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La carta de Gume

Desde que trabamos amistad, nos hemos acompañado en el amor por el conocimiento
Abel Pérez Rojas
lunes, 11 de agosto de 2025, 12:46 h (CET)

No recuerdo muy bien cómo ni cuándo conocí a mi querido amigo —y hermano de saber— Gumecindo Orduña López, pero lo cierto es que, desde que trabamos amistad, nos hemos acompañado en el amor por el conocimiento.


Gume, como le digo fraternalmente, es un corazón con dos pies; un hombre honesto, humilde y sincero. Aunque no sé por qué, siempre que conversamos se presenta la oportunidad para que le exponga una opinión o postura distinta a la suya, y él se quede con un sabor de boca que resume muy coloquialmente, con la frase: “ya me volviste a ching… mi querido hermano, ni modo, por eso hay que estar con los ching…”.


Maestro en Desarrollo Educativo y doctor en Didáctica y Gestión Escolar por una universidad española, Gume es una persona muy comprometida con las causas sociales, sobre todo con las educativas, lo cual he podido constatar desde que lo conozco, aproximadamente desde hace ocho años. Actualmente, ha decidido incursionar en el estudio de las implicaciones de la educación popular como vía para generar desarrollo comunitario.


Hace unos días, jubiloso, Gume me obsequió su más reciente libro: Las cartas que nunca fueron entregadas. Dicho texto está escrito en coautoría con César Iván Morales Méndez, Yesenia Ehuan Que y Laura Citlaly Lima Orduña, bajo el sello editorial de La Biblioteca.


Las cartas que nunca fueron entregadas, como lo indica el propio libro, es un “acercamiento a las pedagogías de Freinet” a través de un ejercicio que consistió en solicitar a niños de quinto y sexto año de primaria de Tonantzintla, San Andrés Cholula, Puebla, y de Villahermosa, Tabasco, que escribieran una carta a algún ser querido que ya no está con nosotros. Luego, las misivas fueron dialogadas con los padres y, previa autorización, las seleccionadas pasaron a formar parte del libro, que ya ha empezado a circular.


El libro está integrado por setenta y un cartas escritas por pequeñines, cinco por mamás y seis por profesores, de estas últimas se incluye una de cada uno de los autores. La de mi querido Gume se encuentra en la página 139.


Cuando me entregó el libro, me pidió que grabara la carta escrita por él, la cual me permitió ver un pasaje de su vida que ya conocía, pero desde otro ángulo; con ello, palpé otra fibra de mi querido amigo.


Con su autorización y, a manera de muestra, comparto contigo la epístola escrita por Gume:


Puebla, Puebla


07 de junio de 2025.


Hola hijo:


Hoy decidí contarte la siguiente historia, para que sepas lo mucho que te sigo amando. El 30 de Noviembre de 1996 fue un parteaguas en mi vida. Fue una fecha de alegría porque me casé con la mujer más hermosa del Trópico Poblano—Tenampulco, Puebla — y de la Cuna del Chal Bordado —Hueyapan, Puebla —. Sin embargo, también es una fecha de alegría y tristeza porque fue el día que físicamente dejaste de estar con nosotros.


Cuando tu mamá me dijo de tu existencia, mi mente, mi corazón, mi alma y espíritu se llenaron de alegría al saber que eras una semillita que empezaba a crecer en un colchoncito junto a tu mamá. ¿Sabes? En ese momento una corazonada me decía que eras un niño, y recordé cuando mamá Mary (tu abuelita) me tuvo en sus brazos y le dijo a papá Gumer (tu abuelito) que cuando fuera al Registro Civil de Tenampulco, Puebla, me pusiera por nombre Roberto Carlos y papá Gumer haciendo caso omiso me puso Gumecindo. Es por ello que al saber de tu existencia decidí que llevarías el nombre de Roberto Carlos. Pasaban los días y seguías creciendo en el colchoncito interior de tu mamá.


