Los españoles tenemos hoy en día tenemos una soledad enorme. Una soledad en la que todos estamos metidos cerrado con cremallera. Apelotonados unos junto a otros.
Hay palabras que por sí solas, sabemos lo que se dicen de ellas. La soledad en esta ocasión, no la reseño acordándome de una vecina que tuve, llamada Soledad, cuando mozo viviendo en mi casa. La soledad junto a esta joven, no era tal, era como una reencarnación del día a día cuando le veía cerca de mí. La soledad arriba renombrada, no era estar solo un buen día en el tren cuyo asiento estaba ocupado por mi persona en aquel vagón.
Los españoles tenemos hoy en día tenemos una soledad enorme. Una soledad en la que todos estamos metidos en un saco cerrado con cremallera. Apelotonados unos junto a otros. En cualquier desván. En esta ocasión estamos todos en esa boardilla encerrados por una puerta con candado.
Todos los políticos, todos, están metidos en el mismo saco, la diferencia es que estos tienen derecho de pernada y salen cuando quieren, cuando se les antoja. Incluso nuestra ley con toda su jurisprudencia sale de tarde y tarde, como llevan mucho tiempo sin salir del saco, sale aturdidos, mareados y atolondrados sin saber lo que hacer.
Solamente Dios sabrá de que hablaran en esa torre de babel, ni tampoco sabría decir, lo que estarán haciendo todos estos, buscando la espalda como si estuviesen en Cuenca, adivinando las casas colgantes.
La soledad es muy mala, muy mala consejera. Si yo consiguiera la llave de mi saco, no sé lo que haría, si la volviese a cerrar con toda la jauría dentro. Esto, cuanto nos está pasando no lo arregla ni Moyano el latonero. Ni la ley, estoy seguro que si pudieran salir de su bolsa no sabrían lo que hacer. Los políticos, todos los políticos, yo los metería en una barcaza, eso sí, metidos en su bolsa y tirando la llave del candado en las puertas del Génova o de Ferraz, inclusive la Moncloa, terminando y alegando un poquito más con llaves equivocadas, por si algunos de estos principiantes marineros, como saben tanto, podrían ser los nuevos Houdini. Cosas más raras se han visto y en estos tiempos de soledad hay pensamientos muy malos, bueno, malos no, malísimos. El valor no es la ausencia de miedo, sino el juicio de que hay algo más importante que el miedo o su soledad. ¿O no?
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