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Vanessa, bailarina de El Molino

El Molino precursor del burlesque en Barcelona
Teresa Berengueras
lunes, 8 de agosto de 2011, 08:51 h (CET)


Hace unos días presencié el nuevo espectáculo del Molino en el que junto con la Terremoto de Alcorcón y Merche Mar un grupo de jóvenes bailarinas evolucionaba sobre el escenario en diversos números de baile. Entre aquéllas danzantes estaba Vanessa, que lleva en sus venas ese ADN especial que hace falta para actuar ante el público.

Me encuentro con ella en Marvi-Salerm Cosmetics, el local donde hacen las espectaculares pelucas que el elenco femenino de El Molino luce en sus actuaciones. Cuando llego luce una larga melena rubia pero a lo largo de la entrevista su peinado irá cambiando al ritmo de las diversas pelucas que irán colocando encima de su cabello natural. Vanessa desde niña sabe lo que es el mundillo del teatro donde comenzó siendo todavía una niña.

Mi padre es el humorista Dionmi y mi madre era bailarina, desde pequeña siempre les he acompañado y acudía a todas las pruebas que hacían las bailarinas para sus espectáculos, eso y mi preparación en la danza hizo que un día en el Teatro Arnau una bailarina se puso enferma y pedí que me dejaran ocupar su puesto, y así fue como empecé con La Maña en “Qué caña tiene la Maña”, después a lo largo del tiempo he vuelto a actuar más veces con ella.

¿Estudiaste ballet?


A los seis años comencé a estudiar ballet, he tenido varias profesoras, la primera fue una señora francesa muy dura pero muy buena como profesora, en el Instituto del Teatro de Danza Contemporánea estudié ballet clásico con Coco Comín.

Durante años tu padre fue una de las primeras figuras tanto de El Molino como de El Alcázar de Valencia pero tu madre también ha pisado los escenarios.

Mi padre aún sigue trabajando, cuando acabó en El Molino creó su propia compañía en la que también trabajaba Merche Mar, ahora Merche ha vuelto a El Molino pero en el nuevo estilo que el Molino tiene ahora no encaja el tipo de humor de mi padre, en cambio Merche sí porque es como el enlace entre El Molino de antes y el de ahora. Mi madre era bailarina de clásico español, lo dejó y se quedó como modista en el antiguo Molino, durante años ha sido la encargada de vestir a todo el mundo de El Molino de antes, ahora se encarga del vestuario en la compañía de mi padre, están juntos y les va bien.

¿Naciste en Valencia?

Si, estuvimos viviendo en Valencia hasta que tuve siete años, decidimos venirnos a Barcelona porque a mi padre le contrataron en el Molino, durante diez años, luego se fue al teatro Arnau y volvió otra vez a El Molino, estuvo alternando sus actuaciones entre estos dos teatros aunque fue en El Molino donde estuvo más tiempo, fue “molinero” hasta que cerraron el teatro. Cuando debuté estaba haciendo octavo de EGB, también tengo que decirte que en El Molino con siete años ya hacia cosas, en plan había un número en el que salía un grupo tapados de arriba abajo, como de enanitos, yo salía allí, era muy feliz, sí, sí, lo recuerdo como una etapa muy feliz.

Vanessa pisó las tablas de El Molino por primera vez con tan sólo siete años, era feliz y para ella era un juego estar en el mismo escenario que su padre disfrazada de enanito, su cara muestra la felicidad que le produce recordar aquellos días. Se le nota que está a gusto con su trabajo y que éste le gusta. Pero también ha trabajado en musicales como Grease y en programas televisivos de éxito como “Crónicas Marcianas”, todo ello tras pasar los castings a los que le obliga la profesión.

Durante cuatro años bailé en el musical Grease en Barcelona y Madrid, en esta profesión siempre estás haciendo castings, somos muchos bailarines, mucha gente aspirando a ocupar un puesto en el cuerpo de baile, yo he tenido mucha suerte porque he enlazado un trabajo con otro, nunca he estado parada pero para ello has de demostrar continuamente que vales, estar en forma y al día, no te puedes relajar lo más mínimo.

Viniendo de una familia de artistas es obligado preguntarte qué opina tu padre de tu trabajo y también si piensas quedarte en bailarina o tienes pensado ser actriz.


