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Etiquetas | Biología | INCENDIOS | Protección | Biodiversidad forestal
Entrevista a Rosa Más González, bióloga ambientalista y animalista

«Ganaderos y agricultores provocan el 75 % de los incendios en España»

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Rosa Más González es bióloga y defensora de los derechos de los animales y los ecosistemas. Trabaja como profesora y escribe asiduamente artículos sobre la biología animal, y en amplio, de la Tierra, enfocados al respeto de los animales y las plantas, para la defensa integral de nuestro planeta. Reside entre Castellón y Valencia.


1. ¿Qué parte de los incendios forestales actuales son provocados y qué otra, producidos accidentalmente o por causas naturales?

Todos los grandes incendios son provocados. Hace un par de días hubo un pequeño fuego cerca de Cortes de Arenoso, por un rayo, que se apagó enseguida.


2. Da la impresión de que los incendios forestales han aumentado en los últimos años. ¿Es esto así?

En realidad, el número de incendios ha disminuido desde los años 80 y 90, décadas nefastas para los ecosistemas forestales.

Sin embargo, este año 2022 está siendo particularmente fatídico para los bosques, pues ya han ardido más de 200 000 ha de terreno en lo que llevamos de verano, habida cuenta de que los sistemas de prevención y extinción han mejorado desde aquella época. La crisis ecológica que hemos provocado ha exacerbado y multiplicado los picos cálidos; de este modo, el aumento de las temperaturas y la consiguiente sequía crean las condiciones adecuadas para que se desaten incendios devastadores, mejor dicho, para que se propaguen, pues no hay que olvidar que la gran mayoría de los fuegos son provocados. A los intereses económicos detrás de los incendios intencionados, hay que sumar condiciones climáticas propicias a aumentar su efecto devastador.

3. ¿Qué similitudes (si las hay) o diferencias hay entre los incendios que asolan España y los que azotan otros países?

Según todas las previsiones, la amenaza de incendios forestales catastróficos crece en todo el planeta por las mimas razones que en el Estado español. El último informe del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) es muy claro en ese sentido:

“El tamaño y la capacidad de destrucción de los incendios forestales –ya sean provocados a propósito, de manera accidental o por fenómenos naturales– depende en gran medida de tres factores: las condiciones meteorológicas, la cantidad de combustible disponible para quemar y el lugar donde se produce el incendio.


El PNUMA describe un “ciclo de empeoramiento” el cual se repite sin fin: las consecuencias del avanzado cambio climático trae consigo más sequía y el aumento de temperaturas, que a su vez facilitan el inicio y la propagación de los incendios; las grandes llamaradas y columnas de humo se encargan de liberar carbono a la atmósfera, que termina contribuyendo al implacable cambio climático.


"El calentamiento del planeta está convirtiendo los paisajes en polvorines, mientras que un tiempo más extremo significa vientos más fuertes, calientes y secos para avivar las llamas", advierte el informe.

Foto principal para siglo xxi


4. ¿La prevención de incendios es posible? De lo que más se habla es de "limpiar el monte" como medida imprescindible pero que no se hace; se protesta respecto a que, como los montes no se cuidan, los incendios se disparan y expanden en mayor número, fuerza y rapidez...

Sin duda la prevención es la herramienta más adecuada para intentar solventar cualquier problema. Sin embargo, no debe confundirse con ese repetido y erróneo mantra del que hablas: ”hay que limpiar el monte” refiriéndose a la eliminación del sotobosque.

Un bosque no es un conjunto de árboles, sino un complejo ecosistema constituido por una gran variedad de especies vegetales y animales relacionadas entre sí: el dosel, o estrato arbóreo y las formaciones de matorral, sotobosque o estrato arbustivo, conforman el hogar de numerosas especies animales.

Constituido por una mezcla de plántulas y árboles jóvenes, arbustos y plantas herbáceas, el sotobosque reviste una importancia fundamental en el desarrollo y mantenimiento del espacio forestal.


