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​¡No se enfade, Yolanda, que el despacho y la alfombra son dos días!

Antonio Carrasco Santana, Valladolid
Lectores
sábado, 5 de julio de 2025, 11:05 h (CET)

Los políticos siempre me han recordado un poco a los postres. Los hay tipo natillas, dulces, blanditos, suaves, maleables; otros tienen un poco más de cuerpo, tipo flan, temblorosos, pero mantienen el tipo, siempre que no reciban un importante empellón, además de que siguen siendo dulces, delicados y sedosos; algunos, como el helado recién sacado del congelador, son de contorno definido, aunque, también, finos y gustosos y perecederamente estables, por eso precisan de una degustación rápida, pues, de lo contrario, más si contienen chocolate, se transforman en una sopa pegajosa, empalagosa y poco apetecible. Luego están los postres de mayor contundencia y consistencia: las tartas, siempre llamativas y atractivas, con decoraciones coloristas, que las hacen tan apetecibles, esponjosas y tersas; no hay que olvidar los quesos (me refiero a los curados; los tiernos son, más bien, del grupo de los flanes, pero salados, menos pesados), algunos de recia constitución, impasibles ante el cuchillo y siempre dispuestos a dejar un regusto rural y una sensación de raigambre, de densidad y de perdurabilidad; y no se nos pueden olvidar las frutas, llenas de buenos nutrientes, de beneficios saludables, agradables a la vista y, según los gustos, al paladar, aunque pasadas de moda, como casi todo lo sólido y firme.


De la misma forma que hay más postres de los que yo he mencionado aquí, algunos de los cuales pertenecerían a categorías que podrían calificarse como mixtas, no todos los políticos son, al fin y a la postre, fácilmente asimilables a este somero y torpe intento de clasificación de modalidades de conclusión de banquete. Es más, cada vez está más extendido, sobre todo en restaurantes, esa especie de zarzuela de postres para compartir, en la que hay un poco de todo, con el fin de que todos los comensales encuentren, al menos, un pedacito de algo de su agrado.


Como esto último, diría yo, es un poco el actual Gobierno de España, una mezcolanza de sabores y colores; eso sí, en la que no están, por sus características coherentes, ni las frutas ni los quesos recios e intensos. Como paradigma, en mi opinión, el volcán o coulant gallego vicepresidencial segundo, nuestra Yolanda Díaz, con mullida y exquisita corteza, de aparente consistencia externa, que se desfigura, desparrama y desborda apacible y placenteramente en diversos colores y sabores tan pronto como recibe el más mínimo corte de realidad ante la mirada atónita (a veces, incluso, de admiración de los golosos compulsivos) de los convidados.


En la entrevista que Carlos Alsina le hizo a Yolanda Díaz el pasado 2 de julio en Onda Cero, fue preguntada por diversos asuntos de actualidad, respondiendo con un contundente desparpajo que intenta parecerse a la sinceridad, pero que se diluye inmediatamente, perdiendo cualquier posible traza de firmeza. Cuestionada por el periodista sobre los frecuentes percances en el transporte ferroviario en nuestro país, el último de los cuales tuvo lugar el día 1 de julio en la línea Madrid-Andalucía, con pasajeros atrapados durante doce horas (ella abandonó el tren y se trasladó a Madrid en avión) la vicepresidenta, sin ningún empacho afirmó: “Voy a ser clara, el derecho a la movilidad es un derecho fundamental en nuestro país; y tenemos enormes deficiencias en esta materia; por tanto, desde luego, esto es absolutamente prioritario […]. Pues, bueno, que esto hay que arreglarlo de forma contundente […]. Esto es responsabilidad, yo creo, de un país que ha vertebrado mal sus comunicaciones […]. Es un país que se ha diseñado mal […]. No hay una buena cultura de transporte. Y creo que la responsabilidad es compartida: una competencia es de las Comunidades Autónomas y otras del Gobierno Central. Pero esto es prioritario, pero no por lo de ayer, es que llevamos todo el año así”. Pero aquí no queda la cosa, cuando el periodista destaca que ella ha afirmado que esto es ahora mucho más frecuente y que, por tanto, todo apunta a que la responsabilidad es del actual Gobierno al que ella pertenece, la vicepresidenta se despachó de esta guisa: “Estoy siendo clarísima. Estoy siendo clarísima. Esto merece la atención inmediata, porque son derechos de la ciudadanía. [..] Hay que arreglarlo, es decir, si le digo que es prioritario, es que hay que actuar ya […]. Pero también me va a permitir; es decir, más allá de las flotas que tengamos o que haya que renovar o lo que sea hay elementos, o sea…, ¿por qué un convoy de un tren se queda sin aire acondicionado?; o sea, es que es un riesgo brutal. En la otra ocasión [al parecer, según relató, fue víctima de los fallos del tren, además del día anterior a la entrevista, en otra ocasión], yo misma, recuerden, y la ciudadanía que venía conmigo saltamos desde la vía del tren; o sea, pero saltamos sobre todo porque no había aire acondicionado. Y hay gente…, o sea, había personas diabéticas; o sea, es que esto hay que arreglarlo”.


