Sabemos que ante el cambio climático no nos queda otra que cambiar de planeta. Que la guerra en Gaza no es una guerra sino un genocidio. Que la guerra en Irán no tiene sentido. Pero hay cosas que desconocemos. No sabemos qué haremos cuando se acaben los tornillos. Cuando no haya más. Nos caeremos de la silla y de todas las camas. No habrá lavadoras que aguanten nuestros calcetines de colores. Tampoco se aguantarán los ordenadores. No sé qué haremos sin móviles ni televisores planos. No sé qué haremos sin coches y edificios de color acqua. No sé qué haremos sin raquetas de tenis y guitarras tuneadas con la cara de Elvis Presley. No sé qué haremos sin puentes para pasar ríos, rías y mares. Tampoco sé qué haremos sin trasatlánticos ni barcos de bajura. No sé qué haremos sin trenes violetas y neveras con imanes pegados. Tampoco sé qué haremos sin satélites ni goteros en los hospitales. Sin tornillos, habrá que dar de baja a todos los destornilladores. No sé qué haremos cuando nos falte un tornillo en la cabeza y no tengamos repuesto. Pero sin tornillos ya no podrán lanzar más misiles sobre Gaza. Sin tornillos ya no habrá guerra en Teherán. Sin tornillos ya no habrá tanques que desfilen por la avenida de Pensilvania en Washington.
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