El dosel vegetal reduce la radiación solar, evitando así un rápido calentamiento del suelo y ralentizando la evaporación. Como consecuencia, la humedad en el sotobosque es mayor propiciando el florecimiento de hongos y otros organismos descomponedores, lo que, a su vez, favorece el reciclado de nutrientes y proporciona microclimas adecuados para muchos animales y plantas. Además, las especies botánicas que conforman el estrato arbustivo facilitan el enterramiento de semillas y la germinación de plantas, protegen el crecimiento de nuevos árboles, contribuyen a mantener el balance hídrico, mejoran la sujeción de suelo, representan el hábitat de numerosas especies: pequeños reptiles, insectos, etc., y son importantes productoras de frutos que suponen la base alimenticia de aves residentes y migratorias.


No es la presencia de matorral, tampoco los incendios debidos a causas naturales lo que ha supuesto la reducción de la superficie del bosque en el pasado ni la amenaza actual para su supervivencia. La deforestación, un clásico de la literatura histórica ambiental, es el resultado de la acción combinada de diversos agentes: la transformación del bosque en cultivos y pastos, casi total en las tierras fértiles cercanas a cursos fluviales; la explotación de madera para la construcción de barcos, una constante histórica para las sucesivas potencias navales del Mediterráneo; la extracción de combustible para la minería y el uso doméstico; los incendios provocados; el pastoreo, que impide la regeneración de las poblaciones de árboles y destruye el matorral, y la repoblación forestal con especies alóctonas, que desplazan el bosque original, son factores determinantes en la desaparición del espacio forestal mediterráneo.


5. En una entrevista que "El Confidencial" realiza al inspector jefe del cuerpo de Bomberos de la Generalitat de Cataluña, Marc Castellnou, éste concluye, poco más o menos, que apagar los grandes incendios viene siendo, al final, un error, porque, según él, estos forman parte de fenómenos naturales, a la busca de un nueva paisaje. Sus declaraciones me parecieron horrorosas.

Existen especies pirófitas, que aprovechan los incendios forestales para diseminar sus semillas, pero gran parte del bosque original se ha sustituido con este tipo de especies porque son de crecimiento rápido y permiten un mayor aprovechamiento de la madera; por tanto, ya no estamos hablando de fenómenos naturales, mucho menos cuando los incendios son provocados (la gran mayoría).

6. Es idea popular la de que plantar un árbol supone comenzar a reparar el mundo, la vegetación destruida... ¿Qué hay de cierto en ello?

Un bosque no es un parque ni un cultivo forestal; los programas de regeneración ecológica en zonas degradas o quemadas debe hacerse contemplando el ecosistema forestal en su totalidad. Queda bien plantar árboles para la foto, pero sin mantenimiento posterior, lo más probables es que muera. Al menos los primeros años necesitan riego y sobre todo, complementar árboles con arbustos y plantas herbáceas, de manera que se asegure un núcleo de bosque y que se vaya ampliando y desarrollando. En el ecosistema forestal encontramos árboles de diversas edades, incluso madera muerta, que contribuye a nutrir el suelo de materia orgánica y que alberga gran cantidad de organismos; por tanto, las tareas de restauración deben tender a reproducir un medio lo más cercano posible al primigenio.

7. Uno se pregunta qué número real hay de pirómanos en la causa de los incendios y cuánto detrás de mafia organizada, esto es: especuladores de la madera, de la agricultura y de cualquier otro aprovechamiento que se pueda hacer de un bosque devastado por el fuego.

Según el Ministerio de Medio Ambiente, la mayoría han sido causados por maniobras militares, prácticas agrícolas o ganaderas y combustiones originadas en vertederos. Otras razones para devastar la montaña, quemándola, han sido la especulación urbanística, favorecer la caza de determinadas especies y la posibilidad de vender la madera quemada como combustible.

En los años 80 la dinámica fuego-tala-urbanización afectó a una buena parte de la superficie boscosa andaluza. En 1992, el fuego allanaba el camino para construir el parque temático Terra Mítica y durante toda la década de los 90 los terrenos quemados pasaban a ser urbanizables. Estas actuaciones disminuyeron cuando tanto las leyes forestales autonómicas como la Ley de Montes estipularon que no se podían urbanizar los terrenos forestales calcinados en un período de 30 años.

