Sr. Director:
¿Por qué la gloria de María? Es una pregunta que podemos hacer extensible también a todos aquellos personajes bíblicos de los albores del Nuevo Testamento: María, José, Zacarías, Isabel, Juan Bautista…
Y la respuesta no puede ser más contundente y a la vez clarificadora: La gloria y la felicidad de todos y de cada uno de ellos consistió en haber sabido entender lo que Dios quería de su persona y el haberlo llevado a cabo con la máxima fidelidad. Indudable es que tendría un papel preponderante la gracia divina que fue derrochada en abundancia. Y en el caso de María esa gracia estaba innata desde el momento de su Concepción. No obstante, Ella actuó no como instrumento pasivo, sino siempre consciente y con plena libertad, e igual los demás personajes. Cuando se vive de modo justo, en el sentido que la Biblia nos ofrece de esta palabra, o sea, respondiendo de manera generosa a la luz que nos muestra lo que Dios quiere de cada uno, la persona posee como una especial sensibilidad para advertir la voluntad de Dios y descubrir sus solicitudes o requerimientos, y siente la sublime necesidad de identificarse con ese querer divino en virtud del amor que experimenta hacia Él; amor conducente a serle siempre agradable en todas las acciones, porque lo que trasciende al amor no se considera obligación o deber. Y esto no es otra cosa que AMOR en grado supremo. Cuando se ama a Dios no existe otra forma de vivir que de Él y para Él. En ello consiste la verdadera y singular santidad, de la que María es el más preclaro e imitable ejemplo.
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