Existen hoy periodistas, si se les puede llamar así, que buscan la conformidad fácil reivindicando un ateísmo moderno y un antitradicionalismo de manual progre, y perdonen, pero no estoy de acuerdo. Es triste que basándose en tópicos y estereotipos que son minoría en muchos sentidos, se pierda el respeto a las tradiciones y a la cultura religiosa, que es mucha.
Pero mi duda es: ¿y nosotros? ¿Las respetamos? ¿Respetamos esto que decimos querer tanto y que llegado el momento no defendemos vehementemente? Entiendo que a veces pueda llegar a ser complicado debido a la sociedad enferma y putrefacta de hoy.
Esos periodistas de la “progresía” nos marean, y en muchas ocasiones carecemos de firmeza, de una convicción férrea para decir “Esto sí, esto no”, entra el miedo a que se nos tache de retrógrados o reaccionarios, porque en este país gusta eso de tachar de algo a alguien.
Que un político haga una maniobra rumbosa para salvar su puesto, el cual es vox populi que peligra, nos parecería detestable, y que lo haga un miembro de la Iglesia es hasta aplaudido por muchos y aprovechado por otros para masacrar al clero. Y me duele escribir esto, porque me parece asquerosa la actitud de muchos de esos que se hacen llamar periodistas.
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