Ganaderos y agricultores provocan, según datos oficiales, el 75% de los incendios en España y se cataloga, además, como intencionado y no negligente el fuego causado por este motivo. Particularmente en el caso de la ganadería la motivación es destruir el matorral primigenio, tan importante en el ecosistema, para favorecer la creación de pastos y el paso de los animales, degradando el bosque. Un porcentaje elevado de los fuegos provocados que asolan los montes son causados por cazadores con el fin de provocar explosiones demográficas de especies como la perdiz, el conejo y la codorniz, lo que ocurre cuando disponen de espacios abiertos, así como para facilitar el tránsito de las presas y de los propios cazadores.

La propia Junta de Castilla y León ha autorizado la extracción de la madera quemada en el incendio ocurrido a mediados de junio en la Sierra de la Culebra (Zamora). Mientras haya intereses económicos de por medio, los bosque seguirán siendo incendiados.

8. ¿Crees que, de ponerse de verdad, aún se estaría a tiempo de salvar los espacios forestales que quedan y con el objetivo que se recuperase la vegetación desaparecida?

Cada espacio forestal debe estudiarse por separado, pues poco tiene que ver el bosque atlántico con el mediterráneo; tienen en común que quemarlos puede proporcionar beneficios. Debe replantearse las repoblaciones; invertir recursos para establecer programas de prevención y extinción que no consistan en arrasar el bosque y sobre todo, que no haya beneficios económicos de ningún tipo tras quemar el bosque.

9. En los incendios, nunca se habla de las grandes víctimas (en número y porque son las más inocentes): los animales no humanos y todas las especies que habitan las florestas. Sería imposible cuantificar cuánto dolor y muerte se produce con un gran o pequeño para tantas criaturas.

Las muertes se cuentan por millones; a los animales que solemos ver en las terribles imágenes de un incendio forestal como corzos, zorros , conejos o jabalíes, hay que sumas las crías e individuos jóvenes en nidos y madrigueras y a los pequeños animales que viven en las primeras capas del suelo, como las lombrices.

10. Hablemos de la crisis climática, del calentamiento global. De la parte que ésta tiene que ver con los incendios. Por cierto, se decía que sería en 2050 el año que, de no acometer medidas drásticas contra el cambio climático, entraríamos en un punto de no retorno. ¿No será, por los desastres y calores que estamos sufriendo, que ya estamos en ese punto de no retorno, que ha llegado más rápido de lo que pronosticaron?


En realidad se están superando las previsiones más pesimistas, lo que debería ocurrir en el 2050 está ocurriendo ahora y todo apunta a un empeoramiento generalizado porque las emisiones de dióxido de carbono van acompañadas de contaminación, de manera que se potencian efectos negativos; es lo que ha ocurrido en el Mar Menor y lo que está ocurriendo actualmente en el Mediterráneo: la temperatura aumenta provocando gran mortandad de especies marinas sumada a los vertidos tóxicos. La contaminación, la pesca y el cambio climático están convirtiendo el Mediterráneo en un basurero, matando a sus habitantes y haciendo imposible que la vida se desarrolle en él.

11. Con tal realidad, y lo que vendrá, porque ya se ve que no se hace nada al respecto, ¿qué podemos hacer? ¿Hay esperanza de algo? ¿Cómo se perfila el mundo dentro de 25 años, 50?


Hay dos posibilidades: la menos mala y la funesta. La primera consistiría en un importante decrecimiento en el consumo y sobre todo, en la producción, pues gran parte de lo que se genera, ya sea energía o productos, se pierde en el transporte o acaba en la basura. Hablar de decrecimiento, lógicamente, el decrecimiento se refiere a aquellas empresas y prácticas responsables de la mayor proporción de la contaminación. De poco sirven iniciativas individuales, que, sin duda, deben hacerse, frente a la enorme cantidad de recursos gastados y residuos generados de las multinacionales habituales, cuyo poder e impunidad son la base del problema. El parón debido al confinamiento nos enseñó que la actividad humana, la de la civilización de la basura, es responsable del daño causado a los ecosistemas y que, cuando se detiene, la naturaleza se recupera. De no actuar de manera firme, la situación no hará más que agravarse, tal como estamos viendo. No tiene el menor sentido negar una realidad que nos ha estallado en la cara.