No me digan que este voluntarismo naíf no es conmovedor, de una simpleza y una incultura enternecedoras. El convoy se queda sin aire acondicionado, doña Yolanda, porque cuando el fallo (como la mayor parte de las veces, por falta de mantenimiento y de previsión; “o sea”, que diría usted, por una deficiente gestión) es de falta de corriente eléctrica, no puede funcionar, como en su casa, si se va la luz. Además, doña Yolanda, supongo que usted y los ciudadanos con los que iba, y no la ciudadanía que venía con usted, saltarían a la vía, no de la vía, aunque, tal y como están las cosas, alguno se quedaría con ganas de que su Gobierno, por “el Puente” y por desesperación recurrente hubiera hecho esto último.


Y ya metidos en materia, la entrevista, como era previsible, continuó por los derroteros de la presunta corrupción en torno al Partido Socialista y a su Gobierno. Preguntada la vicepresidenta por la responsabilidad de Pedro Sánchez, se expresó así: “Eh, si me permite, esto es muy grave, gravísimo. Ahora mismo estaba conversando con sus compañeros sobre datos. Nunca se habla de datos, pero yo quiero darlos. Eh, en España no tenemos un problema de corrupción administrativa, lejos de lo que se dice. Somos uno de los pocos países que no tiene un problema de corrupción administrativa. Es decir, el problema no está en la función pública. No, digo esto porque yo escucho a muchos políticos decir muchas cosas y me he tomado la molestia en   verificar los datos, y no es verdad. Y, sin embargo, España, como Portugal e Italia, tenemos un gravísimo problema de corrupción política. Ya está. Esto es lo que tenemos, son datos. Pero le digo más, la ciudadanía española, lo dice el CIS y otros institutos demoscópicos, consideran que la corrupción es el principal problema de la democracia española. Lo lleva siendo así. Por tanto, no es algo ajeno a nosotros. Sí quiero explicar esto, porque para señalar lo que voy a decir. Y la segunda cuestión es que los españoles y las españolas acaban de contestar en el CIS, el 85,1% señala que las medidas que se toman, eh, son prácticamente ninguna. Esto lo dice el 85,1% de los de los españoles en nuestro país, pero dicen que es el principal problema de la democracia. Yo digo más, fíjese si es grave, que la corrupción corroe la democracia, encarece los servicios públicos, eh, deteriora el estado de ánimo de un país. Por tanto, soy clarísima: ya no solo es que yo sea limpia y no robe y me hayan enseñado en mi casa que esto es pecado, que lo es, claro. No, no es que los estándares unos los tienen, ¿no?, los que los tienen. Y porque es verdad que a mí me estalla la cabeza cuando lo pienso.


