El presente artículo viene a articular el impacto de la inteligencia artificial como tecnología cognitiva desde una perspectiva europeísta conteniendo referencias indirectas al discurso pronunciado por Stefan Leible en la Universidad Pablo de Olavide y al contexto universitario europeo.

La inteligencia artificial como tecnología cognitiva: una oportunidad para consolidar una Europa del conocimiento
La acelerada integración de la inteligencia artificial (IA) en los procesos sociales, jurídicos y académicos está transformando de forma radical nuestra relación con el conocimiento, con implicaciones profundas en la concepción misma de la mente y su entorno.
Lejos de ser una simple herramienta técnica, la IA se ha convertido en una tecnología cognitiva, es decir, en un dispositivo que colabora activamente en la producción, almacenamiento y validación del saber.
En este contexto, Europa tiene ante sí el reto y también la responsabilidad de liderar una respuesta ética, democrática y humanista a esta transformación, fortaleciendo así su papel como garante de una inteligencia distribuida al servicio de la ciudadanía donde se pone de manifiesto la importancia de las humanidades, tan denostadas en la actualidad.
Cognición extendida y frontera difusa entre mente y entorno
Las teorías contemporáneas de la mente, como la cognición extendida o distribuida, sostienen que los procesos mentales no se limitan al cerebro individual, sino que se despliegan a través de herramientas, tecnologías y estructuras sociales.
La IA, al asumir funciones como la memoria, la inferencia, la toma de decisiones o la predicción, redefine lo que entendemos por sujeto cognitivo y ya no se trata de un ente autónomo, sino de un nodo dentro de una red de colaboración híbrida entre humanos y máquinas.
En este marco, la frontera tradicional entre la mente humana y su entorno tecnológico se disuelve, abriendo un nuevo escenario donde pensar ya no es solo una actividad mental, sino también una práctica situada, mediada por algoritmos, datos y plataformas.
Tan lejos y extraños que podían parecer los conocimientos situados de Dona Harawey y su ciborg, parece que se empiezan a hacer presente, de repente, porque de un momento a otro la informática, las telecomunicaciones, la IA, evolucionan exponencialmente.
La cognición extendida (también conocida como cognición distribuida, aunque hay matices entre ambas) es una teoría contemporánea de las ciencias cognitivas y de la filosofía de la mente que sostiene que los procesos cognitivos no están limitados al cerebro o al cuerpo, sino que se extienden hacia el entorno físico y social mediante herramientas, tecnologías y colaboraciones.
Cognición extendida, Extended Mind
Son autores clave dentro del estudio de este concepto Andy Clark y David Chalmers (1998) con su artículo fundamental The Extended Mind.
Tenemos como idea central que la mente no termina donde lo hace el cráneo. Objetos como una libreta, un móvil o incluso una IA pueden formar parte del sistema cognitivo de una persona si cumplen ciertas funciones estables y recurrentes.
Como ejemplo clásico el de lpaciente con Alzheimer que lleva un cuaderno en el que anota toda la información importante. Para los autores, ese cuaderno actúa como parte funcional de su memoria, de forma equivalente a una memoria biológica.
La cognición no se localiza solo en los individuos, sino que se distribuye entre personas, artefactos y el entorno físico. Es especialmente observable en sistemas sociales complejos. Por ejemplo en la tripulación de un barco o una cabina de avión, donde nadie conoce todo el sistema, pero el trabajo conjunto, mediado por instrumentos, manuales, procedimientos y comunicación, da lugar a una inteligencia colectiva y distribuida.
Diferencias clave
En la cognición extendida la conexión es entre el individuo y el entorno a un nivel micro porque se establece entre una persona y una herramienta, presenta un marco de análisis filosófico y cognitivo. En la cognición distribuida se da dentro de un sistema colectivo, a nivel macro porque entra en juego el concepto de macro que pone en relación equipos y organizaciones. El nivel o marco de análisis es sociotécnico y antropológico.
Característica | Cognición Extendida | Cognición Distribuida | Enfoque | Individuo + entorno | Sistema colectivo | Nivel | Micro (persona-herramienta) | Macro (equipos, organizaciones) | Marco de análisis | Filosófico y cognitivo | Sociotécnico y antropológico | Ejemplo típico | Móvil como memoria externa | Torre de control aeronáutica |
Una inteligencia europea basada en la cooperación, derecho y libertad académica
El cambio radical que se impone exige una arquitectura institucional y normativa que proteja los valores fundamentales europeos, tales como la dignidad humana, la justicia, la equidad y la cooperación pacífica.
La armonización del Derecho privado europeo, a la que han contribuido figuras clave como Stefan Leible desde el ámbito universitario, es un ejemplo de cómo la integración normativa puede responder a desafíos transnacionales.
En el caso de la IA, es urgente establecer una lex europaea que aborde no solo los riesgos tecnológicos, sino también las condiciones de posibilidad para una inteligencia compartida, plural y orientada al bien común.
El impulso de dobles titulaciones en Derecho como el programa hispano-alemán que se establece entre la Universidad Pablo de Olavide y la Universidad de Bayreuth, no solo forma juristas competentes, sino ciudadanos europeos conscientes del papel del conocimiento como puente entre culturas jurídicas.
La cooperación académica refleja un ideal europeo en el que el saber se comparte más allá de las fronteras, reforzando el tejido social, jurídico e institucional de una Europa unida y donde las humanidades, progresivamente, han de ir in crescendo.
Europa ante el desafío de la IA: gobernanza y visión humanista
La IA no puede ser gestionada únicamente como un fenómeno técnico, sino como un asunto profundamente político y cultural.
Frente a modelos que priorizan el control, la vigilancia o la maximización del beneficio, Europa debe apostar por un modelo centrado en el ser humano, en el que la tecnología amplíe las capacidades individuales y colectivas, sin suplantarlas. Para ello, resulta esencial que las universidades europeas mantengan su autonomía crítica, su vocación humanista y su compromiso con la justicia social.
Como bien se ha señalado desde distintas instancias académicas, la Universidad representa no solo un lugar de formación, sino el último refugio del pensamiento libre, de la ciencia y del debate racional. En la era de la IA, su rol como custodio de la verdad y como espacio de articulación entre mente y entorno tecnológico se vuelve más necesario que nunca.
La conclusión es que la inteligencia artificial como tecnología cognitiva no solo redefine la frontera entre mente y entorno, sino que exige una redefinición política, jurídica y cultural de Europa misma. La oportunidad que se presenta es clara y es construir una inteligencia europea, no como imposición técnica, sino como proyecto ético compartido.
Solo desde la cooperación académica, la convergencia jurídica y el respeto a los valores podrá Europa responder a los desafíos de la era algorítmica con una voz propia y unificada.
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