12. ¿Qué hay de los cortafuegos? A la vista de la facilidad -e impunidad- con que deliberadamente se generan macro incendios, ¿no sería realmente necesario atravesar partes clave de bosques y campos con los llamados cortafuegos?

En el bosque hay animales que controlan el sotobosque como corzos, jabalíes o cabras y que abren senderos que actúan a modo de cortafuegos naturales. Curiosamente (o no), a menudo se denuncian superpoblaciones, sobre todo de jabalíes, que parecen evaporarse en cuanto empiezan los incendios, causados por la falta de animales explotados en el monte como si no existieran los silvestres. Las propias rutas de la trashumancia siguen los itinerarios de los animales silvestres, hacia los valles en invierno y buscando las zonas de montaña interiores en verano. Como medida, se podrían mantener esas rutas, pero es algo que harían los mismos habitantes del bosque si se les permitiera. Un problema añadido en los incendios forestales provocados es que los autores suelen crear varios focos de ignición, por lo que resulta mucho más difícil combatirlos. Otra opción a considerar es no seguir repoblando con especies pirófitas, como lo pinos, sino con las especies del bosque original: encimas, carrascas, alcornoques... Y sobre todo, que quemar el bosque no sea un negocio rentable.


13. Entiendo. Pero insisto: cabras, jabalíes y todos los animales nombrados por ti que generan con su paso los cortafuegos naturales, o han cambiado itinerarios o, directamente, no están donde antes estaban, por culpa del humano. Así, esos cortafuegos naturales no se producen o se generan, como mucho, deficientemente. Pienso que a la luz de los grandes cambios de la fauna sobre todo que padece el bosque, urge un trato y estudio a la altura de la situación presente, desastrosa de todo punto, a fin de trabajar en aras de prevenir y hacer más difícil la expansión de los grandes incendios. Mi teoría ¿es errónea? ¿Por qué?

No, no es errónea, habría que estudiar las rutas de los animales para reproducirlas.


14. He visto cortafuegos que miden diez metros de ancho, creo, si no me equivoco, que deben tener un mínimo de cinco metros de ancho. ¿Lo que comúnmente llaman cortafuegos coincide con las rutas animales que dices? Y... las rutas de la trashumancia de los animales... son exactamente los puntos del bosque que, de haber incendios, y estar estas rutas intactas, los macro incendios nunca serían?

No, no coinciden. Si las rutas estuvieran intactas los macroincendios no serían por dos motivos: por los cortafuegos naturales y porque el sotobosque presentaría claros debido a la alimentación y al tránsito de los animales.

Y además, al repoblar con pinos para poder trincar beneficios, los plantan muy juntos, favoreciendo la propagación del fuego.


15. Entiendo. Con tanto trasiego de mover, descomponer y destruir el campo para fines espurios, hablar de hacer cortafuegos -como única medida- es algo alejado de lo real y las medidas para prevenir incendios pasarían no sólo por los cortafuegos sino por más elementos incluso inventados ad hoc para esta situación tan compleja...

Así es, deben hacerse planes integrales que contemplen una regeneración del espacio forestal, facilitando el tránsito de los animales y evitando el lucro a costa de su destrucción.


16. Entiendo, con nuestra conversación, tan clarificadora, que lo de "limpiar el monte" es una cuestión de enorme complejidad, no obstante perentoria y posible, que no se hace y debemos exigir que se acometa ya.

Por supuesto. Hay que incrementar la inversión en medios humanos y materiales para la prevención y la extinción de incendios. En general se acepta el gasto militar "por si nos atacan" (más bien ocurre lo contrario); sin embargo, parece un despilfarro que haya más efectivos en la lucha contra los incendios forestales, cuando no debería ser así, al contrario: en la protección de la biodiversidad, que, al fin, representa el único mañana posible, toda inversión es poca.

