He visto al completo las declaraciones de Sánchez en la santa sede de su partido las respuestas a cambio de los informadores que asistían a esta mascletà, una mascletà no esperaba.
Es verdad lo de la misa, la mitad. Aquella frasecita con grandilocuencia astuta no me vale. Aunque quisiera dejarla en offside y que venga el árbitro para amonestarla.
A media tarde de hoy, día 12, ha irrumpido el felón más grande que naciera en España. En la santa sede del Partido Socialista ha salido su jefe para dar la noticia de la dimisión de Santos Cerdán, tras el abrumador informe de la UCO sobre este enigmático ser.
He visto al completo las declaraciones de Sánchez en la santa sede de su partido, las respuestas a cambio de los informadores que asistían a esta mascletà, una mascletà no esperada, al menos, las respuestas que han salido al aire de las preguntas. Muchas de ellas las ha echado con sordina, como siempre el presidente —digo presidente por ahora—.
A Sánchez se le ha visto serio, de un luto vaticinador de los que esperamos de hoy en adelante. Cada día que pasa salen nuevos inquilinos, dejando vacantes. Posiblemente esto haya sido el escopetazo de salida de algunos pretendientes que esperan en la ventana para ser dados de baja.
Los gatos encerrados siguen aullando en el cuarto oscuro de la Moncloa, esperando salir cuando su jefe se lo permita. Cuidado: un gato encerrado tiene una fiereza muy grande. Cuando sale de la oscuridad, dicen que no hay animal más salvaje que un gato cuando sale de su cautiverio. Posiblemente haya más gatos encerrados.
Al parecer, aún hay otro “Cerdán” que, como si fuera un gato, está esperando que le abran la salida para desfogarse golpeando a diestro y siniestro sin mirar a nadie.
Este partido, el de Sánchez, ha perdido el norte de la política. Este hombre no tiene límites para nada bueno. En la comparecencia le he visto muy serio, como diría un psicólogo: intranquilo y alarmante. Aunque, a decir verdad, las preguntas eran hechas por amigos y conocidos. Como no me creo nada, seguiré diciendo: de la misa, la mitad.
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