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Apoyo la lucha del 15M, pero quizá, los primeros que tengan que cambiar seamos todos y cada uno de nosotros

¿Tiene todo un principio y un fin?

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Mi única intención es la de reflexionar en voz alta, la de compartir ciertas dudas que me invaden y a las que no acabo de dar respuesta. Y estoy pensando en el movimiento del 15M, en las diversas y sucesivas acampadas que se han ido organizando –de manera realmente asombrosa- por distintos puntos del territorio español.

Me parece loable que gente tan diferente haya conseguido estar semanas acampados al aire libre, llegando a crear pequeñas comunas, sin usar la violencia, manifestando sus deseos, sus opiniones, y obviamente, ganándose el cariño y el apoyo de todos aquellos reticentes que no vieron el sentido cuando esto surgió.

Pero entonces pienso, ¿por qué empezó? La gota que colmó el vaso fue la polémica Ley Sinde y su consecuente #nolesvotes. ¿Y por qué? Siempre se dijo que en España no luchábamos, en España nos quejábamos y no cambiábamos las cosas… Eso ha cambiado, pero ¿no nos damos cuenta de que fue necesario que nos quitaran nuestro ocio, que se cuestionase nuestro tiempo de placer para reaccionar? La situación política antes de la Ley Sinde ya era así, el paro estaba ahí, la mala gestión gubernamental era una evidencia, los problemas del sistema electoral ya habían sido analizados... Pero parece que no era suficiente. Me parece sorprendente y debo reconocer que incluso me ofende un poco.

Y luego sigo pensando, como todos estos días, en las revueltas del mundo árabe, con las que tantos paralelismos han desarrollado, y tienen un objetivo básico: un cambio de gobierno, una vuelta de tuerca al sistema… y una vez obtenido, la revolución llega a su fin y la recuperación social se pone en marcha. ¿Y en España qué pasa? ¿Cuándo llega el fin de esta acampada? Me cuesta imaginarlo, por el mero hecho de que es un totum revolutum de ideas, entre las que podemos destacar: un cambio de sistema electoral, un cambio de gobierno, una mejora social, la consecución de una administración pública transparente, la mejora educativa, la mejora laboral… ¿Y todo para cuándo? ¿No nos vamos a levantar hasta que España cambie?

Admiro que cada uno luche por lo suyo; desprecio el pedir, por el mero hecho de que cada uno lucha por lo suyo, y la vida no es más que una sucesión de pasos que nos conducen a nuestro destino. Por ahora, si hacemos balance, contamos con: un voto de castigo al PSOE, la victoria del PP, el enfado generalizado y un exceso del uso de la fuerza por parte de las autoridades… ¿Acaso no es el ciudadano español, el enfadado y el escéptico el que lo ha permitido? Faltan propuestas, propuestas reales, que puedan tener un peso; pero sobre todo, falta lucha: hubo un día que emigramos, y hasta que España no cambió, nadie volvía.

¿Qué pasa ahora? Algunos nos movemos, otros nos quejamos. ¿La generación más preparada es acaso la que menos riesgos corre? Puede ser, porque la comodidad, aunque nos quejamos porque no es perfecta, nos ha quitado el espíritu de lucha.

Repito, apoyo la lucha, apoyo la búsqueda de cambios, pero quizá, los primeros que tengan que cambiar seamos todos y cada uno de nosotros. Luchemos por lo nuestro, luchemos con ideales, simplemente luchemos. Las cosas nunca vienen solas, quien no arriesga no gana, y los que ya tienen su vida solucionada, jamás moverán un dedo por el resto.

¿Tiene todo un principio y un fin?

Apoyo la lucha del 15M, pero quizá, los primeros que tengan que cambiar seamos todos y cada uno de nosotros
Jennifer García
jueves, 2 de junio de 2011, 09:07 h (CET)
Mi única intención es la de reflexionar en voz alta, la de compartir ciertas dudas que me invaden y a las que no acabo de dar respuesta. Y estoy pensando en el movimiento del 15M, en las diversas y sucesivas acampadas que se han ido organizando –de manera realmente asombrosa- por distintos puntos del territorio español.

Me parece loable que gente tan diferente haya conseguido estar semanas acampados al aire libre, llegando a crear pequeñas comunas, sin usar la violencia, manifestando sus deseos, sus opiniones, y obviamente, ganándose el cariño y el apoyo de todos aquellos reticentes que no vieron el sentido cuando esto surgió.

Pero entonces pienso, ¿por qué empezó? La gota que colmó el vaso fue la polémica Ley Sinde y su consecuente #nolesvotes. ¿Y por qué? Siempre se dijo que en España no luchábamos, en España nos quejábamos y no cambiábamos las cosas… Eso ha cambiado, pero ¿no nos damos cuenta de que fue necesario que nos quitaran nuestro ocio, que se cuestionase nuestro tiempo de placer para reaccionar? La situación política antes de la Ley Sinde ya era así, el paro estaba ahí, la mala gestión gubernamental era una evidencia, los problemas del sistema electoral ya habían sido analizados... Pero parece que no era suficiente. Me parece sorprendente y debo reconocer que incluso me ofende un poco.

Y luego sigo pensando, como todos estos días, en las revueltas del mundo árabe, con las que tantos paralelismos han desarrollado, y tienen un objetivo básico: un cambio de gobierno, una vuelta de tuerca al sistema… y una vez obtenido, la revolución llega a su fin y la recuperación social se pone en marcha. ¿Y en España qué pasa? ¿Cuándo llega el fin de esta acampada? Me cuesta imaginarlo, por el mero hecho de que es un totum revolutum de ideas, entre las que podemos destacar: un cambio de sistema electoral, un cambio de gobierno, una mejora social, la consecución de una administración pública transparente, la mejora educativa, la mejora laboral… ¿Y todo para cuándo? ¿No nos vamos a levantar hasta que España cambie?

Admiro que cada uno luche por lo suyo; desprecio el pedir, por el mero hecho de que cada uno lucha por lo suyo, y la vida no es más que una sucesión de pasos que nos conducen a nuestro destino. Por ahora, si hacemos balance, contamos con: un voto de castigo al PSOE, la victoria del PP, el enfado generalizado y un exceso del uso de la fuerza por parte de las autoridades… ¿Acaso no es el ciudadano español, el enfadado y el escéptico el que lo ha permitido? Faltan propuestas, propuestas reales, que puedan tener un peso; pero sobre todo, falta lucha: hubo un día que emigramos, y hasta que España no cambió, nadie volvía.

¿Qué pasa ahora? Algunos nos movemos, otros nos quejamos. ¿La generación más preparada es acaso la que menos riesgos corre? Puede ser, porque la comodidad, aunque nos quejamos porque no es perfecta, nos ha quitado el espíritu de lucha.

Repito, apoyo la lucha, apoyo la búsqueda de cambios, pero quizá, los primeros que tengan que cambiar seamos todos y cada uno de nosotros. Luchemos por lo nuestro, luchemos con ideales, simplemente luchemos. Las cosas nunca vienen solas, quien no arriesga no gana, y los que ya tienen su vida solucionada, jamás moverán un dedo por el resto.

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