«Ganaderos y agricultores provocan el 75 % de los incendios en España»

Entrevista a Rosa Más González, bióloga ambientalista y animalista
Ángel Padilla
sábado, 20 de agosto de 2022, 09:42 h (CET)

Rosa Más González es bióloga y defensora de los derechos de los animales y los ecosistemas. Trabaja como profesora y escribe asiduamente artículos sobre la biología animal, y en amplio, de la Tierra, enfocados al respeto de los animales y las plantas, para la defensa integral de nuestro planeta. Reside entre Castellón y Valencia.


1. ¿Qué parte de los incendios forestales actuales son provocados y qué otra, producidos accidentalmente o por causas naturales?

Todos los grandes incendios son provocados. Hace un par de días hubo un pequeño fuego cerca de Cortes de Arenoso, por un rayo, que se apagó enseguida.


2. Da la impresión de que los incendios forestales han aumentado en los últimos años. ¿Es esto así?

En realidad, el número de incendios ha disminuido desde los años 80 y 90, décadas nefastas para los ecosistemas forestales.

Sin embargo, este año 2022 está siendo particularmente fatídico para los bosques, pues ya han ardido más de 200 000 ha de terreno en lo que llevamos de verano, habida cuenta de que los sistemas de prevención y extinción han mejorado desde aquella época. La crisis ecológica que hemos provocado ha exacerbado y multiplicado los picos cálidos; de este modo, el aumento de las temperaturas y la consiguiente sequía crean las condiciones adecuadas para que se desaten incendios devastadores, mejor dicho, para que se propaguen, pues no hay que olvidar que la gran mayoría de los fuegos son provocados. A los intereses económicos detrás de los incendios intencionados, hay que sumar condiciones climáticas propicias a aumentar su efecto devastador.

3. ¿Qué similitudes (si las hay) o diferencias hay entre los incendios que asolan España y los que azotan otros países?

Según todas las previsiones, la amenaza de incendios forestales catastróficos crece en todo el planeta por las mimas razones que en el Estado español. El último informe del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) es muy claro en ese sentido:

“El tamaño y la capacidad de destrucción de los incendios forestales –ya sean provocados a propósito, de manera accidental o por fenómenos naturales– depende en gran medida de tres factores: las condiciones meteorológicas, la cantidad de combustible disponible para quemar y el lugar donde se produce el incendio.


El PNUMA describe un “ciclo de empeoramiento” el cual se repite sin fin: las consecuencias del avanzado cambio climático trae consigo más sequía y el aumento de temperaturas, que a su vez facilitan el inicio y la propagación de los incendios; las grandes llamaradas y columnas de humo se encargan de liberar carbono a la atmósfera, que termina contribuyendo al implacable cambio climático.


"El calentamiento del planeta está convirtiendo los paisajes en polvorines, mientras que un tiempo más extremo significa vientos más fuertes, calientes y secos para avivar las llamas", advierte el informe.

Foto principal para siglo xxi


4. ¿La prevención de incendios es posible? De lo que más se habla es de "limpiar el monte" como medida imprescindible pero que no se hace; se protesta respecto a que, como los montes no se cuidan, los incendios se disparan y expanden en mayor número, fuerza y rapidez...

Sin duda la prevención es la herramienta más adecuada para intentar solventar cualquier problema. Sin embargo, no debe confundirse con ese repetido y erróneo mantra del que hablas: ”hay que limpiar el monte” refiriéndose a la eliminación del sotobosque.

Un bosque no es un conjunto de árboles, sino un complejo ecosistema constituido por una gran variedad de especies vegetales y animales relacionadas entre sí: el dosel, o estrato arbóreo y las formaciones de matorral, sotobosque o estrato arbustivo, conforman el hogar de numerosas especies animales.

Constituido por una mezcla de plántulas y árboles jóvenes, arbustos y plantas herbáceas, el sotobosque reviste una importancia fundamental en el desarrollo y mantenimiento del espacio forestal.


