Se llenan portadas, aperturas de informativos en televisiones y radios, tertulias, redes sociales..., recogiendo todo la liturgia, estética y secretismo del Vaticano. Son indudables la veracidad y la capacidad de ensimismar al público, mientras ni una sola foto destacada ha recogido una de las imágenes de los niños y niñas israelís asesinados por Hamás o Hezbolá, los “amigos” de los palestinos. Palestina aprovecha el desvío de la atención en el Vaticano para reestructurarse con sus grupos terroristas, e iniciar dentro de nada un nuevo intento de limpieza étnica judía. Históricamente, los palestinos nunca han sido ningunos santos, ya que con sus grupos acérrimos terroristas han sembrado el terror desde hace muchas décadas con asesinatos y atentados indiscriminados. Palestina recoge lo que sembró en el pasado, aunque mucha población civil no tiene culpa de nada, y esa es la pena. Pero hay que recordar que las actuaciones paramilitares terroristas de los palestinos siempre han estado al margen de las leyes y la legalidad internacional. Las denuncias de los organismos internacionales sólo recaen en Israel, y eso es una injusticia, ya que la complicidad internacional entre países reconociendo como Estado a una nación de índole terrorista como es la palestina, es falsa y perversa. ¿A cuánto se paga protagonizar ese ejercicio público de inmoralidad y falsedad humana? Ir contra Israel abre la puerta a barbaridades futuras.
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