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Guadalupe. Nuevos signos sobrenaturales que son la admiración de la ciencia

​Las investigaciones más recientes sobre las apariciones de la Virgen María a San Juan Diego, en los inicios de la evangelización en México, siguen arrojando hallazgos sorprendentes
María del Carmen Calderón Berrocal
jueves, 7 de agosto de 2025, 09:30 h (CET)

Las investigaciones más recientes sobre las apariciones de la Virgen María a San Juan Diego, en los inicios de la evangelización en México, siguen arrojando hallazgos sorprendentes. Estos elementos no solo enriquecen el relato original, sino que ofrecen señales proféticas sobre el papel singular que podría desempeñar América Latina en la historia espiritual del mundo.


El rostro juvenil y mestizo de la Virgen causó un impacto inmediato en los pueblos originarios, que sintieron un vínculo natural con su figura.


El milagro en el Tepeyac y su repercusión


La historia central es bien conocida: el 9 de diciembre de 1531, la Virgen se presenta al indígena convertido Juan Diego sobre el cerro del Tepeyac —a unos 7 km de la capital azteca— y le solicita que lleve su petición al obispo Fray Juan de Zumárraga para que se construya allí una capilla en su honor. El obispo, aunque receptivo, pide una prueba.


El 12 de diciembre, la Virgen le pide a Juan Diego que recoja flores del cerro y se las lleve como señal. A pesar del clima invernal y del suelo árido, encuentra rosas frescas, que coloca en su tilma para presentarlas al obispo. Al desplegar la prenda, las flores caen y, al mismo tiempo, aparece impresa en la tilma una imagen bellísima de la Virgen, de rasgos mestizos.


Este hecho marcó el inicio del culto guadalupano, que rápidamente se expandió no solo en América, sino también en Europa.


El simbolismo del nombre: "la que pisa la serpiente"


El milagro de Guadalupe no se limita a un solo evento, sino que desencadena una cadena de hechos extraordinarios.


El mismo día de la última aparición, el tío de Juan Diego, Juan Bernardino, gravemente enfermo, experimentó una visión de la Virgen idéntica a la que había visto su sobrino. Ella le anunció su curación, que se produjo de inmediato. Además, le indicó que deseaba ser conocida como Cuatlaxopeuh, que en náhuatl significa “la que aplasta a la serpiente”, aludiendo tanto a la mujer del Génesis que vence al demonio como a la victoria sobre deidades prehispánicas como Coatlicue o Quetzalcóatl.


La iconografía ha dado en representar el pecado y el mal en forma de serpiente o de dragón, seres que el humano no puede dominar y a los que teme, con lo que se crea a lo largo del tiempo, una aversión psicológica hacia los inocentes reptiles.


El sitio elegido, el cerro del Tepeyac, era antes un centro de culto a Tonantzin, madre de esos dioses. La elección del lugar implica la sustitución del culto pagano por el culto a la verdadera Madre del Dios único.


En un momento de crisis, la intervención divina


En 1531, apenas una década después de la conquista de México, la evangelización pasaba por momentos críticos. Las conversiones eran pocas y frágiles; y se sabía de un complot para asesinar a los españoles, que en aquel momento, no superaban los dos mil y restaurar los sacrificios humanos. En 1529, el obispo Zumárraga advertía al emperador Carlos V sobre el riesgo de perder totalmente la nueva tierra si no había una intervención de Dios.


La intervención divina se manifestó no solo con la aparición y la imagen en la tilma, sino también con otros milagros posteriores. Uno de ellos tuvo lugar el 26 de diciembre, cuando durante una procesión indígena con la imagen hacia la ermita improvisada en el Tepeyac, una flecha perdida atravesó el cuello de un danzante, causándole la muerte inmediata. Al ser colocado ante la imagen de la Virgen, resucitó en pocos instantes, con solo una leve cicatriz como testimonio del hecho.


Juan Diego: figura de nobleza y credibilidad


Estudios recientes revelan que Juan Diego no era un campesino anónimo, sino un hombre de origen noble y elevada cultura. Su nombre indígena, Cuauhtlatohuac, significa “El que habla como águila”.

Era descendiente directo de linajes reales, su padre era rey de Texcoco y su madre princesa azteca, nieta de Moctezuma I. También había combatido como guerrero bajo el mando de Pedro de Alvarado.

Su prestigio y ascendencia noble influyeron decisivamente en la aceptación del milagro por parte del pueblo indígena.


La imagen en la tilma: un mensaje simbólico profundo


La imagen misma está cargada de símbolos inteligibles para la cosmovisión indígena del momento. Aparece rodeada de nubes, signo de que proviene del cielo. Para los indígenas, los seres divinos descendían "entre neblinas y nubes". Presenta rayos solares, la luna bajo sus pies y estrellas en su manto revelan su realeza cósmica.


El 12 de diciembre coincidía con el solsticio de invierno, festividad clave del calendario azteca, vinculada al triunfo del sol sobre la oscuridad. Ella surge del sol, domina la luna —una deidad para ellos—, y pisa la cabeza del enemigo, en señal de victoria.


Su postura humilde y orante, junto con el rostro juvenil y mestizo, les mostró que no era una diosa, sino una intercesora materna.


Sus vestiduras indican que es doncella (mangas blancas), esposa (túnica rosada) y madre (cinturón de embarazo), todo en una.


Este conjunto simbólico desencadenó una ola de conversiones masivas e irreversibles, sin precedentes en la historia cristiana.


Milagros que desafían la ciencia moderna


Además de su efecto evangelizador, la imagen ha asombrado a la ciencia contemporánea. Análisis en los siglos XVII y XVIII descartaron el uso de pincel o técnica humana conocida.


La tilma está hecha de fibra de maguey, que suele descomponerse en 20 años, pero ha permanecido intacta por unos cinco siglos.


En 1936, el Nobel de Química Richard Kühn examinó fragmentos de la pintura y no detectó pigmentos conocidos.


Fotografías infrarrojas tomadas desde 1946 hasta 1979 por expertos, incluso de la NASA, concluyeron que la técnica de la imagen es “incomprensible e irrepetible”.


En los ojos de la Virgen se descubrieron reflejos minúsculos que retratan a figuras humanas, Juan Diego y otros testigos, confirmados por análisis ópticos durante más de ocho años.


Médicos oftalmólogos han declarado que los ojos presentan una apariencia "viva" al ser examinados con instrumentos modernos.


Astrónomos comprobaron en 1981 que las estrellas del manto corresponden al cielo del 12 de diciembre de 1531 sobre México.


La temperatura de la tilma coincide con la del cuerpo humano (36.5°C), a pesar de estar expuesta en un entorno más frío.


El papel profético de América Latina


Todos estos signos parecen indicar un plan divino para América Latina. El rostro mestizo en la tilma refleja la identidad del continente. Esta cercanía de la Virgen sugiere que el futuro triunfo de su Inmaculado Corazón, prometido en Fátima, podría tener en estas tierras uno de sus principales protagonistas. Todo apunta a una nueva civilización cristiana gestándose desde aquí.

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