El dosel vegetal reduce la radiación solar, evitando así un rápido calentamiento del suelo y ralentizando la evaporación. Como consecuencia, la humedad en el sotobosque es mayor propiciando el florecimiento de hongos y otros organismos descomponedores, lo que, a su vez, favorece el reciclado de nutrientes y proporciona microclimas adecuados para muchos animales y plantas. Además, las especies botánicas que conforman el estrato arbustivo facilitan el enterramiento de semillas y la germinación de plantas, protegen el crecimiento de nuevos árboles, contribuyen a mantener el balance hídrico, mejoran la sujeción de suelo, representan el hábitat de numerosas especies: pequeños reptiles, insectos, etc., y son importantes productoras de frutos que suponen la base alimenticia de aves residentes y migratorias.


No es la presencia de matorral, tampoco los incendios debidos a causas naturales lo que ha supuesto la reducción de la superficie del bosque en el pasado ni la amenaza actual para su supervivencia. La deforestación, un clásico de la literatura histórica ambiental, es el resultado de la acción combinada de diversos agentes: la transformación del bosque en cultivos y pastos, casi total en las tierras fértiles cercanas a cursos fluviales; la explotación de madera para la construcción de barcos, una constante histórica para las sucesivas potencias navales del Mediterráneo; la extracción de combustible para la minería y el uso doméstico; los incendios provocados; el pastoreo, que impide la regeneración de las poblaciones de árboles y destruye el matorral, y la repoblación forestal con especies alóctonas, que desplazan el bosque original, son factores determinantes en la desaparición del espacio forestal mediterráneo.


5. En una entrevista que "El Confidencial" realiza al inspector jefe del cuerpo de Bomberos de la Generalitat de Cataluña, Marc Castellnou, éste concluye, poco más o menos, que apagar los grandes incendios viene siendo, al final, un error, porque, según él, estos forman parte de fenómenos naturales, a la busca de un nueva paisaje. Sus declaraciones me parecieron horrorosas.

Existen especies pirófitas, que aprovechan los incendios forestales para diseminar sus semillas, pero gran parte del bosque original se ha sustituido con este tipo de especies porque son de crecimiento rápido y permiten un mayor aprovechamiento de la madera; por tanto, ya no estamos hablando de fenómenos naturales, mucho menos cuando los incendios son provocados (la gran mayoría).

6. Es idea popular la de que plantar un árbol supone comenzar a reparar el mundo, la vegetación destruida... ¿Qué hay de cierto en ello?

Un bosque no es un parque ni un cultivo forestal; los programas de regeneración ecológica en zonas degradas o quemadas debe hacerse contemplando el ecosistema forestal en su totalidad. Queda bien plantar árboles para la foto, pero sin mantenimiento posterior, lo más probables es que muera. Al menos los primeros años necesitan riego y sobre todo, complementar árboles con arbustos y plantas herbáceas, de manera que se asegure un núcleo de bosque y que se vaya ampliando y desarrollando. En el ecosistema forestal encontramos árboles de diversas edades, incluso madera muerta, que contribuye a nutrir el suelo de materia orgánica y que alberga gran cantidad de organismos; por tanto, las tareas de restauración deben tender a reproducir un medio lo más cercano posible al primigenio.

7. Uno se pregunta qué número real hay de pirómanos en la causa de los incendios y cuánto detrás de mafia organizada, esto es: especuladores de la madera, de la agricultura y de cualquier otro aprovechamiento que se pueda hacer de un bosque devastado por el fuego.

Según el Ministerio de Medio Ambiente, la mayoría han sido causados por maniobras militares, prácticas agrícolas o ganaderas y combustiones originadas en vertederos. Otras razones para devastar la montaña, quemándola, han sido la especulación urbanística, favorecer la caza de determinadas especies y la posibilidad de vender la madera quemada como combustible.

En los años 80 la dinámica fuego-tala-urbanización afectó a una buena parte de la superficie boscosa andaluza. En 1992, el fuego allanaba el camino para construir el parque temático Terra Mítica y durante toda la década de los 90 los terrenos quemados pasaban a ser urbanizables. Estas actuaciones disminuyeron cuando tanto las leyes forestales autonómicas como la Ley de Montes estipularon que no se podían urbanizar los terrenos forestales calcinados en un período de 30 años.

