Ese libro que se introduce en la cama por la noche, con el que se intiman los últimos minutos del día, si no hay mejor opción en la cama, compañero previo al merecido descanso que imbuye al lector en un duermevela, es una suerte de maleta para la eternidad. Objeto para el viaje al otro mundo que es el sueño y del que uno nunca sabe si volverá. Recordando la cultura egipcia ese libro de la mesita de noche, presente en nuestra cámara privada, muy próxima al sarcófago que ha de acogernos cada noche, es un bien áureo que como los tesoros del faraón ha de servirnos para la vida del más allá, cuando la conciencia pierde su norte y la brújula del inconsciente guía las horas etéreas.
No podemos elaborar una lista exhaustiva de los tipos de lector, lectura y mesitas, porque este estudio excedería con mucho las capacidades de este columnista, pero existen ciertas relaciones superficiales que sí podemos trazar, para clasificar de modo somero, los grupos más comunes que atañen a estas tres variables. Antes de cualquier análisis hemos de lanzar la pregunta: ¿Qué nos puede decir el último libro del día de su propietario? (conocer la respuesta no garantiza el conocimiento de la persona en cuestión ni la obtención de un perfil psicológico diáfano, pero quizás sirva como aproximación).
Tipo de lectura: libro de papel, digital, audiolibro, revista o periódico. Revelará aspectos de las preferencias o gustos del lector, junto a su permeabilidad a las nuevas tecnologías. Uno no se acuesta con cualquiera que se cruce, salvo casos de promiscuidad latente. La lectura entre sábanas es escogida, basada en una forma y fondo, ligadas a la estética y ética del lector. La cama es un lugar sagrado, lo que en ella sucede es secreto de alcoba.
Tipo de lector (muy ligado al siguiente punto, características de lectura): diario, de fin de semana o casual. Existen personas que cada noche encuentran refugio para, robando tiempo al sueño, leer habitualmente, completando su labor diaria. La lectura sistemática ofrece resultados en número de libros por año. Otros lectores sólo actúan el fin de semana, cuando encuentran tiempo para relajarse, alejándose de la rutina laboral entre las páginas. El tercer grupo, casual, obedece a una disparidad de criterios difícil de clasificar, pues la actividad lectora depende de multitud de variables, no siempre fijas y más próximas a teorías caóticas que lógicas.
Características de lectura: Lectura capitular, de página, párrafo, líneas para dormir... Realmente depende del tipo de adicción que el libro sea capaz de crear y la capacidad del lector para conjurar el sueño lejos de sus párpados. Quedan otros parámetros para un análisis más sosegado como el género (y subgénero) del libro. Si existe variedad de lectura o se lee el mismo libro hasta el final. Valorar la influencia del estado de ánimo, la climatología o la estación del año.
Tipo de mesita: material, forma, altura, cajones, lámpara, otros objetos en la superficie, etc. A priori el estilo de la mesa no parece influyente a la hora de una lectura nocturna, pero igual que hablábamos del sarcófago del cuerpo, hemos de contemplar el nicho del libro. Porque el lector deja de leer cuando cierra el libro, pero el lector inconsciente continúa leyendo durante las horas de sueño y hay que ponérselo fácil al yo más desconocido, no sea que quiera consultar algún pasaje. Esa distancia define la importancia de la mesita de noche. La lectura ha de quedar varada al alcance de la mano, cercana al durmiente, para que el libro siga alimentando el sueño en la otra vida, y protegiéndolo del desvelo como una mosquitera de palabras entretejidas.