Dado que soy ya una persona entrada en años, nacido en un país católico en el que he procurado vivir con cierta coherencia desde mi niñez, observo que en este país, en el mío, como sucede en buena parte de Europa, la Iglesia Católica se sitúa ante un gran desplome de vocaciones, práctica religiosa y sacramentos, mientras que desarrolla un papel esencial en la educación, la asistencia social y la cultura.
Pienso que ante esto datos negativos hay que tener muy en cuenta la profunda crisis antropológica que vivimos y que se concreta en ámbitos tan esenciales como el demográfico, con una población envejecida y una caída enorme de la natalidad. Sin eso no se explica lo que está sucediendo, pero es evidente también que eso no lo explica todo. Pues, el número de católicos en el mundo sigue creciendo. Ahora bien, este crecimiento se concentra de manera muy especial en África, en América, y en menor medida en Asia. Esta nueva situación me da un cierto optimismo, habrá que esperar que los de estos continentes (África, América, Asia) sean los que re-cristianicen Europa.
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