Es decir, cuando España estaba en pandemia con cinco mujeres en mi ministerio, cinco, que ustedes muchos las conocen, que les ayudábamos a arreglar ERTES y problemas que habían en las empresas, nos estábamos dejando la piel para hacer ERTES, para salvar empresas y trabajadores y trabajadoras en España y había unos golfos al lado, que me estalla la cabeza, robando. Esto es inaceptable. Ahora bien, como es inaceptable, hay que actuar ya. Y lo vuelvo a decir, es mi opinión humilde y la de nuestro espacio político. Y actuar ya es, uno: eh, primero, comparecer y dar todo tipo de explicaciones, pero no comparecer el día 9. No comparecer el día 9. Yo, eh, comparecería ante los medios de comunicación, me sometería, eh, a un total escrutinio. Y no por nada, no, porque los medios de comunicación, eh, en democracia, eh, son la vía de la información en nuestro país. Y me sometería al escrutinio absoluto durante las horas que fueran menester para aclarar qué es lo que ha pasado en el Partido Socialista. Lo mismo que le he pedido al Partido Popular, se lo pido al Partido Socialista. Esto es lo primero antes del día 9. Y segundo, cuando le digo es actuar ya, es liderar esto. Uno tiene que decidir si lidera esta crisis o no.  Y liderando esta crisis es que hay que tomar medidas. Claro que hay que tomar medidas. Es que no podemos seguir así. En unos minutos se reunirán el Partido Socialista y Sumar. Vamos a ver qué da de sí esa reunión. Hum. Nosotros hemos presentado ya propuestas, tampoco es que estemos ideando una gran cosa, es decir, está bastante escrito lo que hay que hacer y sabemos dónde están los problemas de nuestro país y están en dos partidos políticos”. 


Pues sí, doña Yolanda, esto es gravísimo, por eso, la solución, según parece proponer usted, más allá de la retórica, es lamentarse de la inmoralidad de sus compañeros de viaje y poner en riesgo nuestro medio ambiente, porque, doña Yolanda, si a usted, que está en todas partes tomándose la molestia de buscar datos y trabajando por nuestro bienestar, le explosiona la cabeza en este momento, con estos calores, en que es peligrosísimo manipular aserrines o virutas… Y no se deje la piel, que eso no hay ungüento que lo arregle; fíjese en la vicepresidenta primera y en el ministro de Justicia, que tienen las manos abrasadas. Por cierto, dice usted que sabe que los problemas están en dos partidos políticos; puede ser, pero resulta que ustedes gobiernan desde hace años con uno de ellos, sin que parezca que esto haya tenido ningún resultado regenerativo en él, más bien al contrario.


Cuestionada nuevamente por el periodista sobre cómo se asume la responsabilidad, dijo lo siguiente: “Lo que ya sabemos, y en su comparecencia, que no recuerdo qué día fue, ya sabemos que él asumió que esa responsabilidad in vigilando en un nombramiento se ha producido.  Esto lo ha reconocido el propio presidente del   Gobierno ante todos nosotros y nosotras. Por tanto, esta responsabilidad existe […]. Pero la, pero el tema es que hay que actuar. Este es el debate y, de verdad, que, cuando pongo tanto énfasis en esto, no solo es porque esté preocupada y enfadada, como creo que casi todo el mun… Claro, es que yo creo que el país está así; o sea, es que la gente no roba.


He ido, no sé qué día a una televisión, ¿no?, y de este grupo, por cierto, y las trabajadoras que me estaban maquillando me decían: ‘Bueno, es que..’, eh, como quitándole, ¿no?, en esta cultura que hay en nuestro país, ¿no?, de aminorar, eh, la corrupción.  Y yo la interrumpí a la trabajadora y le dije, ‘Usted ¿cuándo ha robado?, ¿cuántos años lleva aquí trabajando?’ Y me dijo, además se acuerda   bien ella, ‘35 años’. ‘¿Usted ha robado alguna vez en su vida?’