Una mañana al despertar, me llegó un rico olor café, por lo que me levanté y fui hacia la cocina buscando a tu mamá y al café rico; en ese momento tu mamá estaba llorando. Le pregunté por qué lloraba y me dijo que tenía un dolor muy fuerte en su vientre, por lo que le comenté que fuéramos a ver al doctor. Al llegar al hospital tuvimos que pasar con el doctor de turno. Él fue muy amable con nosotros, preguntando a tu mamá qué era lo que estaba sintiendo. Después de unos minutos el doctor movió su cabeza y nos comentó que el niño que estábamos esperando tenía unos problemitas en el colchoncito que se estaba desarrollando por lo que tenía que guardar tu mamá reposo absoluto, es decir, estar acostada. Sin embargo, se llegaba la hora de la boda y nos faltaban por entregar invitaciones a familiares, compañeros y amigos.


Te comento que al ir a entregar las invitaciones, uno de los hermanos de tu abuelito Gumer nos regaló 2 vacas y 10 borregos para la comida para el día de la boda; estos vinieron 2 días antes a la casa de tus abuelitos maternos de Hueyapan, Puebla. Ese día llegaron los animales en una camioneta, por lo que tu mamá y yo salimos a recibirlos. Primero se bajó de la camioneta a las vacas y después a los borregos. Había un borrego que no quería bajar de la camioneta, aunque de repente empezó a correr y le dije a tu mamá que me ayudara a detenerlo, mas era un animal muy fuerte que siguió corriendo y nos tiró a tu mamá y a mí al suelo. Corrí a levantar a tu mamá y le pregunté cómo estaba y me dijo que bien. De ahí dimos las gracias a los señores de la camioneta que habían llevado los animales.


Y que llega el día de la boda. Era un día de mucha felicidad, porque vimos llegar a unas 500 personas que estuvieron en la misa de la iglesia y 150 personas más que llegaron al salón social. Comimos mixiotes de res y de borrego, y toda la gente se veía feliz. Después con tu mamá bailé una canción muy hermosa de Enrique Iglesias titulada “Por Amarte”. Para ese momento tu mamá ya no se sentía bien, me dijo que tenía un dolor muy fuerte en su vientre y que fuéramos por favor al hospital de Teziutlán. Tus abuelitos maternos y paternos no sabían de tu existencia, por lo que se tuvieron que enterar en ese momento. Llegamos al hospital como 06:00 pm, los dolores que tenía tu mamá en el vientre eran cada vez más fuertes que tuvieron que llevarla a urgencias. Pasaban las horas y no sabíamos nada de tu mamá.


Tus abuelitos tuvieron que regresar a la fiesta a despedir a los invitados y yo me quedé con tu mamá. Exactamente a las 11:00 pm salió un doctor de quirófano y preguntó por mí y le dije, ¿cómo está mi esposa? Y contestó que ella recuperándose, que mañana podríamos irnos a casa. También le pregunté, ¿y mi niño? Diciendo que al niño no lo pudieron salvar, que fuera yo fuerte.


La historia de ser papá había terminado. Le hice muchas preguntas a Dios diciéndole del por qué muere un ser querido que ha nacido entre dos personas que se amaban, que tienen un patrimonio que ofrecer y un futuro por disfrutar; a pesar de que es una utopía que mientras más la quiero alcanzar se aleja de mí. Creo que esa fue la respuesta que recibí.


Han pasado 29 años desde que fuiste Hijo Hermoso, pero aquí sigues viviendo en mi Mente, Corazón, Alma, Espíritu y en el cuento de Juanito y mamá Mary. Gracias mi Vida Hermosa por ser parte de mi historia. Bendiciones donde quiera que te encuentres Hoy, Mañana y Siempre.


Atentamente


Tu Papá


Mi querido Gume, estoy convencido, después de leer varias veces la carta, que ya fue entregada, busca en tu corazón el acuse de recibido.

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