Las señales son inequívocas. Antes incluso de que el calendario marque oficialmente el inicio del verano, España ya experimenta un ascenso inusual y preocupante de las temperaturas. La ola de calor temprana que azota diversas comunidades autónomas no es un fenómeno aislado; se enmarca en una tendencia global de incremento en la frecuencia e intensidad de los episodios de calor extremo, directamente atribuible al cambio climático. Esta realidad nos obliga a tomar medidas proactivas, especialmente para proteger a los segmentos más vulnerables de nuestra sociedad: los niños y las personas mayores, quienes son particularmente susceptibles a los efectos adversos del calor.

¿Qué es un golpe de calor?
Un golpe de calor es una emergencia médica grave que ocurre cuando el cuerpo no puede regular su propia temperatura, lo que lleva a un sobrecalentamiento peligroso. Es fundamental distinguir entre el agotamiento por calor y el golpe de calor, aunque ambos requieren atención. El agotamiento por calor se manifiesta con sudoración profusa, palidez, calambres musculares, debilidad, mareos, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Si no se trata, puede progresar a un golpe de calor, que es mucho más grave y puede ser mortal.
Cómo se manifiesta un golpe de calor
Los síntomas de un golpe de calor son alarmantes y exigen una respuesta inmediata. La temperatura corporal central se eleva por encima de los 40°C. La piel puede estar caliente y seca, o, sorprendentemente, en algunos casos, húmeda debido al cese de la sudoración. Se pueden presentar alteraciones neurológicas como confusión, desorientación, habla arrastrada, convulsiones e incluso pérdida del conocimiento. La respiración se vuelve rápida y superficial, y el pulso, acelerado y fuerte.
Cómo prevenirlo
La prevención es el pilar fundamental para evitar estas situaciones críticas. En primer lugar, la hidratación es vital. Se debe beber abundante líquido, preferiblemente agua, incluso si no se siente sed. Las bebidas azucaradas, con cafeína o alcohólicas deben evitarse, ya que pueden contribuir a la deshidratación. Para los niños, es importante ofrecerles agua con regularidad, y para las personas mayores, que a menudo pierden la sensación de sed, es recomendable establecer horarios fijos para la ingesta de líquidos.

Vestir ropa ligera, holgada y de colores claros es otra medida efectiva. Las fibras naturales como el algodón permiten una mejor transpiración y ayudan al cuerpo a disipar el calor. Es aconsejable evitar la exposición directa al sol, especialmente durante las horas centrales del día, entre las 12 del mediodía y las 5 de la tarde, cuando la radiación solar es más intensa. Si es inevitable salir, se deben usar sombreros de ala ancha y gafas de sol.
Buscar refugio en lugares frescos y con aire acondicionado es crucial durante los picos de calor. Si no se dispone de aire acondicionado en el hogar, se recomienda acudir a centros comerciales, bibliotecas o espacios públicos climatizados. Las duchas o baños con agua templada pueden ayudar a refrescar el cuerpo, al igual que el uso de paños húmedos en la frente, el cuello y las muñecas.
En el caso de los niños, que regulan peor su temperatura corporal, es esencial no dejarlos nunca solos en vehículos estacionados, ni siquiera por un corto periodo de tiempo, ya que la temperatura en el interior de un coche puede subir a niveles peligrosos en cuestión de minutos. Los juegos al aire libre deben limitarse a las primeras horas de la mañana o al final de la tarde, siempre bajo supervisión y con abundante hidratación. Los bebés, en particular, requieren atención constante, asegurándose de que estén bien hidratados y en un ambiente fresco.
Para las personas mayores, la vigilancia es doblemente importante. Muchos sufren de enfermedades crónicas que pueden verse agravadas por el calor, o toman medicamentos que alteran la regulación de la temperatura corporal. Los familiares y cuidadores deben visitarlos con regularidad para asegurarse de que están bebiendo suficiente líquido y tomando las precauciones necesarias. Mantener las ventanas abiertas por la noche si la temperatura exterior es más baja y cerrarlas durante el día, así como usar ventiladores, puede contribuir a mantener un ambiente más fresco en el hogar.
Cómo actuar ante un golpe de calor
Finalmente, es vital saber cómo actuar ante la sospecha de un golpe de calor. Si alguien presenta los síntomas descritos, la primera medida es trasladarlo inmediatamente a un lugar fresco y tumbado. Se deben aflojar las prendas de vestir, aplicar paños húmedos o bolsas de hielo en la ingle, las axilas y el cuello, y abanicar a la persona para bajar su temperatura. Bajo ninguna circunstancia se debe intentar dar líquidos por boca a una persona inconsciente. Y lo más importante: llamar de inmediato a los servicios de emergencia. Una actuación rápida puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Ante un mes de junio que se muestra más cálido de lo habitual, y con la perspectiva de veranos cada vez más extremos, la educación y la concienciación son nuestras mejores herramientas. Conocer los riesgos, aplicar las recomendaciones y actuar con prontitud son pasos esenciales para proteger la salud de todos, especialmente de los más vulnerables, y afrontar con seguridad los desafíos del calor.
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