¿Con cual me quedo? Siempre a uno le falta algo del otro, por sí solas siempre están cojas. La escultura griega y flamenca representa el toreo de José María Manzanares, siempre de seda y oro tan reluciente y cimbreante como un junco acostado en el río. Frente a la sombra del pedestal esta impávida la izquierda más portentosa del país, por obra y gracia de Alejandro Talavante. Largura y mando, temple y compás, en esa eterna lucha ascendente que se dibuja tras alcanzar el trono de la tauromaquia. Por una lado la estética fugaz y prodigiosa del alicantino con sede en Sevilla y por el otro la del poderoso y enraizado mando del maestro pacense.
Dos concepciones distintas que como ocurre en nuestro país siempre parecen no entenderse. José María mata recibiendo y Alejandro se deja matar sencillamente. La cara y la cruz de la vida y la muerte pintada en cuatro series en redondo y una infinita al natural hicieron temblar los cimientos de las Ventas. ¿Dónde estaban los Morante y los Tomás? Uno mirando su ansiado regreso, la vuelta del hombre de acero y el otro aún sigue dormido Jerez en lo alto de un genial par al quiebro. Quiebro y requiebro, cuando veo torear a estos dos diestros, que a veces confundo en los cambios de mano nacidos y muertos, una y otra vez, por Mayo. Llegan las elecciones, aún no me decido.. pero los toros piden un cambio, un relevo y ahí están los dos solos por San Isidro, solos por Abril…
Madrid y Sevilla han sido tomada por ambas manos por ambos maestros que son los únicos capaces de explicarnos cuando termina y cuando empieza esa frontera china que representa la izquierda y la derecha. Se nos dice que hay esperanza y futuro en que las cosas sigan cambiando, pues la fiesta como en la vida uno ya no puede vivir sin soñar despierto. Me quedo con los dos, nadie se les parece ni se les parecerá jamás, son los dos iconos del difícil y milagroso arte del toreo de nuestro tiempo. ¡Larga vida maestros!