Ganaderos y agricultores provocan, según datos oficiales, el 75% de los incendios en España y se cataloga, además, como intencionado y no negligente el fuego causado por este motivo. Particularmente en el caso de la ganadería la motivación es destruir el matorral primigenio, tan importante en el ecosistema, para favorecer la creación de pastos y el paso de los animales, degradando el bosque. Un porcentaje elevado de los fuegos provocados que asolan los montes son causados por cazadores con el fin de provocar explosiones demográficas de especies como la perdiz, el conejo y la codorniz, lo que ocurre cuando disponen de espacios abiertos, así como para facilitar el tránsito de las presas y de los propios cazadores.

La propia Junta de Castilla y León ha autorizado la extracción de la madera quemada en el incendio ocurrido a mediados de junio en la Sierra de la Culebra (Zamora). Mientras haya intereses económicos de por medio, los bosque seguirán siendo incendiados.

8. ¿Crees que, de ponerse de verdad, aún se estaría a tiempo de salvar los espacios forestales que quedan y con el objetivo que se recuperase la vegetación desaparecida?

Cada espacio forestal debe estudiarse por separado, pues poco tiene que ver el bosque atlántico con el mediterráneo; tienen en común que quemarlos puede proporcionar beneficios. Debe replantearse las repoblaciones; invertir recursos para establecer programas de prevención y extinción que no consistan en arrasar el bosque y sobre todo, que no haya beneficios económicos de ningún tipo tras quemar el bosque.

9. En los incendios, nunca se habla de las grandes víctimas (en número y porque son las más inocentes): los animales no humanos y todas las especies que habitan las florestas. Sería imposible cuantificar cuánto dolor y muerte se produce con un gran o pequeño para tantas criaturas.

Las muertes se cuentan por millones; a los animales que solemos ver en las terribles imágenes de un incendio forestal como corzos, zorros , conejos o jabalíes, hay que sumas las crías e individuos jóvenes en nidos y madrigueras y a los pequeños animales que viven en las primeras capas del suelo, como las lombrices.

10. Hablemos de la crisis climática, del calentamiento global. De la parte que ésta tiene que ver con los incendios. Por cierto, se decía que sería en 2050 el año que, de no acometer medidas drásticas contra el cambio climático, entraríamos en un punto de no retorno. ¿No será, por los desastres y calores que estamos sufriendo, que ya estamos en ese punto de no retorno, que ha llegado más rápido de lo que pronosticaron?


En realidad se están superando las previsiones más pesimistas, lo que debería ocurrir en el 2050 está ocurriendo ahora y todo apunta a un empeoramiento generalizado porque las emisiones de dióxido de carbono van acompañadas de contaminación, de manera que se potencian efectos negativos; es lo que ha ocurrido en el Mar Menor y lo que está ocurriendo actualmente en el Mediterráneo: la temperatura aumenta provocando gran mortandad de especies marinas sumada a los vertidos tóxicos. La contaminación, la pesca y el cambio climático están convirtiendo el Mediterráneo en un basurero, matando a sus habitantes y haciendo imposible que la vida se desarrolle en él.

11. Con tal realidad, y lo que vendrá, porque ya se ve que no se hace nada al respecto, ¿qué podemos hacer? ¿Hay esperanza de algo? ¿Cómo se perfila el mundo dentro de 25 años, 50?


Hay dos posibilidades: la menos mala y la funesta. La primera consistiría en un importante decrecimiento en el consumo y sobre todo, en la producción, pues gran parte de lo que se genera, ya sea energía o productos, se pierde en el transporte o acaba en la basura. Hablar de decrecimiento, lógicamente, el decrecimiento se refiere a aquellas empresas y prácticas responsables de la mayor proporción de la contaminación. De poco sirven iniciativas individuales, que, sin duda, deben hacerse, frente a la enorme cantidad de recursos gastados y residuos generados de las multinacionales habituales, cuyo poder e impunidad son la base del problema. El parón debido al confinamiento nos enseñó que la actividad humana, la de la civilización de la basura, es responsable del daño causado a los ecosistemas y que, cuando se detiene, la naturaleza se recupera. De no actuar de manera firme, la situación no hará más que agravarse, tal como estamos viendo. No tiene el menor sentido negar una realidad que nos ha estallado en la cara.


