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El sábado, 25 de marzo, los líderes de los 27 países de la Unión Europea, después de haber sido recibidos por el Papa, celebraron el 60 aniversario del Tratado de Roma. Fue ese tratado, firmado el 25 de marzo de 1957, en el Campidoglio, el que dio inicio a una historia de paz, colaboración y progreso excepcional. Europa puede estar orgullosa de haber construido un espacio con pocos precedentes.
La globalización actual hace más conveniente que nunca respuestas a los retos económicos, migratorios y culturales desde instancias superiores a los estados nacionales.
El aniversario se celebraba, no obstante, en medio de una grave crisis. El Brexit, el peso de los populismos, los atentados islamistas y la distancia entre la gente y las instituciones de Bruselas (burocracia) cuestionan el proyecto europeo.
Utilizar al Rey como actor forzado en la escena final de su opereta y ni siquiera anunciar una moción de confianza prueban que este hombre buscaba - sin mucho éxito - provocar a los malos, al enemigo, a los periodistas y tertulianos que forman parte de ese imaginario contubernio fascista que le quiere desalojar del poder.
En bastantes ocasiones he escrito sobre este pobre hombre que preside, para desgracia de todos, el gobierno de España. Y otras tantas le he tachado de cateto (solo hay que ver cómo se contonea, para exhibir su supuesta guapura), también de plagiador (porque ha plagiado más de una vez) y de embustero (porque ha mentido en innumerables ocasiones).
El 30 de abril de 1935 el embajador mexicano en Río de Janeiro, el conocido escritor Alonso Reyes Ochoa, informaba al gobierno de Lázaro Cárdenas del súbito interés brasileño en la resolución del conflicto entre Paraguay y Bolivia. El gobierno brasileño, invitado en Washington para participar con Argentina y Chile en la conferencia de Buenos Aires para pacificar el Chaco, declinó al principio este ofrecimiento.
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