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​¿Estamos olvidando la necesidad de pensar y M. Harrington?

Es una pregunta dura y redura, pero no abordamos este tema desde la psicología o la sociología o la filosofía, sino desde la observación, el hombre tiene menos tiempo para pensar…
Jesús Millán Muñoz
lunes, 11 de agosto de 2025, 12:52 h (CET)

Es una pregunta dura y redura, pero no abordamos este tema desde la psicología o la sociología o la filosofía, sino desde la observación, el hombre tiene menos tiempo para pensar…


Todo el mundo tiene prisas, y, si descansa ya tiene algún artilugio, antiguos o modernos, televisión, radio, móvil, Internet para dedicar e informarse o entretenerse. Pero durante décadas se ha indicado que el hombre, hombre/mujer, nadie se ofenda ha ido olvidando la capacidad de y del silencio, de entrar en silencio, de sentarse en un sillón y dejar que su ser y su mente y su conciencia y consciencia y algo de su semiconsciencia fluya y refluya a su mente-psique…


Eso del meditar, que es algo distinto al pensar, que se podría describir, como el mismo acto de sentarse en el sillón, pero reflexionar sobre un tema o una cuestión o una preocupación en tranquilidad y sosiego, al menos lo más posible. No hay que ir a Oriente para meditar, ni hacer ejercicios especiales de meditación, ni tipos de meditación orientales o singulares –hay mucho engaño y manipulación y peligro en estas cuestiones, tenga mucho cuidado-. Aunque si aconsejo que al menos, una vez al año, tres o cuatro días, váyase si puede unos días a un monasterio  o convento católico –digo católico, no se vaya a entrar en un grupo no conveniente y no bueno, sectario, que abundan mucho, muchos predicando sosiego y paz y liberación, tenga usted mucho cuidado-.


Pero pensar, dejar que la mente fluya, esencialmente está compuesta de dos clases de constructos psicológicos o psicomentales. Ante una cuestión, al sentarse en el sillón, vendrá el tema de ocupación o preocupación del día. Ante un tema equis, digamos algo que le preocupa ese día o ese momento, vienen dos realidades mentales: una recordar ideas y conceptos y datos y recuerdos y otras construcciones mentales sobre ese tema; segundo, provocar y procurar un análisis mental o psicomental sobre ese tema. Por tanto, por un lado, vendrá el tema, en segundo lugar, los datos o saber que usted tiene sobre ese tema, tercero, aplicar el análisis. El análisis es el pensar. Pensar es analizar. Lo dijo ya el maestro Descartes, uno de los pasos del método cartesiano del pensar. Analizar, dividir una cuestión, sintetizar una cuestión, unir datos en una cuestión. Dejar que la mente fluya, siempre dentro de unos límites…


Al no tener tiempo para pensar, o el tiempo que tenemos, porque jamás en Occidente, los individuos han dispuesto de tanto tiempo para pensar-analizar-reflexionar-meditar o/y descansar. Pues el tiempo libre lo ocupamos en muchas cosas… como ya saben ustedes, si alguien lee algunos de mis artículos, por deformación académica, me gusta citar, creo que hay que dar al César lo que es del César y… por tanto, esta pregunta se la hace la articulista-periodista-escritora, Mary Harrington, en un artículo de opinión, la traducción hablan de ensayo, así son los norteamericanos, en la edición en español, del The New York Times, titulado: Pensar se está convirtiendo en un lujo, difundido el día 30 de julio del 2025. Artículo que le invito a que lea y medite y piense y reflexione. En definitiva piense sobre usted mismo/a.


Hoy, te cruzas por la calle, y de diez personas, la mitad van o hablando con el artilugio del teléfono móvil o escribiendo o viendo alguna noticia-texto visual o escrito. Por lo tanto, recibirán mucha información, no lo niego, dialogarán y tendrán mucha comunicación con otras personas, quizás esté alguna a cien o mil o diez mil kilómetros, tendrán muchos datos –otros utilizan mucho la televisión o la radio, según edades y según tiempo que dispongan y según bolsillo-. Pero la pregunta que hago o nos hacemos y me hago: ¿Cuándo tienen tiempo para que esos datos que le ofrecen podernos analizarlos y pensarlos, según otros datos, según los conocimientos ortodoxos que tenga, y, según su consciente e inconsciente…? ¿Tenemos tiempo para pensar, queremos tener tiempo para pensar…?


Recuerdo, en una entrevista al señor y empresario Tapia, que ha fallecido hace unos meses, unos pocos años, que decía, que aprovechaba el tiempo de viaje, tenía chófer, para pensar. Pensar en los negocios, pensar en otras cuestiones y en otros temas –me imagino-. El ser humano necesita el aire por necesidad, necesita la comida o energía alimentaria por necesidad, necesita el cobijo por necesidad, necesita la seguridad de su persona por necesidad, pero necesita pensar-analizar-interrelacionar datos por necesidad. Necesita que desde dentro fluyan sus temores y sus alegrías, por necesidad… necesitamos pensar si no nos queremos volvernos locos e irracionales e ilógicos, incluso, pienso que los filósofos y teólogos y científicos sociales deben analizar, no tengo la capacidad, ni la información suficiente, para pensar en esta pregunta:


¿El no pensar suficiente, no darnos tiempo de pensar, es una de la razones de caminar hacia la inmoralidad o amoralidad o antimoralidad, porque no pensamos lo suficiente lo que hacemos, lo que deseamos, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que nos apasionamos, los instintos que sufrimos, las tentaciones, las pruebas, las situaciones…?


Muchos hablan que para pensar, la solución es que aumente el tiempo de lectura y de leer y de leer pensando y de leer visualizando. Pero siempre que sea lea cosas profundas y esenciales, siempre aconsejo lean “tratados y manuales de los diversos saberes”, los libros de las distintas  materiales de primaria y secundaria serían esenciales, fáciles de adquirir, y quizás tenga de sus hijos o sobrinos, que se los pueden dejar. Les abrirán un mundo de conocimientos que el saber ortodoxo admite –esto puede tener algunos matices, según las temáticas-.


Tenemos que darnos el tiempo para pensar, no solo para ver y participar en un partido de futbol, que es bueno y necesario. Pero también pensar. Siéntese en su sillón, quince minutos cada día, y, deje que su corazón salga a fluir a su conciencia. Déjese querer por usted mismo, déjese pensar. El fin de un artículo de opinión, uno de ellos, es invitar al lector/a a pensar… ¡Y, busque y lea el artículo que hoy nos sirve de referencia en The New York Times, sólo tiene que buscarlo por Internet, poniendo el título y la autora…! Paz y bien…

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