12. ¿Qué hay de los cortafuegos? A la vista de la facilidad -e impunidad- con que deliberadamente se generan macro incendios, ¿no sería realmente necesario atravesar partes clave de bosques y campos con los llamados cortafuegos?

En el bosque hay animales que controlan el sotobosque como corzos, jabalíes o cabras y que abren senderos que actúan a modo de cortafuegos naturales. Curiosamente (o no), a menudo se denuncian superpoblaciones, sobre todo de jabalíes, que parecen evaporarse en cuanto empiezan los incendios, causados por la falta de animales explotados en el monte como si no existieran los silvestres. Las propias rutas de la trashumancia siguen los itinerarios de los animales silvestres, hacia los valles en invierno y buscando las zonas de montaña interiores en verano. Como medida, se podrían mantener esas rutas, pero es algo que harían los mismos habitantes del bosque si se les permitiera. Un problema añadido en los incendios forestales provocados es que los autores suelen crear varios focos de ignición, por lo que resulta mucho más difícil combatirlos. Otra opción a considerar es no seguir repoblando con especies pirófitas, como lo pinos, sino con las especies del bosque original: encimas, carrascas, alcornoques... Y sobre todo, que quemar el bosque no sea un negocio rentable.


13. Entiendo. Pero insisto: cabras, jabalíes y todos los animales nombrados por ti que generan con su paso los cortafuegos naturales, o han cambiado itinerarios o, directamente, no están donde antes estaban, por culpa del humano. Así, esos cortafuegos naturales no se producen o se generan, como mucho, deficientemente. Pienso que a la luz de los grandes cambios de la fauna sobre todo que padece el bosque, urge un trato y estudio a la altura de la situación presente, desastrosa de todo punto, a fin de trabajar en aras de prevenir y hacer más difícil la expansión de los grandes incendios. Mi teoría ¿es errónea? ¿Por qué?

No, no es errónea, habría que estudiar las rutas de los animales para reproducirlas.


14. He visto cortafuegos que miden diez metros de ancho, creo, si no me equivoco, que deben tener un mínimo de cinco metros de ancho. ¿Lo que comúnmente llaman cortafuegos coincide con las rutas animales que dices? Y... las rutas de la trashumancia de los animales... son exactamente los puntos del bosque que, de haber incendios, y estar estas rutas intactas, los macro incendios nunca serían?

No, no coinciden. Si las rutas estuvieran intactas los macroincendios no serían por dos motivos: por los cortafuegos naturales y porque el sotobosque presentaría claros debido a la alimentación y al tránsito de los animales.

Y además, al repoblar con pinos para poder trincar beneficios, los plantan muy juntos, favoreciendo la propagación del fuego.


15. Entiendo. Con tanto trasiego de mover, descomponer y destruir el campo para fines espurios, hablar de hacer cortafuegos -como única medida- es algo alejado de lo real y las medidas para prevenir incendios pasarían no sólo por los cortafuegos sino por más elementos incluso inventados ad hoc para esta situación tan compleja...

Así es, deben hacerse planes integrales que contemplen una regeneración del espacio forestal, facilitando el tránsito de los animales y evitando el lucro a costa de su destrucción.


16. Entiendo, con nuestra conversación, tan clarificadora, que lo de "limpiar el monte" es una cuestión de enorme complejidad, no obstante perentoria y posible, que no se hace y debemos exigir que se acometa ya.

Por supuesto. Hay que incrementar la inversión en medios humanos y materiales para la prevención y la extinción de incendios. En general se acepta el gasto militar "por si nos atacan" (más bien ocurre lo contrario); sin embargo, parece un despilfarro que haya más efectivos en la lucha contra los incendios forestales, cuando no debería ser así, al contrario: en la protección de la biodiversidad, que, al fin, representa el único mañana posible, toda inversión es poca.

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"A medida que las naciones emergen de la crisis de COVID, he comenzado a retomar las apariciones internacionales y, entre otros objetivos, tengo en proceso un itinerario creciente para una visita europea en la primavera de 2023".

Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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