Es que no es verdad esto. La gente no roba. Por tanto, y le soy clara, porque si pongo énfasis es que la preocupación que tenemos en nuestro espacio es que todo permanezca igual. Y yo vengo escuchando, eh, a las formaciones políticas, digamos, a las dos problemáticas, Partido Popular y Partido Socialista. ¿Ustedes escuchan alguna propuesta? Nosotros hemos presentado propuestas, hemos presentado leyes. Tampoco, insisto, nada novedoso, eh, lo que dice el Greco, tampoco es que estemos inventando la pólvora. 


¿Escuchan alguna propuesta del Partido Socialista y del Partido Popular? No. Lamento decir esto, ¿no? Entonces, si cuando digo actuar es que, antes del día 9 hay que hacer un trabajo previo, y si yo quiero actuar de verdad, me tengo que reunir con Rubén, con Marta, perdón que les tuteé y decirles, ‘Oye, ¿qué hacemos con este problema de este país?  ¿Esto es de verdad grave?’”.


No puedo estar de acuerdo con usted en este punto, doña Yolanda, porque, a lo largo de esta y de la pasada legislatura, el Partido Socialista ha hecho y consumado muchas propuestas relacionadas con la corrupción con su anuencia y entusiasmo: reducción de las penas por malversación, eliminación del delito de sedición, ha nombrado a exministros como fiscales generales, y a amiguetes incompetentes para puestos importantes (mire como están Correos o, como usted destaca, el transporte ferroviario) ha prohibido ejercer sus obligaciones al Consejo General del Poder Judicial, aunque estuviera en funciones…, entre otras cosas. Y tampoco estoy de acuerdo en que, ante un problema, deba preguntarnos a Rubén, a Marta o a mí: a usted la han nombrado para que solucione los problemas, no para que nos los devuelva envueltos en papel de regalo a los ciudadanos. Y si, de verdad, quiere preguntar, fuerce que se convoquen elecciones, y no diga que esto no está en sus manos y que es una prerrogativa del presidente, que no cuela.


Ante la pregunta del periodista de si la vicepresidenta creía que Pedro Sánchez podría liderar la regeneración del país, la vicepresidenta afirmó lo siguiente: “Pedro Sánchez, eh, a día de hoy, eh, no está involucrado en esta causa.


Si me permiten, ustedes saben perfectamente que el 14 de octubre del año 20 se dictó una resolución que es la primera en nuestro país y en Europa que condenaba al Partido Popular a título lucrativo de varios delitos de cohecho, de malversación, de prevaricación, de fraude… Puedo seguir así hasta mañana. A título lucrativo. Y en esas cuestiones, como saben ustedes, aparecía un paisano mío como M. Rajoy. Quiero decir, por ser rigurosa, usted es un profesional de la prensa […]”. Y, cuando el periodista le recuerda que el PP ya pagó por la Gürtel, ella continúa, “sí, sí, pero esto no existe a día de hoy por serle clara con la misma, eh, equidad que lo planteo.  Es decir, si esto existiera, probablemente la entrevista que estaríamos teniendo hoy sería otra. Y creo que esto no existe”. 


Cuando el periodista “apretó” más para saber qué haría que Sumar abandonase el Gobierno, poniéndole como supuesto una financiación irregular del PSOE, palabrería altisonante y autopanegírico en la respuesta: “Hombre, imagínese, pero lo que no tiene mucho sentido me va a permitir que, eh, que quien está limpio en el Gobierno, eh, quien…, yo es verdad que, que, eh, lo llevo como puedo, ¿no? Pero, hombre, llevo 5 años y medio en el gobierno. El 13 de enero cumpliré seis. Me acuerdo cada día de mi toma de posesión, de lo que me hicieron hacer mi familia, de coger, de abrir la puerta de mi despacho. Parecen cosas sin importancia; pero no, son importantes para mí. Abrir la puerta y volver a salir, recordando que esto es una cosa efímera. Claro, pero esto es la cultura que una tiene. Pero, eh, claro, en fin, no podemos”.


