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Los torquemadas inquisidores de la libertad de expresión

“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo” Voltaire
Miguel Massanet
viernes, 3 de marzo de 2017, 00:10 h (CET)
Artículo 20 –
1.- Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción
2.-El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.
5.-Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial.

Hemos encabezado este comentario con algunos apartados del Artº 20 de la Constitución española, comprendido dentro del Título I de Derechos y Deberes Fundamentales de los españoles. Y lo hemos hecho porque parece que, en este país, determinadas autoridades administrativas, grupos políticos y organizaciones cívicas parecen dispuestos a actuar muy a la ligera cuando se trata de poner trabas, prohibir, impedir o sentirse ofendidos por cualquier opinión, declaración, estudio, comentario o tesis que pudiera atacar, contradecir, desvirtuar o mostrarse en disconformidad con aquellos planteamientos que, quienes tienen poder, han decidido que no pueden ser puestos en cuestión. Hete aquí una de las formas más habituales, utilizadas por los partidos totalitarios o los gobiernos dictatoriales, para impedir que aquellos que no comparten sus formas de pensar, puedan mostrar al resto de ciudadanos, de forma pacífica y ordenada, aquellos argumentos que apoyaran su propia manera de pensar sin que, por ello, se vieran maltratados, insultados, vejados y, lo que todavía es más execrable, impedidos por la fuerza y con abuso de autoridad, de ejercer sus derechos sin que cualquier cacique, alcalde, fiscal u otro personaje del funcionariado público, pueda decidir, sin el mandato de un juez, interferir en el libre ejercicio del derecho a expresarse, del modo que fuere, libremente y sin ser molestado por hacerlo.

No estamos hablando de minucias legales o de normas de circulación o permisos para ocupar la vía pública; aquí se pone en cuestión el derecho inviolable del que (precisamente estos progresistas, que han invadido España, tanto hablan y tan ofendidos se sienten si se les priva de él), cada ciudadano posee la facultad de dar a conocer sus opiniones libremente, mientras no sea delito lo que dice ( y vean ustedes con qué laxitud, las autoridades administrativas, los jueces y los mismos tribunales catalanes, se comportan en casos tan flagrantes, escandalosos y evidentemente delictivos, cuando grupos de separatistas, concejales o alcaldes infringen las normas, negándose a cumplir con sus obligaciones de colgar la bandera española, izar la “estelada” o prohibir, en su territorio, cualquier manifestación en favor de España o, incluso, cuando grupos de incontrolados queman banderas nacionales, retratos de los reyes u otros símbolos representativos de las instituciones españolas).

Estos días toda la izquierda, como un solo hombre, y lo que resulta todavía más incomprensible, personas del PP, como la señora Cifuentes, se han rasgado las vestiduras porque un autobús de una asociación católica, Hazte Oír, se ha paseado por las calles de Madrid llevando pintado, en sus costados, el siguiente mensaje: “los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo". Alguien que esté en su sano juicio puede encontrar, en tan inocente y acertada descripción de los dos géneros que desde que, hace unos 200.000 años entendemos que han ido reproduciéndose gracias a sus elementos reproductores… Por lo visto, una de estas asociaciones, Chrysallis, que vienen proliferando desde que, en España, nos hemos hecho un lío con el sexo de las personas; dedicada a ocuparse de menores Transexuales, lanzó un eslogan del siguiente tenor: “Hay niñas con pene y niñas con vulva". Bien, puede que esta frase, evidentemente de doble sentido, queriéndose referir a algo que muchos dudamos de que sea cierto, respeto a que hay niños que, desde temprana edad, se sienten mal en el sexo que les dio la naturaleza y, basándose en tan peregrina idea, intentan decidir (valorando estas precoces inclinaciones), lo que deberá ser su inclinación futura cuando sean mayores. Esto no tendría mayor importancia si no estáramos hablando de operaciones de cambio de sexo, algo que no se puede tomar a la ligera, si es que se tiene en cuenta que, la decisión, se supone que la toma el menor cuando no tiene edad para decidir por su cuenta y, en muchos casos, tampoco la tiene para poder ser imputado penalmente.

¿Qué les ocurre a estos fanáticos descerebrados cuando ven, en unas frases sin intención de ofender y sin contenido alguno del que se pudiera deducir, como intentan demostrar, ante su impotencia para negar la realidad, los libertarios que han pedido medidas en contra de los que se pasean en el autobús por las calles de Madrid, que haya “una incitación al odio hacia los homosexuales”, que no se mencionan para nada, o hacia las operaciones de cambio de sexo? Aquí hay algo, que debería de ser llevado ante el TC, que puede constituir un delito de mutilación, decidido por quienes deberían de ocuparse, antes de dedicarse a adivinar lo que el niño sentirá, en cuanto a su género, cuando se haya desarrollado totalmente; en la responsabilidad que asumen si permiten el cambio de varón a mujer o viceversa y, cuando el hecho quirúrgico se haya materializado, resulta que el que ha sufrido la intervención se da cuenta de que, en realidad, lo que le hubiera gustado hubiera sido conservar el género que le fue concedido cuando nació.

Son miles los casos en los que la curiosidad, un cierto morbo o el estar criado entre mujeres, producen en el niño o niña interés en conocer, investigar e incluso llevar a cabo prácticas homosexuales con sus amigos o amigas, o desear jugar con juguetes propios del género contrario, como han sido las muñecas en el caso de niños o los coches y soldados, en el de niñas. El tiempo, en la mayoría de los casos, acaba por poner las cosas en su sitio sin necesidad de que se haga un problema de ello ni de que los padres se adelanten a algo que nadie, a tan temprana edad, puede garantizar que sea la mejor solución para el niño/a en cuestión. Si los homosexuales, aquellos que han decidido unirse a personas de su mismo sexo, adoptan hijos, es muy probable que aquellos niños que se críen en parejas homosexuales o lesbianas, vean cómo se comportan estos padres putativos, sorprendan intimidades etc., y es muy posible que tengan más posibilidades de seguir el ejemplo de sus mayores, aunque su propia naturaleza no estuviera orientada a ello.

Por desgracia, hoy en día, no sólo entre los progresistas, antisistema, extremistas, sino, incluso entre las derechas, existen muchos grupos que son partidarios de que a los niños ya se los eduque, como si tuvieran el sexo contrario y, aunque las leyes que se han promulgado por aquellos partidos contrarios a la moral, las buenas costumbres y lo que llaman la represión del catolicismo, les hayan dado la razón; lo cierto es que estas, mal llamadas, libertades en el ámbito sexual que propugnan; con el tiempo ( ya sucedió con el SIDA) vayan a conducir a la depravación de la humanidad, como consecuencia de la práctica, sin control, de las más extravagantes y denigrantes perversiones eróticas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que abominar de todos aquellos que vienen intentando enmendarle la plana a la naturaleza, introduciendo de forma artificial, nuevas modas sexuales, prescindiendo de la moral que venía coartando ciertos excesos y que, contrariamente a lo que muchos creen, no es fruto solamente de la religión católica, sino de la experiencia de muchos siglos y generaciones, donde este tipo de ensayos de perversiones acabaron por minar la salud de los que se entregaban a aquellos vicios, se produjeron plagas que los diezmaron y fueron derrotados por otros pueblos de costumbres más sanas, tal y como ocurrió con el Imperio Romano de occidente. No es un tema de religiones es, simplemente, un caso de supervivencia de la raza humana.

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