidato popular para pasar de puntillas y esquivar las incómodas cuestiones sobre corrupción.
A pocos meses de la cita con las urnas. La “marca Rajoy” aumenta conforme crecen los parados, o dicho de otro modo, a más paro más Rajoy, pero, ojo, no por su carisma sino por la indignación izquierdista contra las turbulencias de los mercados.

Pero, cabe preguntarse. ¿Qué existe detrás del envoltorio popular? Nada. Detrás del envoltorio existe un presidente en potencia llamado Mariano Rajoy. Ahí veremos, el auténtico color del regalo. La alfombra roja se levantará para ser sustituida por la azul. Debajo veremos la concreción. Los recortes sociales al estilo catalán. El copago al estilo de las intenciones de Valcárcel, las privatizaciones al estilo Cospedal… y, sobre todo, veremos durante cuatro años un episodio similar a Castilla la Mancha, sí; sacar los trapos sucios del antecesor, para justificar la incapacidad para inflar el salvavidas prometido. La nueva expresión del ideario popular, aquella que figura en sus argumentarios de partido será, sin duda alguna: ¡mirar españoles cómo nos han dejado el país! y con esta frase lapidaria conseguirán consolar a aquellos miles de votantes que soñaron con el final de la crisis y se chocaron con el principio de los “verdaderos recortes populares”.

Mientras Rubalcaba se equivoca a diario y es criticado por los medios conservadores por sus propuestas electorales; MIR para profesores, impuesto a la banca, escaño 351, destino del beneficio de la obra social a la creación de empleo, moderación salarial, y, otras más. Rajoy, la marca de Mariano sigue callada, sin decir nada, para mantener quieta a la izquierda. Claro, es mejor así, no sea que hable y, a la tercera, no sea la vencida.

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