Cuando el periodista le planteó que, si defiende la tesis de que la parte del Gobierno perteneciente a Sumar está limpia, la implicación lógica es que la del PSOE no lo está, ella arguyó lo siguiente: “Pero   escuchen un momento, lo que no pueden es pedirme  a mí, que llevo cinco años y medio —hoy damos los datos del paro—, llevo cinco años y medio con —a ustedes y  la gente dirá, ‘Oiga, usted, a mí que me cuenta—, llevo hablando, me han escuchado, y mido las  palabras siempre, cuidando la coalición. Yo he vivido muchísimas cosas, recuerden ustedes, eh, nueve meses para subir el salario mínimo. Eh, claro, esto de lo que presume todo el mundo ahora ha costado, ¿eh?, mucho la reforma laboral, pero he cuidado la coalición. No se le puede pedir a quien hoy es un éxito de país las políticas públicas y estoy segura de que gobierne quien gobierne lo va a respetar o eso espero, por una parte, pero quiero decir no puede ser que nos pidan a nosotros, ¿no? la responsabilidad de lo que hacen otros […]”. 


¿No habíamos quedado en que lo del “y tú más” era cosa de los dos partidos problemáticos? Y, por cierto, si usted y su partido son la parte limpia del Gobierno, ¿en qué situación deja esto a los compañeros de PSOE? En otro orden de cosas (o en el mismo), no sé si su familia fue capaz de inculcarle con claridad la transitoriedad en el cargo, porque, una vez que volvió a cerrar la puerta del despacho, no parece que esté dispuesta a prescindir de él; aunque estoy seguro de que se debe a sus desvelos incesantes por hacer más feliz a la gente (no sabemos si a la de la coalición o al resto, porque las dos cosas, difícilmente). Es que no hay más que escucharla: es usted un “éxito de país”.


Cuando el periodista le planteó “¿por qué es más grave que se financie irregularmente un partido político que que roben dinero los dos secretarios de organización de ese partido político?”, la vicepresidente justificó del siguiente modo: “Y digo lo mismo —que ustedes me conocen—, lo mismo que he dicho con el Partido Popular. Porque eso supone que hay una trama completamente, eh, eh, consciente y organizada para saquear las administraciones públicas. Digo lo mismo que he dicho con el Partido Popular, esta es el gran hecho diferencial. Y vamos a ver, yo no —ya antes también conversaba, no hago juicios paralelos, ya lo saben, y, además, como no lo hago ni del PP ni del PSOE. Podría decir muchas cosas del Partido Popular y no lo digo, no me no me gusta hacer seguimiento, justo porque me gusta el ejercicio del derecho, eh, no hago juicios paralelos de las causas, es verdad, pero lo digo en ambos supuestos. Pero estas creo que esto es importante que la ciudadanía lo sepa, ¿no? No es lo mismo que exista una trama organizada […]. Pero estoy super de acuerdo que quienes estaban en la cúpula del PSOE, al menos Cerdán y Ábalos, sí estaban muy organizados para saquear. El auto, su señoría dice lo que dice […]. Si es que, eh, donde hay papeles las barbas se callan, decimos en el derecho. Es decir, es evidente lo que está diciendo el juez. Por tanto, pero es verdad que, en términos de, eh, creo, ¿no?, eh, de responsabilidad política es que no es lo mismo. He dicho lo mismo con el Partido Popular. Eh, de hecho, yo creo que, al Partido Popular, a Mariano Rajoy, le cuesta la salida de la Moncloa por este hecho […].


O sea, a mí, eh, Pedro Sánchez nunca me ha faltado a la verdad hasta ahora, pero da igual lo que crea yo. El presidente del Gobierno ha comparecido ante toda la ciudadanía y ha dicho una serie de cosas”.


