Nos encontramos ante una pista de “manos” donde el piloto tiene mucho que decir y puede suplir las carencias de su máquina con pericia al volante. Es un trazado estrecho, revirado, sucio y con pocas o nulas oportunidades de adelantamiento, así que la Pole es especialmente importante.
Pablo García / SIGLO XXI
Hungaroring (© Formula One Administration Limited) |
Los pilotos tendrán que dar un total de 70 vueltas al trazado de 4,381 metros de longitud y 14 curvas, 8 a derechas y 6 a izquierdas.
Corto, estrecho y revirado
Comenzamos nuestra vuelta al circuito magiar pegados al margen izquierdo de la pista, pues solo hay una trazada y pisar fuera de ella es perder tracción y adherencia. Dejamos la corta recta de meta para frenar fuerte, la
única frenada fuerte de la pista, a derechas y a unos 95 km/h. Aceleramos a la salida con cuidado y pisando el piano exterior, traccionando fuerte y llegando a la
curva 2 –lugar donde se estrelló Massa el año pasado–, a izquierdas y bajando marchas. Acto seguido tenemos la curva 3, que es a fondo si se toma correctamente, aunque es fácil pisar la hierba sintética y perder velocidad.
El segundo sector empieza con la coronación de una
ligera subida precedida de la curva 4. Frenamos, nos tiramos pronto al vértice y bajamos dos marchas, pisando el piano exterior y
confiando en la aerodinámica para no salirnos. Sin tiempo llegamos a la curva 5, giro a izquierdas que se cierra conforme la trazamos y donde es muy fácil trompear. Salimos de esta curva para encarar la
única chicane del circuito, 6 y 7, que se toman en tercera velocidad, con cuidado para no tocar las protecciones artificiales que te escupen y para no salirse fuera al acelerar demasiado al tomar la 6. A partir de aquí viene la
enlazada 8 y 9, curvas rapidísimas izquierda–derecha, donde hay que bajar una marcha y tirarse al vértice sin miedo, para a continuación colocarse para tomar 9 casi a tope, dependiendo de las características del monoplaza. Tras esto solo queda 10, que se hace a fondo, y 11, en la que se sale por encima del piano exterior tras bajar dos marchas, antes de encarar la
corta recta trasera.
Nos enfrentamos a la
curva 12, a la que venimos lanzados por ser en bajada. Se abre un poco más de lo que parece. Aún así tendremos que batallar con el subviraje, muy presente en este sector. Salimos por el piano exterior y aceleramos buscando tracción para llegar a 13, muy redonda y donde es fácil trompear a la salida. Sólo nos queda 14, una
parabólica donde el tacto fino del acelerador nos dará esas decimas que necesitamos o nos mandara fuera de la trazada y, por tanto, nos arruinará la vuelta.
Set-Up de aceleración y “downforce” alto
Nos encontramos con un circuito sin altas velocidades y de curva media-rápida. La tracción es fundamental, así que buscamos un monoplaza con aceleración, para lo que acortaremos marchas. También buscamos un alto “downforce” que nos permita afrontar las rápidas curvas del segundo sector. Por último queremos un agarre mecánico que nos permita salir de las curvas lentas con tracción, para lo que ablandaremos las suspensiones, lo que también nos permitirá abordar los pianos con mayor confianza.
Circuito divertido aún sin oportunidades de adelantamiento
A priori el trazado húngaro no debería ser muy excitante para el espectador, sin oportunidades de adelantamiento y con una sola trazada, intuimos un domingo de trenecito. Sin embargo, el asfalto de Hungaroring ha sido testigo de grandes duelos y espectaculares carreras, perteneciendo al selecto círculo de circuitos donde el espectáculo está casi garantizado. Trompos, lluvia intermitente, el papel del piloto más importante que en otros circuitos y el ser un feudo para los españoles, le dan un encanto especial que lo convierte en una cita ineludible del campeonato mundial.