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No confundamos la necesidad de aprender inglés con el olvido de nuestra propia lengua

La obsesión con el inglés

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El inglés se ha convertido en el idioma imprescindible a nivel global. Mandatarios de diferentes países se entienden entre sí en inglés ‒en el caso de los gobernantes españoles, cuanto menos, lo intentan‒ y cada vez es más frecuente que las empresas exijan a sus trabajadores el dominio de la lengua de Shakespeare.

Las academias y profesores particulares de inglés hacen el agosto en nuestro país, y a ellos se añaden ahora sus equivalentes chinos o alemanes. Sin embargo, los españoles seguimos entre los europeos con peor nivel de idiomas extranjeros. Los políticos tratan de captar algunos votos hablando de colegios bilingües y trilingües, mientras nosotros seguimos convencidos de que lo de los idiomas es cuestión de echarle coraje y lanzarse a la aventura.

Cada vez se escuchan más voces que critican el enorme gasto que realiza la industria cinematográfica y televisiva en España para doblar series y películas americanas, y alegan que si todas esas producciones de éxito se emitieran en versión original, tendría lugar el milagro y los españoles aprenderíamos inglés como nuestros vecinos europeos. Sin embargo, nadie piensa en qué pasa con el español. El castellano es uno de los idiomas con más hablantes y una lengua que sostiene una riqueza cultural sin igual. Está bien que intentemos aprender inglés, pero, que no nos engañen, nuestro idioma es el español, y éste es el que debemos hablar y fomentar.

Iberoamérica aporta al mundo un enorme número de hispanohablantes, muchos de los cuales residen en Estados Unidos, lo que supone un grandísimo potencial para nuestra lengua de cara al futuro. Por ello deberíamos estar orgullosos y proteger y reivindicar nuestro idioma, y rechazar esa corriente que trata de hacernos creer que aquél que no sepa inglés no tiene nada de provecho que ofrecer. En este sentido, causa desánimo, por ejemplo, que cada vez se utilice más la palabra “parking” cuando disponemos de una palabra como “aparcamiento”, que significa exactamente lo mismo.

No confundamos la necesidad de aprender inglés, fruto de cómo se ha desarrollado el fenómeno de la globalización, con el olvido de nuestra propia lengua. En el ámbito de la diplomacia política y empresarial, puede que resulte imprescindible su uso, pero en el día a día, debemos cuidar nuestra lengua, utilizándola adecuadamente y rechazando aquellos extranjerismos que no aporten nada a nuestro idioma. No se trata de nacionalismo, sino de sentido común y preocupación por la cultura.

La obsesión con el inglés

No confundamos la necesidad de aprender inglés con el olvido de nuestra propia lengua
Guillermo Valiente Rosell
viernes, 24 de marzo de 2017, 00:00 h (CET)
El inglés se ha convertido en el idioma imprescindible a nivel global. Mandatarios de diferentes países se entienden entre sí en inglés ‒en el caso de los gobernantes españoles, cuanto menos, lo intentan‒ y cada vez es más frecuente que las empresas exijan a sus trabajadores el dominio de la lengua de Shakespeare.

Las academias y profesores particulares de inglés hacen el agosto en nuestro país, y a ellos se añaden ahora sus equivalentes chinos o alemanes. Sin embargo, los españoles seguimos entre los europeos con peor nivel de idiomas extranjeros. Los políticos tratan de captar algunos votos hablando de colegios bilingües y trilingües, mientras nosotros seguimos convencidos de que lo de los idiomas es cuestión de echarle coraje y lanzarse a la aventura.

Cada vez se escuchan más voces que critican el enorme gasto que realiza la industria cinematográfica y televisiva en España para doblar series y películas americanas, y alegan que si todas esas producciones de éxito se emitieran en versión original, tendría lugar el milagro y los españoles aprenderíamos inglés como nuestros vecinos europeos. Sin embargo, nadie piensa en qué pasa con el español. El castellano es uno de los idiomas con más hablantes y una lengua que sostiene una riqueza cultural sin igual. Está bien que intentemos aprender inglés, pero, que no nos engañen, nuestro idioma es el español, y éste es el que debemos hablar y fomentar.

Iberoamérica aporta al mundo un enorme número de hispanohablantes, muchos de los cuales residen en Estados Unidos, lo que supone un grandísimo potencial para nuestra lengua de cara al futuro. Por ello deberíamos estar orgullosos y proteger y reivindicar nuestro idioma, y rechazar esa corriente que trata de hacernos creer que aquél que no sepa inglés no tiene nada de provecho que ofrecer. En este sentido, causa desánimo, por ejemplo, que cada vez se utilice más la palabra “parking” cuando disponemos de una palabra como “aparcamiento”, que significa exactamente lo mismo.

No confundamos la necesidad de aprender inglés, fruto de cómo se ha desarrollado el fenómeno de la globalización, con el olvido de nuestra propia lengua. En el ámbito de la diplomacia política y empresarial, puede que resulte imprescindible su uso, pero en el día a día, debemos cuidar nuestra lengua, utilizándola adecuadamente y rechazando aquellos extranjerismos que no aporten nada a nuestro idioma. No se trata de nacionalismo, sino de sentido común y preocupación por la cultura.

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