¡Qué suerte! ¡Qué inmensa suerte que a usted Pedro Sánchez nunca le haya faltado a la verdad! Porque al resto de españoles, sí: nunca gobernaré con Podemos, no negociaré con Bildu, no habrá indultos, una amnistía es imposible, porque no cabe en la constitución, no habrá corruptos en mi gobierno, hemos venido para regenerar democráticamente el país, lo que dicen los pseudomedios de mi familia, de Ábalos y de Santos son bulos, la “fachosfera”, la máquina del fango, no hay caso… Parafraseándola a usted, permítame, “podría decir muchas cosas del PSOE, pero no las digo”. Ah, y se me olvidaba: mi reconocimiento por el suyo a la imparcialidad y buen hacer de un juez; nunca es tarde si la dicha es buena.


Ante esto, el periodista contraargumentó: “sí, pero él ha dicho que ya todas sus   responsabilidades están asumidas”. A lo que doña Yolanda respondió: “pero yo, él ha dicho a la ciudadanía y a los medios de comunicación de nuestro país, eh, pidió perdón y explicó lo que había pasado. No digo, porque no es lo que crea yo —si es lo de menos lo que crea yo—, es que el presidente del Gobierno ha comparecido y se responsabiliza de esas palabras. No sé si me explico, si yo, ¿no?, eh, comparezco y me responsabilizo ante mi país, 49 millones de españoles y españolas… […].


 Humanamente es importante para mí, o sea, yo no soporto que la gente mienta, por tanto, claro que es importante para mí personalmente y, eh, insisto, hasta día de hoy el presidente del   Gobierno no me ha faltado a la verdad y yo tampoco.  Así de claro. Ahora bien, eh, no es lo que crea yo, son las acciones y las garantías y lo que hay que hacer ya, porque no va de esto. O sea, no va de que nos quedemos quietos. Soy, eh, soy contundente.  Es que yo sé que hay mucho interés en hacer mucho ruido político, mucho ruido político y mucho y tú más y mucho lío, pero no hacer nada y que todo permanezca igual. Tenemos un gravísimo problema de desafección ciudadana en España y todos no somos iguales. No es verdad. Lo voy a seguir diciendo.  O sea, pueden decir lo que sea, que no estoy de acuerdo. No es así. Y la ciudadanía también tiene que responsabilizarse democráticamente de lo que hace; y, más allá de las afinidades partidarias muy legítimas que tenga cada quien, tiene que ser responsable también cuando hace el ejercicio del voto. Digo, en fin, digo esto, porque, eh, claro que se pone el acento en las responsabilidades políticas, faltaría más; pero la, el ejercicio, la calidad democrática no solo es ir a votar cada cuatro años, es que hay una responsabilidad diaria”. 


Menos mal, señora Díaz, que, como la conocemos, sabemos que usted no hace juicios paralelos y que su ideología no nubla en absoluto su buen juicio; por eso, acudiendo a la más estricta lógica racional, afirma que no todos somos iguales. ¿Por qué?, “porque no es verdad”, porque “lo voy a seguir diciendo”, porque “pueden decir lo que sea, que no estoy de acuerdo”. También somos conscientes los españoles de que no soporta que la gente mienta (ya ha quedado claro que, mientras no le mientan a usted, que lo hagan con el resto importa poco). Y, aunque agradeciéndole el recordatorio, los españoles también sabemos que la responsabilidad democrática no es solo ir a votar cada cuatro años, por eso, por ejemplo, yo escribo esto, que, probablemente, usted nunca leerá; pero ello no obsta para que no baste con decir que las afinidades partidarias son legítimas: impedir que, ante un Gobierno evidentemente inoperante, como poco, la ciudadanía acuda a las urnas, no sea que, a juicio de los que gobiernan, sea peor el remedio que la enfermedad, es una actitud claramente antidemocrática que no hay populismo ni propaganda que la esconda.


Pero, por encima de todo, no se enfade, doña Yolanda. ¿Qué haríamos los españoles sin su ingenuidad, sin sus “piquiños” y “abraciños”, sin su esfuerzo constante por el bien de la humanidad, sin su entusiasmo desbordante, sin sus cosas chulísimas y sin sus sinceras y profundas reflexiones?

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