Creemos que en un siglo o dos ha cambiado la tecnología y multitud de conceptos, pero han cambiado tanto o más las costumbres y los hábitos y los usos y todo o casi todo…
Citaré un párrafo del escritor y periodista, creo que trágico y con tragedia, Alejandro Sawa Martínez (1862-1909), titulado: Rápidas, publicado en Alma Española, el 6 de marzo de 1904. Citaré literalmente unas frases de dicho artículo: “La princesa Luisa de Toscana ha escrito a su marido el príncipe heredero de Sajonia, pidiéndole permiso para ver a sus hijos; consultado el rey acerca de esta súplica, ha apostrofado con cólera a la princesa adúltera y ha negado la autorización para que los pequeños príncipes sean visitados por su madre”.
Creo que este artículo periodístico debería terminar aquí. Y, cada lector o lectora saque sus deducciones e inducciones y conclusiones. Sea usted consciente que está escrito de este artículo de Sawa es de 1904, es decir, si tomamos una generación de veinticinco años, hace cinco generaciones. Hace un siglo y cuarto. En 1905, Einstein planteó su teoría de la relatividad.
No creo que el adulterio sea una práctica y concepción correcta del amor entre dos personas. Quede claro. Puede que existan personas en estos tiempos de ahora, sean o tengan concepciones diversas y diferentes. Creo que uno de los defectos del tiempo actual, en cuanto a la psicomoralidad es que se están dando demasiadas concepciones teóricas y prácticas erróneas, lo que lleva consigo defectos y deficiencias y errores tanto en las concepciones, como en las prácticas de las personas. Creo que un acto inmoral lleva consecuencias en la mente y conciencia, y, la mente y conciencia puede llevar a actos erróneos. No solo somos carne, no solo somos mente, no solo somos alma, sino somos una realidad substancial, siguiendo a Aristóteles, pero para muchos tenemos alma-espíritu inmortal.
Pero sin justificar el adulterio, no podemos aceptar el castigo tan horrendo que a esa mujer se le hizo. No conozco la vida de esta mujer, no sé qué infancia o adolescencia o juventud llevó, ni siquiera sé, si el marido le daba buena o mala o regular vida. No sé, no sé cómo terminarían sus huesos y sus carnes, ya que sería de mediana edad en estos hechos, imagino, le tocaría soportar los embates de la guerra, de la primera gran guerra. No sé la vida del esposo. No sé la vida de los hijos. No sé la vida que habrán llevado los descendientes, nietos y biznietos y tataranietos. No sé, si todavía queda en este mundo algún descendiente de esta princesa y de este príncipe… pero ya en 1904 era un castigo enorme, dado a una princesa, dado a una mujer. Que posiblemente, incluso le obligaron a casarse con esa persona, que no sabemos sus costumbres y sus formas de ser y de actuar, dentro del tálamo nupcial y fuera…
Recorro el articulismo ibérico, por varias razones, una es contar un poco, la historia de este género, y, lo hago citando nombres y firmas y artículos concretos. Por otro lado, fijándome en temáticas del pasado que pueden ser actuales, o temáticas del pasado que ya no son actuales, o temáticas del pasado que ahora siguen sucediendo y se valoran de otro modo o de otra manera, o temáticas del pasado que juzgándose ahora, también del mismo modo, no se castiga o sanciona o juzga o sentencia a las personas del mismo modo… -legal, social, moral, etc.-.
Creo que este artículo hay que terminarlo aquí. Hay que dejar que el lector o lectora que haya buceado o nadado en este río de palabras, dejarlo que piense y medite y reflexione. Al final, nos hemos encontrado con dos vidas trágicas, la de este escritor y periodista, Alejandro Sawa y la de esta princesa Luisa de Toscana. Espero hayan encontrado la paz, espero hayan encontrado la paz, espero hayan encontrado la paz…
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