Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | La parte por el todo
Óscar Arce Ruiz

Unidades indisolubles

|

El proceso que ha llevado desde la elaboración y aprobación del Estatuto de Cataluña hasta la sentencia del Tribunal Constitucional, hace que nos planteemos cuál es el modelo de Estado que necesitamos.

Digo que necesitamos, porque más allá de lo que queramos o dejemos de querer, la realidad acabará imponiéndose y no será posible acceder a ella por medio de clasificaciones y conceptos del siglo pasado. El concepto de Estado ha de cambiar simplemente porque la configuración de los Estados ha cambiado.
Ya no somos todos morenos, católicos y nostálgicos, aunque sigamos empeñados en serlo.

Será seguramente el momento de dar cabida también a las reivindicaciones locales, ensanchando el Estado-Nación hacia la plurinacionalidad que nos enriquece sin jerarquías. Sólo cuando nos reconozcamos entre nosotros como iguales podremos ser realmente iguales.

El modelo que expresa la Constitución Española de 1978 es un Estado más o menos adecuado a la coyuntura histórica de entonces, cuando el modelo de la modernidad todavía podía cumplir funciones esenciales tras una larga dictadura. Más de treinta años después, la situación ha cambiado.

El Estatuto de Cataluña pone de manifiesto que lo que falla no son sus artículos, sino el marco en que se engloba. Para redactarlo habría sido necesaria una reformulación de la Constitución que reflejase una idea de adaptación de los límites del Estado. El caso es que la reforma no parece siquiera estar en los planes de nadie con potestad para hacerla.

Hace falta volver a pensar qué queremos y cómo queremos hacerlo, pero teniendo en cuenta que el tiempo ha pasado y que lo que era válido para entonces puede no serlo ahora.

Unidades indisolubles

Óscar Arce Ruiz
Óscar Arce
lunes, 12 de julio de 2010, 08:10 h (CET)
El proceso que ha llevado desde la elaboración y aprobación del Estatuto de Cataluña hasta la sentencia del Tribunal Constitucional, hace que nos planteemos cuál es el modelo de Estado que necesitamos.

Digo que necesitamos, porque más allá de lo que queramos o dejemos de querer, la realidad acabará imponiéndose y no será posible acceder a ella por medio de clasificaciones y conceptos del siglo pasado. El concepto de Estado ha de cambiar simplemente porque la configuración de los Estados ha cambiado.
Ya no somos todos morenos, católicos y nostálgicos, aunque sigamos empeñados en serlo.

Será seguramente el momento de dar cabida también a las reivindicaciones locales, ensanchando el Estado-Nación hacia la plurinacionalidad que nos enriquece sin jerarquías. Sólo cuando nos reconozcamos entre nosotros como iguales podremos ser realmente iguales.

El modelo que expresa la Constitución Española de 1978 es un Estado más o menos adecuado a la coyuntura histórica de entonces, cuando el modelo de la modernidad todavía podía cumplir funciones esenciales tras una larga dictadura. Más de treinta años después, la situación ha cambiado.

El Estatuto de Cataluña pone de manifiesto que lo que falla no son sus artículos, sino el marco en que se engloba. Para redactarlo habría sido necesaria una reformulación de la Constitución que reflejase una idea de adaptación de los límites del Estado. El caso es que la reforma no parece siquiera estar en los planes de nadie con potestad para hacerla.

Hace falta volver a pensar qué queremos y cómo queremos hacerlo, pero teniendo en cuenta que el tiempo ha pasado y que lo que era válido para entonces puede no serlo ahora.

Noticias relacionadas

En una cultura ética repleta de principios atávicos no superados pareciera que la reprobación moral de la familia no venciese la idea de otredad al entender la primera como un espacio colonizado y externo a cualquier realidad por escatológica que resultase. El tacticismo político usa de forma sombría este tipo de herencias sociales para definir las fronteras entre lo posible y no posible.

El sistema dominante o establishment estadounidense utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y conformar una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas.

Nosotros, hombres sencillos, de difícil discurso, sólo tenemos claro varios términos muy simples: TIMO, ENGAÑO, MENTIRA, REALIDAD y VERDAD. Académicamente hay conceptos que se definen de tal forma que parecen lo que no son o son lo que no parecen... SÓLO UNA BUENA EDUCACIÓN ACLARA CADA SIGNIFICADO.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto