Un grupo de ciclopes terroristas eliminaron a 1500 de los nuestros, capturaron a 250 rehenes y eso era inaceptable. Tracé un plan para recorrer la etapa 15 de la GR 11. Concretamente, el tramo que comprende el refugio de la Casa de Piedra del Balneario de Panticosa (1.639m) y el refugio de Bujaruelo (1.399m). E ir eliminando en el camino a los incircuncisos titanes, liberar a los rehenes y darles un escarmiento. Inicialmente, la ruta transcurría por un bosque de pino negro con grandes sombras, ganando altura mediante zigzags hasta alcanzar el embalse de Brazatos (2.432m). Al llegar al collado de Brazatos (2.570m) , tuve que dar muerte a los gigantes Vignemale (3298m), Garmo Negro (3064m) y Bacias (2760m), sin despeinarme, todo hay que decirlo. Un mojón de piedras marcaba el inicio de un descenso progresivo e inexorable que me llevó hasta el final de la etapa. Esta era la parte más extraordinaria dado que acabé con monstruos de piedra, engendros de agua como los Batanes. Éste se me enroscó en el cuerpo hasta el Valle del Ara pero me desasí del fenómeno. Allí se me apareció una hercúlea cascada que me escupía y que de sus senos colgaba el río Ara. Le hice un corte de mangas a la senda y viré hacia el Sureste por el Valle. En descenso menos pronunciado, recorrí a guantazos el Valle del Ara, al lado del rio. Llegué al Refugio libre del Cerbollinar (1.800m) , donde tuvo lugar la batalla más encarnizada que se pueda imaginar con los endriagos y conseguí liberar a los rehenes. Ellos me besaban los pies y yo les decía” ¡Va, pero si no tiene importancia!”. Eso sí, allí me atusé un poco el flequillo humedecido por el calor de la refriega. Al cabo de una hora, una comitiva de árboles nos salió al paso con pitos y matasuegras para darnos la bienvenida. Nos acompañaron hasta el refugio del Vado d'Ordiso (1.600m). Al día siguiente, vinieron las fuerzas vivas del Torla para hacerme hijo predilecto y al llegar al refugio de Bujaruelo (1.399m), nos tomamos una jarra de cerveza, pagando ellos, claro está…
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