Hace dos semanas, poco después del torbellino político que se armó en Kirguistán, recibí un correo de un amigo periodista de Azerbaiján, Anar Orujov, subdirector del ICFJ (siglas en inglés del Centro Internacional para Periodistas) en Bakú, donde me pedía que tuviéramos una charla-discusión acerca de los problemas que la democracia enfrenta en países que se independizaron de la Unión Soviética, Azerbaiján entre ellos.
Después de plantearme la lucha constante allí por la libertad para los medios y la democracia, me hizo las dos siguientes preguntas: “¿Qué nos pasa aquí [ex republicas soviéticas] que no tenemos democracia? Y, ¿Cuál es punto de origen para la democracia?” Desde el pulpito de mi columna, con un poco de rodeo, espero tocar subjetivamente sobre el tema en cuestión y lo que está ocurriendo en Asia Central.
Érase hace poco, según les llegó la oportunidad a algunas naciones de salir del totalitarismo, que hicieron tal de forma tan suave, pacifica y aterciopelada que todos terminamos sonriéndonos y aplaudiendo el resultado. Libertad les llegó a los checos y a los eslovacos con la lisura que se puede esperar de una pieza teatral con un elenco muy escogido, y la tal pieza bien ensayada. Más de una década antes, la Península Ibérica había experimentado su propio despertar político y evolucionario después de que Franco y Salazar pasaran al otro barrio. Españoles, portugueses, checos y eslovacos lograron el cambio r/evolucionario a su modo, sin interferencia exterior.
Pudiéramos decir que, democráticamente, las cuatro r/evoluciones tuvieron éxito.
Pero muchas de las revoluciones blandas y no-tan-blandas que vinieron después, que llamativamente salieron de los espectros botánicos y de color, no fueron sino un cambio temporal de mando inducido en algunos casos y provocados en otros por los que tenían motivos ocultos para que esto ocurriera. Diríamos, revoluciones fingidas que mas apropiadamente debiéramos llamar golpes de estado seudo-democráticos.
Y eso ocurrió después que las naciones del Pacto de Varsovia se desuncieran de la URSS; y la URSS se transformara en Federación Rusa, reduciendo su territorio de un área que aproximaba una sexta parte de la tierra a una novena parte, tras la disolución.
Y, sin sorpresa alguna, allí estaba EEUU lista para reclamar el botín después de 46 años de la Guerra Fría que siguió la derrota del Eje... y la Segunda Guerra Mundial.
Estudiantes idealistas y bienintencionados fueron pervertidos, como lo fueron otros grupos de la población, por propaganda financiada mediante los tentáculos del único imperio que quedaba: Estados Unidos. Abiertamente a veces, y encubiertamente en la mayoría de los casos mediante agencias/organizaciones estadounidenses, la CIA u organizaciones independientes (NGO) infiltradas, ha sido algo de Perogrullo para los observadores políticos ver el como y el porqué tres ex republicas soviéticas (Ucrania, Georgia y Kirguistán), dos de ellas fronterizas a la Madre Rusia, desligaron con tal facilidad su cordón umbilical de Moscú para poder compartir el pan con el Occidente; y también, por que los esfuerzos estadounidenses en Bielorrusia y Uzbekistán fallaron.
A lo largo del Cáucaso y Asia Central, dos colores y una flor aparecieron en el 2004-5. La Revolución Rosa en Georgia – apoyada por el movimiento cívico de resistencia Kmara – reemplazó al principal reformista que tuvo Gorbachev y Ministro de Asuntos Exteriores, Eduard Shevardnadze, con Mikheil Saakashvili, amigo de EEUU. De forma similar en Ucrania, aquí con el apoyo de Pora, el brote de la Revolución Naranja llevó al poder a Víctor Yushchenko, otro buen amigo del Occidente. En Asia Central, el color rosado, quizás mas conocida como la Revolución Tulipán, dio a Kirguistán, con el apoyo de KelKel – movimiento juvenil, su lugar en el jardín o en el espectro de colores.
Un país pobre y sin salida al mar, y sin el petróleo de sus vecinos, el principal recurso económico de esa nación es de carácter geopolítico: la esfera de influencia que pueda provenir de fuera, bien sea de Rusia o de EEUU, su base aérea de Manas siendo el punto focal tanto como centro de transito para las operaciones militares de EEUU en Afganistán, como también puesto de espionaje estratégico sobre la turbulenta provincia turco-parlante de Uighur en Xingjian (China). Aunque la renta que EEUU paga por el uso de la base últimamente se multiplicó por tres, en la actualidad representando el 5 por ciento del producto bruto de esa nación, el ultimo mandatario, ahora en el exilio, Kurmanbek Bakiyev, aparentemente vació los fondos del país en los bolsillos de sus parientes... dejando a Rusia y a EEUU con el problema de una crisis económica, mientras se domiciliaba en Bielorrusia por cortesía nada menos que del hombre fuerte de ese país, Alexander Lukashenko.
Todo esto que ha estado ocurriendo, mi querido Anar, nos hace pensar que a final de cuentas la democracia no es algo que heredas o pides prestado, mas bien algo que el pueblo debe construir empezando desde cero... sin la ayuda, o el acuerdo de esos “buen-obristas” de fuera. La democracia no es tan exportable como EEUU dice ser. Por más de un siglo los esfuerzos de EEUU en “llevar” la democracia a Latinoamérica, si medimos los resultados, fue tan solo por intereses económicos (muchos dirían, explotación)... y la democracia que ahora existe en algunos países de América debe ser atribuida tan solo a sus propios esfuerzos, y no a la ayuda norteamericana. Lo mismo ocurrirá en otras partes, incluyendo el Asia Central, cuando los pueblos allí demanden justicia social y respeto a los derechos humanos... en r/evoluciones reales, y no la fantasía de flores y colores que han estado atendiendo a diseños imperiales.
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