He estudiado interpretación y he hecho algún pequeño papel en el que compaginado la danza con la interpretación y el canto, cuando haces musicales interpretas un personaje que canta y baila y eso me gusta, pero nunca jamás se puede comparar con lo que hace mi padre ni tampoco son su carrera. Él está muy orgulloso de mi trabajo y cuando era más jovencita me daba consejos, todo lo que me dice mi padre me sirve, es sabio, soy su niña, de mi madre es diferente y siempre me ha metido mucha más caña, es más crítica. Mi madre es muy dura, mucho, a veces me dice “hoy no has estado del todo bien”. Trabajando tienes que estar siempre muy bien, yo también creo en eso que me dice mi madre. Hay que dar siempre lo máximo. Siempre lo doy todo, pero hay días que estás más afinada que otros, mi familia es exigente porque todos en ella amamos esta profesión.

Aunque en Crónicas Marcianas también bailabas tu trabajo actual tiene poco que ver con lo que hacías en televisión.

Mi trabajo en CM no tenía nada que ver con lo que ahora hago en El Molino, allí nos contrataron como azafatas pero mis dos compañeras y yo éramos bailarinas y siempre acabábamos bailando, haciendo algún numerito, hacíamos las presentaciones que nos sacábamos de la manga, nos lo montábamos nosotras, siempre le decíamos a Xavier Sardá: “Déjanos, déjanos hacer” fue una experiencia y una etapa muy bonita, Crónicas duró ocho años y yo estuve durante las últimas cuatro temporadas. Nosotras queríamos bailar todo el rato pero la figura de bailarina no existía en el programa y no queríamos estar allí con los brazos cruzados.

¿Estuviste un tiempo sin trabajar cuando acabó el programa?

No porque junto con mis compañeras grabamos un disco y estuvimos haciendo bolos por diversos lugares y al terminar entré en Grease donde hacía el papel de la chacha de Gregorio, era un papel de mala malísima pero muy divertido, aquel personaje daba mucho juego y era un verdadero caramelito.

¿Crees que trabajar como bailarina en El Molino te puede etiquetar?


Bailar en El Molino es muy variado, cada día es distinto, además el público está muy cerca y hay mucha interacción con él, en cada función reacciona de forma distinta y tú también tienes que hacerlo, nada es mecánico ni automático, las reacciones han de ser en el momento y espontáneas, cada día hay coreógrafos diferentes para ir creando nuevos números y eso es fantástico porque vas aprendiendo de uno y de otro, además también nos dejan aportar nuestra creatividad para montar el número que queremos, naturalmente hay que presentarlo previamente y si les gusta lo aceptan, esta forma de trabajar me gusta porque nuestra opinión también cuenta a la hora de montar el espectáculo. Antes de llegar al número que ahora estoy creando he pasado por mil ideas distintas, pero ahora ya me he centrado y sé lo que quiero y dentro de poco lo voy a presentar.

¿Cómo ha aceptado la gente que conocía el antiguo Molino la llegada del nuevo ya que el espectáculo que ahora se ofrece tiene poco que ver con lo que antes se veía sobre el escenario?

Viene muchísima gente mayor porque tiene el recuerdo del otro Molino, y les gusta este nuevo, mucho, algunos repiten y se nota que tenían ganas de volver a ese teatro porque formó parte de su vida. Dicen que es muy diferente pero les agrada porque es muy moderno. Es un teatro adaptado a estos tiempos, incluso en los precios, no es más caro que un espectáculo musical.

¿Notáis la crisis?

Se están haciendo dos funciones diarias, eso no lo hace ningún teatro en Barcelona. Por las noches está yendo muy bien, algunas tardes no se llena del todo, pero hay el suficiente público para hacer la función, piensa que estamos atravesando una época muy dura y la notamos todos, también los que estamos en el teatro.

En el antiguo Molino durante la apoteosis final había muchísima gente sobre el escenario, las escaleras pequeñas y empinadas y las vedettes con las plumas propiciaban que hubiera codazos especialmente entre las vedettes para ser las primeras en la fila, ¿Aún sucede ahora?

La verdad es que ahora entre los componentes de la compañía hay muy buen rollo, somos todos muy profesionales, en aquella época también lo eran, pero ahora cada uno sabe lo que tenemos que hacer y cada uno de nosotros sabemos hasta donde tenemos que llegar y los codazos, gracias a Dios, no existen y si los hay son pocos, aunque en esta profesión si hay codazos de todo tipo porque por todos los lados hay gente así, porque el trabajo está muy difícil y porque claro si yo llego antes me quedo en el sitio. Pero ahora todos somos una piña.

Hablemos del burlesque que últimamente parece ser la novedad más atractiva en este tipo de espectáculos

Creo que El Molino va a ser el gran precursor del burlesque en Barcelona y en España porque se está invitando a venir a actuar a artistas de fuera, se están creando números de burlesque muy atractivos. Pienso que después de un año de trabajar juntos el grupo es mucho más homogéneo y ya estamos muy conectados, ahora las niñas que estamos en El Molino somos las que trabajamos juntas en Grease y hay mucha complicidad entre nosotras. Y poquito a poco El Molino se va a convertir en un lugar emblemático del burlesque aparte del resto de espectáculos que pasan a diario por su escenario.

¿Se acabaron las plumas, la sal gorda y las vedettes en el Molino actual?

Creo que todo se puede fusionar lo de antes con lo actual, el espectáculo actual ya es así, la esencia de El Molino, que es seguir con las variedades, no se puede perder, también sigue ahí la música en directo tocada por unos excelentes profesionales que le dan al show una gran calidad.

¿Usáis muchas pelucas?


A mi me gusta mucho usarla, en el número que tengo montado me da mucho juego, salgo con la peluca puesta, no tiene nada que ver con mi pelo natural, hago mi número y al final, como sorpresa, me la quito, es como un strep de peluca. Tenemos que sorprender y con pequeñas cosas y un poco de imaginación es fácil hacerlo. Si sales a escena peinada de una manera o con una peluca negra, cortita, evocando los años cincuenta y en el último instante te la quitas y aparece el pelo natural en mi caso muy rizado y de color caoba es una sorpresa para el público que llena la sala de exclamaciones de asombro. Las pelucas son una gran ayuda en mi trabajo aunque, después, en mi vida personal no las use.

A pesar de tu juventud llevas largo tiempo bailando sobre los escenarios, ahora tienes contrato con El Molino y estás a gusto en este teatro, ¿te gustaría bailar en otros sitios?

El año que viene llevaré veinte años en esta profesión, he estado en sitios diversos y todo esto me ha servido para aprender e ir mejorando en mi trabajo, dentro de unos días cumplo 32 años ya me apetecería seguir siempre en El Molino, esta sala me aporta un plus emocional muy importante por todo lo que en ella ha vivido mi familia, fue el primer escenario que pisé, cuando se cerró yo tenia 16 años, al abrirse de nuevo, estoy muy feliz que en su reapertura se me haya dado la oportunidad de volver a trabajar en él. He hecho giras internacionales con Shakira, también hecho muchos programas de televisión además de Crónicas en los que sólo he trabajado como bailarina, he hecho muchos musicales, de repente poder estar en Barcelona en un teatro tan bonito y con la oportunidad de poder crear tus propios números aportando lo que te inspira y gusta, es todo como un gran milagro, y además tengo aquí a mis padres. Estoy encantada de trabajar aquí, si tuviera veinte años a lo mejor me apetecería viajar, hacer conciertos, pero como todo eso ya lo he hecho lo que me apetece ahora es estar tranquila y crecer como artista aprovechando esta opción de oro que me dan.

¿Pensaste alguna vez en hacer strep-tease?

De hecho al bailar lo he hecho, pero quedarme desnuda no es algo que me apetezca, no me gusta lo evidente, aunque hay muchas maneras de hacer un strep-tease como por ejemplo el burlesque que es un juego de mostrar y esconder, al final del número no es necesario que te desnudes totalmente, creo que puede ser mucho más sugerente todo el juego preliminar que mantiene hasta el final la atención del espectador esperando a ver si muestras o no la totalidad de tu desnudez.

Como cualquier otro trabajador vas a tener quince días de vacaciones ¿en qué vas a emplearlos?

Voy a descansar todo el día, no voy a hacer nada, siempre digo lo mismo antes de empezar las vacaciones pero cuando han pasado los primeros días y ya me encuentro recuperada bailo y canto aunque sea en mi casa, no dejo de bailar porque es lo que más me gusta hacer. La idea es descansar mucho y reponer fuerzas aprovechando esto de tener vacaciones pagadas que no es lo normal en nuestra profesión.

Poco a poco El Molino con sus diversos espectáculos va recuperando su viejo esplendor, el neón de sus aspas vuelve a iluminar el Paral-lel y en la sala vuelven a sonar en directo melodías de hoy y de siempre mientras los boas y las plumas renacen en el escenario y en los pasillos. Entre el público que acude a El Molino gentes de toda clase e incluso grandes del cine como Robert de Niro que hace poco estuvo presenciando el espectáculo en el que actúa Vanessa e incluso posó junto a toda la compañía. Terminamos la entrevista con una Vanessa que luce su propio pelo, a lo largo de la conversación ha ido cambiando diversas veces de peluca, pero, como hace en su número, al final nos ha sorprendido con su rizada melena caoba.

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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